Tan sólo el título de una ponencia enumerada en su CV (“Memoria queer e historieta anal”) fue suficiente para Eduardo Feinmann. El presentador de canal A24 se quejó de que “la plata de mis impuestos” financie “investigaciones como estas”. Además, mostró fotos de Facundo Saxe y repitió ante la cámara sus datos personales, brindando coordenadas y vía libre para, como mínimo, el trolleo. El contexto es el achicamiento que desde 2016 padecen las políticas destinadas a la ciencia en general y el Conicet en especial, que hace pocos días dejó nuevamente afuera a otra camada de más de dos mil científicos.
Después de ese episodio televisivo, a Saxe le llovieron insultos: desde “ñoquicet kirchnerista” y “puto sidoso” hasta amenazas de muerte y empalamiento firmadas por “La Triple A” y un “te vamos a hacer jabón”.
“Quiero conseguir el video entero”, dice Facundo Saxe en diálogo con este diario a unos días del ataque. Es que la indignación de Feinmann habla “más del odio a lo queer que mucho de lo que puedo llegar a decir yo en el clase. Me puede ser útil para explicar qué es la homofobia y el terror anal. Pegarle a un puto que investiga cosas de putos fue una vía para agraviar al Conicet en su conjunto”.
–¿A quiénes les está hablando Feinmann cuando te insulta a vos?
–A un gran sector recontramataputos. Dirigir el ataque tan personalmente hacia mí apela a cierto público y también a un ejército de trolls. La forma en la que mediatizaron mi investigación fue totalmente descontextualizada. Si leés el título del trabajo y no explicás nada más, estás apelando a una homofobia que existe y que se intensifica en un momento como éste de gran reacción contra todos los avances en materia de derechos conquistados como el matrimonio igualitario, la ley de Identidad de Género, el movimiento Ni Una Menos, la masificación de la lucha por el aborto.
–La información que se difundió además no era exacta: el Conicet no financia ése u otro artículo en particular, sino una investigación de años…
–No, claro. El recorrido curricular de cada investigador es información pública. En la página figuran mi tema actual de investigación, “Memoria de la disidencia sexual y su cruce en representaciones culturales”, datos profesionales y una lista de libros, artículos y ponencias. No es que el Conicet , como han dicho, “me financia”. Yo soy investigador de carrera en ese organismo. El título de la ponencia que incluía la palabra “culo” es apenas un ítem más dentro de una investigación mucho más grande.
–También se busca implantar jerarquías entre qué temas son dignos de investigación y cuáles no…
–Hay un sector que supone que las investigaciones sexodisidentes son las menos importantes de todas. En cuanto al área de representaciones culturales, donde yo siempre me moví, históricamente no ha sido fácil conseguir financiamiento. Los que investigamos estos temas nos hemos movido con gran precariedad. Recién en los últimos años, como mucho, diez, se ha generado más interés por parte de la Academia. ¿Cuántas décadas hace que las feministas intentan producir conocimiento en la universidad? Las disidencias sexuales y los feminismos sirven para construir conocimiento desde lugares que muchas veces fueron silenciados y hasta exterminados. Pensar cómo se han borrado las voces sexodisidentes del canon cultural es muy relevante para construir una sociedad más justa y libre, vidas vivibles, discursos alternativos a los del odio y legitimar otras formas de vida y afecto.
–¿Y de qué se trata el trabajo que tanto contrarió a Feinmann?
–Se descontexualiza mi trabajo con determinados fines. Pero éste ya fue evaluado muchas veces en los ámbitos correspondientes. “Memoria queer e historieta anal: cuando el cómic nos abre el culo (y nos gusta)” es una ponencia para un Simposio de Disidencia Sexual. Hace unos días participé en un congreso de la Asociación Argentina de Germanistas, sobre literatura alemana. Ahí presenté un paper sobre testimonios de homosexuales sobrevivientes de campos de concentración nazis. El título fue “Triángulos rosas y memoria”. Con esto quiero decir que uno titula sus textos en relación al contexto en el que se van a presentar.
–¿Pero concretamente de qué se trata?
–Para resumirlo: analizo algunas historietas que me permiten pensar las dificultades de producir conocimiento desde posiciones consideradas subalternas. Rastreo en un conjunto de historietas elementos que han quedado de los testimonios sobre, por ejemplo, represión, de aquellos que no han podido testimoniar en otros ámbitos
–¿Y por qué “abrir el culo”, la metáfora que fue tomada de modo tan literal?
–Sigo líneas vinculadas a Paul Preciado y Gloria Anzaldúa. Acá armaron un escándalo alrededor de la palabra “culo” como si fuera una gran novedad, pero desde los 80 como mínimo hay teorías en el mundo que estudian “lo anal” en papers científicos. Mi propuesta viene siendo abrir el sistema científico para pensar desde lugares subalternos.
–¿Qué quiere decir entonces “pensar la producción de conocimiento desde el culo”?
–Es la enunciación del conocimiento desde lugares que muchas veces han sido minoritarios o borrados de la historia. Quienes nos reconocemos como maricas muchas veces no hemos podido hablar, no hemos podido dejar testimonio abiertamente, y mucho menos producir conocimiento en espacios legitimados. En mis trabajos me pregunto: ¿cuánto de placer puede haber en enunciar desde lo sexodisidente? Porque obviamente no toda la investigación ni los investigadores son heterosexuales. Entonces, ¿cómo son esas otras formas de producir?
–Dijiste que esto del escrache y el acoso ya te había pasado otras veces…
–Todo empezó en 2016, con la fuerte campaña de difamación del Conicet. Hubo una nota que circuló mucho sobre las “veinte peores investigaciones” y yo aparecía. Se ve que los que hicieron eso buscaron perfiles que sirvan para trollear y encontraron fotos mías besando a mi compañere, y las empezaron a difundir junto con títulos descontextualizados de mis trabajos. Desde entonces me han dicho desde “puto sidoso” a “te vamos a matar” y “empalar”, cruzado con “la plata de mis impuestos”, “ñoquicet kirchnerista”. Muchos firmados con pseudónimos de los que te podés reír como “Juan Topo” y por otros más bien siniestros como “La Triple A”. Es importante que esto no nos intimide.
–¿Por eso tardaste unos días en salir a hablar?
–Al principio me pregunté por qué tenía que salir a defenderme. Ahora opté por no callarme. Ya he callado muchas veces en mi vida. Eso no significa que no sienta miedo. Hay también una contracara que compensa: la gran cantidad de organizaciones, colectivos y estudiantes que han salido a defenderme. Entre otras cartas públicas, hubo un manifiesto que expresa preocupación por este tema, firmado por quinientas personas de distintas universidades y del activismo, que resume esta necesidad de no volver a callar: “Al clóset académico no volvemos nunca más”.