“Para el Fondo lo que es del pueblo/Porque el Fondo se los prestó
Para el fondo lo que es del pueblo/Para el pueblo devaluación”
(versión paródica del estribillo de una canción que supo decir otra cosa, hace mucho)
Hermanes en deuda, sorelos y fratelas, compañeres del camino que conduce al apocalipsis deudor también llamado default, en algunos templos, ¿cómo estáis?
Demás está decirles y decirlas, aunque igualmente lo haremos, que desde aquí esperamos que estén muy aliviados, descansando cual nuestro Sumo Maurífice, el cual, para estar acorde a la sagrada fecha que el calendario religioso marca, fue a hacer lo que mejor sabe, o sea reposar, a Alta Gracia.
La idea es poder volver con renovados bríos (o Lebcs, o Leliqs), a solicitarle, no a Cristo sino a Cristine un poco de alta gracia a la hora de devolver los dineros que ella supo prometerle. Así se usarían dichos para provocar alivio en gran parte de la población a partir de la creencia (estamos en tiempos de Pascua).
Para ser simples: se gastaron parte de nuestros ahorros y nuestra deuda en generar una campaña que nos haga creer a los argentinos que comimos, aunque no lo hayamos hecho, que nos va bien, aunque nos vaya como el mismísimo tujes, y que el camino posible es aquel que él nos señale, aunque se trata de un calvario apenas maquillado.
En estos tiempos de macrificio, hay que sentirse aliviado, porque si no, es peor. Por eso, él acordó con algunos caballeros empresarios un maravilloso plan según el cual, en vez de aumentar sus precios mucho pero de a poco, los iban a aumentar mucho de golpe, y después los iban a dejar quietitos por el lapso de “un tiempito”. Conocemos la tradicional caballerosidad de nuestros CEOS, y confiamos que cumplirán con lo acordado, o al menos con una parte de lo acordado: la primera parte, la de aumentar los precios mucho y ya.
El problema, queridos deudólares, es que la gente común, -en una proporción que los sociólogos sabrán medir, y nosotros sabremos restarle importancia a la medición, puesto que es absurdo que un solo argentine acepte esto- responde a la hipnosis y les cree cualquier cosa que les digan, siempre que sea por televisión.
Para muestra, un ejemplo: hace tres días, yo misme estaba tomando un café (aprovechando que el dólar ya había subido ese día y el café todavía no). Escucho, en la mesa de al lado, a un taxista (él dijo serlo), que quizás estaba esperando que aumente la nafta para ir a comprar leche, quien dialogaba con un ¿amigo, colega, paciente, acreedor? de él.
-Mirá, esto es un desastre total, no da para más. Pero tampoco quiero que venga la yegua y vuelva el corralito (sic).
-¿El corralito?
-Claro, el corralito, en el segundo gobierno de la yegua ¿No tenés memoria, vos?
-Pará, ¿vos decis que el gobierno de Cristina ibas al banco y no te daban tu plata?
-Nooo, eso sí, pero no podías comprar dólares.
-¡Pero eso no es un corralito!
-¿Como que no? ¡Era un cepo, un corralito, una dictadura, lo que quieras! ¡No es democrático estar 4 años sin poder comprar dólares!
-¿Cuatro años? Yo me acuerdo que desde 2014 yo compraba dólares en el banco.
-¡Seguro que vos laburás en blanco!
-¡Sí!
-¡Que vivo, así cualquiera!
-Bueno, vos podías ir a una cueva, y te los vendían igual, y aunque era ilegal, no metieron preso a nadie por eso.
-Sí, pero estaban más caros, estaban como a 11, 12 y después hasta 14 pesos. ¡Yo quería dólares baratos! Así que voté a estos.
- Y ahora debés estar aliviado, podes comprarte todos los dólares que quieras.
-Sí, ¡ahora no me alcanza ni para ponerle nafta al taxi ni para la leche de mis hijos, pero ni bien pueda junto unos mangos y me compro dólares, así que estoy aliviado!”
El hombre estaba “aliviado” porque se lo dijo el presidente. El diálogo fue real (sí, lo fue), ¡se lo juro por la memoria de mis Boden!
Nos creemos estas excusas de segunda marca, congeladas (son las mismas que nos daban hace 30 ó 40 años), de quienes nos consideran ciudadanos de segunda marca, y eso si tenemos suerte.
Cierto es que estamos en fechas donde las creencias tienen un peso especial. Donde se recuerda el Éxodo de Egipto y el fin de la esclavitud entre los judíos. Donde se conmemoran la Pasión y la Resurección de Jesús entre los cristianos. Cierto. Moisés y Jesús, cada uno en su tiempo, cada uno con su historia, que sigue vigente milenios después. La Libertad. La Ley. La Fe.
Pero eso no debe hacerle pensar a nadie que los argentinos nos vamos a creer cualquier cosa. ¿Se imaginan si…
· el Sumo Maurífice llega a decir en una reunión de gabinete: “Une de ustedes me traicionará” mientras Mme. Lagarde se lava las manos? ¿O amenaza al FMI con 10 plagas?
· Leonardo da Vinci pinta “ la última reunión del mejor equipo de Últimos 50 años?
· “la Patricia es el otro” les dice a los policías, “Tiren la primera piedra, la segunda y todas las que sean, nomás”?
· ¿Pueden imaginarse a los argentinos caminando 40 años en el desierto, ya que ninguno va a tener plata para pagarse aunque sea un pasaje en camello? ¡Y ni hablemos de tomar agua en los oasis, después del último tarifazo?
· ¿Lo tienen a Moisés pidiendo que caiga maná del cielo “porque todos necesitamos un poco de alivio?
· ¿Se les aparece la imagen de Moisés diciéndole a su pueblo “Con el faraón hicimos un pacto de caballeros”?
· ¿Lo ven acaso con las Tablas de la ley, explicando “son algunas medidas paliativas para llegar a octubre?”
El único paraíso que nos podemos imaginar en este cuadro, es un paraíso… fiscal.
¿Verdad que no la ven, que ni la imaginan así, deudólares míos. mías y míes? Bueno, entonces, hermanes en deuda, no os confundáis ahora, ni en la hora de nuestro voto (amén); pasad felices pascuas, y un buen peisaj (o pesaj), y el lunes, seguimos pagando.
Hasta la que viene, siempre.
@humoristarudy