Como tantos machirulos, el periodista Eduardo Feinmann está obsesionado con el culo y sus usos. Y así es que usa con recurrencia el vocablo culo. Por ejemplo, respecto de Jimena Barón en mayo del 2018 afirmó que: “canta como el culo”. A propósito de los estudiantes, por otra parte menores de edad que tomaron el Colegio Nacional Buenos Aires y el Pellegrini dijo que “si Marx se llega a levantar de la tumba, los agarra a patadas en el culo”. Al mismo tiempo llamó a los mismos jóvenes “verdaderos conchudos” aclarando que “conchudo significa astuto, cauteloso y sagaz”, no vaya a ser cosa de tener un problema legal o de ser tildado de misógino sobre todo por esas mujeres a las que suele denigrar y para las que popularizó el adjetivo de “feminazis”. Hace unos días diagnosticó con relación al estado de salud de Florencia Kirchner que la joven hija de la ex presidenta “tiene cagasus de ir presus”.Fuera de utilizar el vocablo culo como injuria y como el lugar de la excreción, Feinmann solo lo utiliza para decir respecto de sí mismo que “puedo decir lo que se me canta... el forro del culo”. Aunque pareciera que ni él, ni todo el mundo como se suele afirmar pueden hacer lo que quieran con el culo. Sobre todo en el caso de los varones el uso sexual y placentero del culo implica en el imaginario social una cierta degradación del estatus de hombría. No casualmente “¡te voy a romper el culo!” es una amenaza recurrente que presume que la penetración para los varones es una aberración. Siguiendo la lógica de las sociedades falocéntricas, rebajar los usos sexuales del culo implica en un mismo movimiento exaltar una vez más al pene y a sus connotaciones simbólicas. En este marco cobra sentido la respuesta de Feinmann a Alex Freyre en pleno debate sobre la medicación por el hiv cuando el activista lo interpeló a mostrar el sueldo que percibía y aquel le contraatacó: “Te muestro la que quieras, ésta también te la muestro”.
Ahora bien, en este contexto intelectual llamémosle básico, retrógrado y homofóbico suena coherente que Feinmann se encuentre años luz de poder analizar (la raíz de cuya palabra es anal.) ni tampoco soportar que otros analicen al culo como placer y como el lugar desde donde se construyen estereotipos de géneros y sexualidades enmarcados en el paradigma patriarcal y desde donde es posible deconstruirlos tal como propone Facundo Saxe desde su investigación.
Pero los dichos de Feinmann hay sin dudas un contexto coyuntural que tiene que ver con el ajuste a los científicos del Conicet que si bien se viene agudizando durante los tres años de la gestión de Macri este año parece haber alcanzado su pico con más de 2000 científicos por fuera de la lista de ingresantes. Es entonces cuando toca y parece oportuno escrachar a un científico del Conicet y qué mejor que a un científico que analiza lo anal y así se mata dos pájaros de un tiro. Como en un sino tragicómico ciencia y género suelen ir de la mano en Argentina: en otro tiempo se los mandaba a tareas supuestamente femeninas y degradantes como ir a lavar los platos. Siguiendo con la metáfora de la cocina Facundo Saxe fue mandado por Feinmann al “ñoquicet”.
Feinmann no está solo. Sabe que aún hoy el asunto culo encontrará ecos: las redes sociales lanzaron toda la artillería homo/trans/lesofóbica aparte de insultar,amenazaron al investigador y colaborador del suplemento SOY deeste diario, Facundo Saxe y convirtieron el adjetivo despectivo “cochinet” en top tending.
Por fuera de la ignorancia que pasea con orgullo el periodista, aquí y allá, siguen y seguirán produciendose trabajos sobre este asunto universal. Ya en el libro ejemplar Por el culo. Políticas anales, los españoles Javier Saéz y Sejo Carrascosa daban cuenta del papel primordial del culo en la construcción contemporánea de la sexualidad en la medida “que está cargado de fuertes valoraciones sobre lo que es ser hombre y lo que es ser mujer, sobre lo que es un cuerpo valorado y un cuerpo abyecto, un cuerpo marica y un cuerpo hétero, sobre la definición de lo masculino y lo femenino. El culo es fundamental en la constitución del actual sistema de género-sexo y es quien organiza y define las diferentes sexualidades”. En definitiva, una forma de definir a los géneros es a partir de los cuerpos penetrables y no penetrables, donde los cuerpos penetrables son pasivos, sumisos y dominados pero frente a los cuerpos no penetrables que se asumen como activos, dominantes y dominadores y esta es una de las bases estructurantes de la dominación patriarcal. No se pueden soslayar tampoco los aportes de Paul Preciado que relacionan dominación capitalista con cercamiento del culo de los varones.
A su vez Omar Acha en un libro del año 2000 había afirmado que “estudiar el ano mancha”, dentro y fuera de la academia, pareciera que ensucia y desprestigia como si aun se estuviera en el sanitario porque, entre otras cosas, remueve demasiados intereses y estructuras de poder. Quizás por ello, si bien la comunidad científica repudió los dichos de Feinmann no ha sido lo suficientemente contundente sin percatarse de que como en el célebre poema de Martin Niemöller, tantas veces atribuido a Brecht, no es solo Saxe sino todo el Conicet el que está en juego y en tela de juicio.
En un pasaje de Bullenklöten, historieta de Ralf Köning –uno de los autores de cómics más famoso y exitoso de Alemania en que se centra la investigación de Saxe– un personaje gay, Paul, le chupa el culo a Ramón, un albañil español que se autodefine como heterosexual. Ramón eyacula frente al goce anal pero se siente tan culpable que al día siguiente intenta obligar a Paul a que “chupe” el sexo de una prostituta. Al ser mancillado el honor de Ramón requiere de una acción reparadora que la equipare. La masculinidad de Ramón aparece como una ficción hegemónica normativa y disciplinadora que se desenmascara. Es otra de las cuestiones que están en juego en la investigación de Saxe y en los dichos de Feinmann y en las palabras de defensa y en los silencios de tantos otros.