A los 28 años, el austriaco David Lama tenía todo para convertirse en leyenda del montañismo, si no lo era ya. Su muerte en una escalada de alto riesgo en las Montañas Rocallosas de Canadá seguramente lo llevará a ese lugar de extraño privilegio, sobre todo si es posmortem. Su historia entre los grandes tiene un capítulo argentino. Es un gran capítulo: haber alcanzado la cima de una de las montañas más complicadas del mundo usando solo sus manos y pies. Fue el primero en ascender de esa manera el cerro Torre, una aguja endiablada de 3133 metros en El Chalten, Santa Cruz. Su hazaña fue retratada en la película Cerro Torre, una bola de nieve en el infierno. Ocurrió en el año 2012, tenía 21 años.
Lama formaba parte ahora de una nueva expedición para superar una vía en el Howse Peak, un pico de 3295 metros especialmente peligroso por los aludes en las Montañas Rocallosas de Canadá. Iba junto a su compatriota Hansjörg Auer (35) y el norteamericano Jess Roskelley (36).
El miércoles pasado fueron declarados desaparecidos, cuando Roskelley no se comunicó con su padre, tal como estaba acordado. John Roskelley, el padre en cuestión, también es una leyenda del montañismo. Una de sus locuras fue haber alcanzado la cima del Everest junto a su hijo Jess. El joven tenía 20 años.
El grupo conformado por tres de los más notables escaladores del momento fue alcanzado por una avalancha, según determinaron las autoridades del Parks Canadá. Hasta el momento no fueron encontrados sus cuerpos. Los rescatistas no pueden llegar al lugar por el peligro de nuevos aludes. Con los helicópteros lograron divisar algunos elementos del equipo de escalada y un cuerpo semienterrado en la nieve.
En El Chaltén, la noticia de la muerte de Lama causó una conmoción profunda. Son muchos quienes recuerdan su hazaña en ese lugar, quienes lo apoyaron y le brindaron asistencia. No fue hace tanto, Lama apareció allí por primera vez en el año 2009. Apenas había cumplido los 18.
Poco antes, ya se había consagrado como el niño prodigio de la escalada. A los 16 ya ganaba campeonatos internacionales. Había nacido en 1990 y era hijo de una enfermera de Innsbruck y un sherpa de Nepal: de allí sus rasgos orientales y su afición por las montañas. Los sherpas son los sufridos cargadores que suben en sus hombros el equipaje de los expedicionarios que buscan conquistar las cumbres del Himalaya.
A los 18, entonces, decidió encarar una expedición inédita. Subir el cerro Torre en escalada libre, es decir, usando solo manos y pies. Nadie lo había logrado hasta entonces. Sí había sido conquistada ya su cumbre, aunque esa es otra historia... (En 1959, el italiano Cesare Maestri dijo haber sido el primero en llegar a la cima, pero otros que la alcanzaron después no le creyeron. En 1970 subió de nuevo, para que no quedaran dudas. Con un compresor fue martillando clavos en las rocas: el método le valió una andanada de críticas porque era antideportivo. Los clavos (“bolts”) igual quedaron metidos en la piedra y esa vía terminó siendo la “ruta del compresor”, el camino “normal” de cientos de expedicionarios posteriores que se valieron de esos clavos para sus ascensos).
En el año 2009, el intento de Lama de escalar la ruta del compresor pero sin usar los bolts, solo manos y pies, fracasó por el clima maldito de El Chaltén. Tres años después, lo buscó de nuevo. Y esa vez lo logró. A los 21 años, fue el primero en llegar a la cumbre de una de las montañas más difíciles (y bellas) del mundo sin ayudarse con herramienta alguna. La hazaña puede verse en el film Cerro Torre, que muestra además al coloso patagónico desde increíbles tomas aéreas.
Muy cerca del Torre está el Fitz Roy: otro cerro complicado que acaba de ser escenario de una proeza similar: a principios de abril, el estadounidense Jim Reynolds llegó a su cima también en escalada libre.
Ahora Reynolds seguramente le rendirá un homenaje a su colega austriaco David Lama. Hicieron base en la misma ciudad para un objetivo similar. Los dos lo lograron. Lama ahora ya es leyenda.