Francia valoraba distintas opciones, como la construcción de una catedral efímera, para mantener viva Notre Dame durante las obras que ya han empezado con el refuerzo de algunos puntos fragilizados del edificio, al tiempo que homenajeaba a los “héroes” que la salvaron.
Mientras duran los trabajos de reconstrucción, una catedral efímera de madera será erigida frente a la catedral parisina, según anunció el jueves el rector de Notre Dame, Patrick Chauvet. “Quiero un lugar lindo (...) un lugar un poco simbólico, que atraiga”, explicó en una entrevista televisada. En el lugar, abierto al público, según explicó, habrá sacerdotes “para poder hablar” y acogerá también a los “curiosos” y turistas que visitan cada año Notre Dame.
Esta catedral, el monumento histórico más visitado de Europa –recibió doce millones de turistas de todo el mundo el año pasado– se salvó “por treinta minutos” gracias a la labor heroica de los bomberos de París.
Tres días después del voraz incendio, cuyas causas siguen siendo desconocidas, que derribó la aguja y parte del techo de la famosa catedral parisina, decenas de bomberos y expertos seguían movilizados el jueves para vigilar la estabilidad de la estructura y consolidar algunos puntos vulnerables.
Se han identificado “tres puntos mayores de fragilidad” en la catedral, en los cuales se está trabajando, afirmó el ministro francés de Cultura, Franck Riester.
El hastial del transepto (nave transversal) norte, donde están los majestuosos rosetones de la catedral, y el hastial occidental, entre los dos campanarios, preocupan particularmente a los especialistas, que trabajaron durante toda la noche del miércoles para apuntalar estas zonas frágiles.
En tanto, arrecian las polémicas por las donaciones de los dueños de grandes fortunas, las exenciones impositivas y la escasa disponibilidad de partidas presupuestarias para políticas sociales.
“Victor Hugo agradece a todos los generosos donantes listos para salvar Notre Dame de Paris y les propone hacer lo mismo con Los Miserables”, tuiteó el ensayista Ollivier Pourriol. Más de 16 mil retuits mostraron el eco que tuvo, sobre todo entre los responsables de asociaciones de lucha contra la pobreza y la indigencia. Esas palabras resumen los sentimientos ambivalentes frente al flujo de dinero donado para la reconstrucción de la catedral. “Por supuesto que la generosidad para reconstruir Notre Dame es legítima, es un tesoro nacional –destacó Florent Gueguen, director de la Federación de Actores de la Solidaridad, que reúne 800 organizaciones– . Pero nos gustaría que este impulso fuera también hacia los más desposeídos. La solidaridad es otro tesoro nacional.”
En tanto, el secretario general de la CGT francesa, Philippe Martinez, repudió la avalancha de donaciones de parte de millonarios como François Pinault (dueño de Kering) y Bernard Arnault (LVMH), o de grandes grupos, como la petrolera Total, para la reconstrucción de la catedral. “Si pueden donar decenas de millones para reconstruir Notre-Dame, que dejen de decirnos que no hay suficiente dinero para responder a la urgencia social”, reclamó Martínez.
El Estado francés reaccionó asegurando que “hará lo que sea necesario” para reconstruir las partes dañadas por el fuego en Notre Dame, según afirmó el ministro de Cultura, Franck Riester, mientras las colectas para restaurar la catedral, que no tenía una póliza de seguro, superó en dos días los 1000 millones de euros. La ausencia de un seguro privado, de la que hablaron los medios franceses, no es una noticia “contundente, desde el momento en el que el Estado es propietario de un bien, como en el caso de Notre Dame”, insistió Riester. Esto implica que “donde no llegará la maxi colecta, los gastos seguirán siendo responsabilidad de los cofres estatales”.
Por otro lado, trascendió de fuentes cercanas a la investigación que un cortocircuito en los ascensores que usaban los trabajadores para restaurar el techo y la aguja de la catedral “pudo haber originado el incendio”.
“Los andamios para los trabajos de restauración que se estaban realizando sobre el techo y la aguja estaban equipados con dos ascensores: el primero alcanzaba los 24 metros desde el suelo y el otro se usaba para llegar al techo, a 54 metros”, informaron medios locales.
Unos 60 bomberos permanecían en el lugar “listos para intervenir si el fuego se reanudara, pero no es el caso, estoy seguro”, dijo el portavoz de bomberos de París, Gabriel Plus. “Desde ayer (martes) –continuó– estamos comprometidos en vigilar el edificio y los puntos calientes de la estructura. El edificio se mantiene porque los campanarios fueron salvados”, afirmó.
Plus dijo además que “los bomberos acompañan a los expertos que estudian la catedral punto por punto para definir qué está dañado, qué debería desmantelarse y qué debería consolidarse”. Pero aún temen por la estabilidad en paredes laterales, pues “alguna eventualidad meteorológica, como ráfagas de vientos fuertes, podrían hacerlos caer” y “existe una amenaza sobre los frontones, porque las vigas ya no los sostienen”, indicó Plus.