Los antiderechos se salieron con la suya. Con la ayuda de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, que actuó por omisión, finalmente la obra María feminista –parte de la muestra “Para todes, tode”– tuvo que dejar la sala central del Centro Cultural Haroldo Conti y quedó encerrada en una de las oficinas del lugar. Así lo dispuso una medida cautelar generada por la denuncia de un grupo de abogados católicos antiabortistas: la cautelar entró en vigencia luego de que la secretaría a cargo de Claudio Avruj desistiera de apelar la decisión. La curadora de la muestra, Kekena Corvalán, así como las artistas que aportaron obras a la muestra y los trabajadores del Conti, denunciaron el hecho como un acto de censura: “En todos el mundo se exhiben esta clase de obras, pero solo se censuran en lugares donde hay dictaduras. Esto no se censura en democracia. Menos con la orden de una Secretaría de Derechos Humanos”, advirtió la curadora.
La secretaría de Avruj ordenó “dar de baja” la escultura de la artista Coolpa, que representa la imagen de una virgen María con el pañuelo verde de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto. Era parte de la muestra curada por Korvalán, montada y producida en colaboración con los trabajadores del centro cultural que funciona en el predio, que hasta principios de la década pasada estuvo en manos de la Escuela de Mecánica de la Armada. Según informaron los trabajadores, la decisión obedecía a una medida cautelar que comenzó a regir sobre la obra, emitida por el juez federal Esteban Furnari a partir de una demanda iniciada por un grupo de abogados católicos antiderechos y que Avruj se negó a apelar. Así la virgen, que estaba exhibida en la sala central del Conti en cuya puerta los trabajadores, la curadora y las artistas habían decidido advertir que el contenido artístico allí expuesto podía herir creencias religiosas, acabó encerrada en una oficina “lejos del resto de la muestra”, a puertas cerradas y con el ingreso prohibido para niños, niñas y adolescentes menores de 18 años. “No se animan a sacarla porque eso sería ya un acto de censura digno de los nazis, pero la realidad es que al ser relocalizada en una oficina a puertas cerradas fue desactivada la obra”, evaluó Corvalán, quien en diálogo con este diario aseguró que “jamás desobedecería” la orden judicial: “Pero sí voy a expresar mi repudio cuantas veces y por cuantos canales pueda, porque se trata de un ataque a la libertad de expresión”. “En todos el mundo se exhiben esta clase de obras, pero solo se censuran en lugares donde hay dictaduras. Esto no se censura en democracia. Menos con la orden de una Secretaría de Derechos Humanos”, advirtió la curadora, quien centró sus críticas en la actitud del gobierno nacional de “pedir disculpas” y “no defender el derecho de todos y todas a expresarse”.
Sin embargo, recordaron los trabajadores del Conti que “no es la primera vez que se censura una obra en la ex ESMA”. En octubre de 2017, por orden de Avruj, fue dada de baja una escultura titulada “Ausencias”, de Jakie Simsolo y Adriana Albi, en el Archivo Nacional de la Memoria, porque “remitía al caso de Santiago Maldonado”. Al conteo de antecedentes trajeron también lo que sucedió con la muestra de León Ferrari en el Centro Cultural Recoleta en 2004. Entonces, a la presión judicial de grupos antiderechos para que sea dada de baja, sí se antepuso la defensa del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Pero en este caso, “el Gobierno amparó y acompañó este abuso. Podría haber rechazado la demanda, debería haberlo hecho ya que el Estado debe velar por los intereses de todos, y sin embargo no lo hizo. Enseguida dijo disculpen, disculpen y pidió perdón”, continuó Corvalán. En ese sentido, consideró que lo hizo por “coincidir con la posición ideológica” de quienes denunciaron la exhibición de la obra ocultada en una oficina.
Los trabajadores del Conti informaron en su comunicado que “extraoficialmente” supieron que además de las “presiones” que el Conti recibió a través de la denuncia de la asociación de abogados, fue la vicepresidenta Gabriela Michetti quien empujó para que la virgen fuera retirada. Los trabajadores del Conti también criticaron la decisión, a la que coincidieron en calificar de “censura”. “Ni un funcionario ni un juez pueden decidir lo que las personas pueden ver o no. La libertad de expresión es un derecho garantizado por la Constitución Nacional y la Convención Interamericana de Derechos Humanos”, apuntaron y completaron que “censurar un hecho artístico es reprimir ideas, creencias, expresiones. Es lesionar la cultura y la libertad creadora”, señalaron, además de expresar su apoyo a la creadora de la escultura, a la curadora y al resto de los artistas y comunicadoras mujeres, lesbianas, trans, travestis y no binaries de todo el país que aportaron obras para la muestra.
Corvalán criticó especialmente al grupo de “abogados, varones, católicos, vaya cóctel de privilegios” que impulsó la demanda a escasos días de haberse inaugurado “Para todes, tode”. “Son una minoría que cree que tiene el poder de decidir qué puede ver y qué no la mayoría de los seres humanos”, sostuvo y especialmente repudió la prohibición del ingreso al lugar donde fue confinada la virgen a menores de edad. “Mis hijos no están bautizados, ¿por qué no podrían verla? Eso de ‘con mis hijos no te metás’ acá no corre, parece”, se quejó.
La muestra permanecerá en el Conti hasta el 26 de mayo. Hasta entonces, prometen artistas y trabajadores del lugar, responderán a la censura con “intervenciones realizadas desde la sátira y el humor”. “Muchos colegas, amigos y artistas no pueden creer que lo que sucedió sea cierto. Les parece una performance”, se rió la curadora. El 28 de mayo, la Virgen abortera encabezará la movilización popular que acompañe la nueva presentación del proyecto de interrupción voluntaria del embarazo y luego “viajará por todo el país porque eso es lo que quiere la mayoría de la gente –concluyó–. Al closet y a la censura no volvemos nunca más porque hay una marea que nos empuja”.