Es la catedral más famosa de la ciudad más visitada del mundo, y verla quemarse trascendió por mucho cualquier lado religioso o histórico. Notre Dame de París es tan famosa que los que la ven por primera vez la reconocen, tocan y pisan un lugar que vieron hasta el infinito en pantallas y papeles. Doce millones de personas, un millón por mes, tienen cada año esa experiencia de re-conocer un edificio que ya conocen. La catedral es mucho más un lugar turístico que un templo, un must parisino, un logo sólo comparable a la torre Eiffel.
Con lo que el incendio despertó una ola de donaciones corporativas que llegó enseguida a los mil millones de dólares, una lista con isotipos empresariales y nombres famosos. Tanto dinero, tanta fama, ya despertó las fantasías de algunos alrededor de una pregunta simple, la de qué hacer con la catedral dañada. Se diría que la única respuesta posible es restaurarla, pero no es así. Y si se acepta lo evidente, queda la pelea de cómo restaurarla.
La primera tarea es analizar cómo quedó el edificio. El techo se quemó, la espira que le agregó Violet Le Duc en el siglo 19 se cayó, las reliquias y buena parte del arte de las naves fue salvado. Pero el edificio en sí fue sacudido, hipercalentado en partes, golpeado por la espira al caer y empapado con miles de toneladas de agua. Notre Dame tiene sectores que se comenzaron a construir a mediados del 1100 y se terminaron a mediados del 1300, con lo que no se puede descartar que haya daños estructurales, especialmente en las bóvedas superiores.
Estos son trabajos altamente técnicos que seguramente no van a despertar mayores polémicas ni fantasías, y que en todo caso van a dar lugar a trabajos muy especializados de estabilización. El tema se pone más movido cuando se piensa que no va a faltar quien proponga “modernizar” la catedral: ya que se perdió la techumbre ¿por qué no encargarle una nueva y contemporánea a Calatrava o a Libeskind? ¿Por qué no cubrirla de aluminios helicoidales o de tensores blancos? Uno se imagina la sanata sobre un diálogo entre épocas que van a generar los que quieran salir en los medios con este tipo de tonteras...
Si se supera esta etapa adolescente, se puede hablar de materiales y técnicas. La estructura del techo de la catedral era de enormes maderos, muchos viejos de siglos, de un tamaño que hoy difícilmente se pueda encontrar. ¿Hay que reconstruir esto en madera? ¿O en materiales modernos, más livianos y seguros? Y la espira, que no era original ¿se repone? Y las tantas esculturas reemplazadas o agregadas a lo largo de los siglos, los vitrales destruidos en la revolución de 1789 y repuestos en el siglo 19... ¿qué se hace con esto?
El debate va a ser interesante y puede avanzar el estado del arte en cuestiones de restauración. Y hasta puede servir para educar un poco a tanto pavote de por acá, que afirma que reconstruir es un desperdicio o un error, que restaurar lo perdido también, que sólo demoler y empezar de nuevo es válido. Después de todo, cuánto vale el terreno de la catedral en la Ile de la Cite…
Menos mal que no están a cargo de Notre Dame.