Rapea, trapea, hiphopea con poética trash montándose sobre las pistas de su computadora para decir cosas como: “Rea conurbana/ Torta plitoriana/ Peleándolo todo/ Para tener nada/ Termina encerrada/ Mira la ventana / Espera la hora/ Ke traiga la calma”. Pero esa hora nunca llega a este disco que invita a moverse desde el primero al último track. Sasha Sathya, compositora, transtorta, productora autogestiva y trabajadora sexual, tardó en macerar “Rebeba Mixxxtape”, pero valió la pena. Mañana, en la apertura del show de Sara Hebe, compartirá algunas de sus canciones. “Sara es la mejor de las raperas locales. Nos conocimos hace años porque una amiga me sugirió que fuera a verla. Y cuando fui me pareció muy intenso su show”.
Sara tuvo que ver con los comienzos de tu salida al ruedo como solista, ¿es así?
Seguí su consejo cuando no sabía muy bien cómo hacer música sola. Me decía: bajate pista, salí con la computadora, y ya. Yo tenía inseguridades, pero me dijo que me dejara de joder. Pasó el tiempo y compartimos una fecha en el tortódromo, en 2017; luego grabamos juntas una canción, el año pasado. Este año va a salir un videoclip y esa canción forma parte de su disco, “Politicalparty”. Yo ya presenté el mío, pero con esta fecha lo estoy promocionando; siempre a mi estilo, porque no te voy a insistir para que me escuches. Si te cruzás con mi disco por algo será y sino, también por algo será.
Leí que este disco fue producido por Miss Bolivia, ¿es así?
No. Me propuso trabajar con su productor, pero fue un proyecto frustrado. No me gustó lo que hicimos. Empecé a producir por mi lado. Me di cuenta de que no quiero productores que me digan qué hacer; sé cómo hacer las cosas.
¿Cuándo empezaste a hacer música?
Era muy chica, tres o cuatro años y vivía en una casa donde había muchos discos de vinilo, que no solamente eran una experiencia sonora. Me encantaba el rito de poner la púa sobre el disco. Empecé cantando, imitando lo que escuchaba, y me lo celebraban. Mi abuelo era guitarrista, oriundo de San Luis. Tocaba muy bien un género que se llamaba Vals cuyano. Tan rápido y virtuoso. No le pedí que me enseñara, pero miraba cómo apoyaba a los dedos en las cuerdas. Encontré una guitarra tirada en el fondo de mi casa, que tenía una sola cuerda, y con esa sola cuerda empecé a tocar.
Y ahora sacás tu propio disco, que tiene grandes hitazos, como, por ejemplo,“Dildomágikah”…
Fue de las primeras canciones que puedo ubicar dentro del género trap, es del 2015 y reivindica el trabajo sexual y la vida callejera. En un momento habla de hacerlo por dinero y no por amor. En un momento hace una asociación entre el discurso del abolicionismo, que habla de que el cuerpo no se explota o no se vende, con el discurso nacionalista. Dice:”Que muera la patria y estalle la frontera/ quiero ser la puta máscara del sistema”. Bueno: mientras más plata, mejor. Pero siendo la más puta, porque hay gente que se dice puta, pero no hacen trabajo sexual. Gente que busca fama tomando esa imagen, que no es la propia. Yo sí hago trabajo sexual desde hace mucho tiempo. Me daba vergüenza decirlo, así que para mí el debate público sobre el tema es liberador; no le contaba ni a mis amigas que ganaba plata acostándome con señores.
¿Te considerás activista?
Que hable de la neuro divergencia o de la situación de hospitalización en el neuropsiquiátrico, o que hable del trabajo sexual en primera persona y lo reivindique como derecho; o que hable de la experiencia lésbica desde una corporalidad que no tiene vagina, o de la soledad y de la lucha con el propio cuerpo, nada de esto me hace activista. Pero si esas temáticas ayudan a alguien a que se sienta un poco mejor, me siento bien.
¿Es para visibilizar lo propio?
Me sale hablar de lo que me atraviesa. Es importante decir algo: me libera y me desinfla de cosas muy duras. Si no creyera apasionadamente en lo que hago, no lo haría. Obviamente necesito hacerlo porque necesito plata y me parece que eso también habla de mí: lo hago por plata porque vivo en un sistema capitalista. No sé hasta qué punto llega el activismo. El mundo del activismo está lleno de gente que piensa que está haciendo un montón y no está haciendo nada. Mi forma de poner el cuerpo en el territorio es negociar, como tengo que hacerlo, en términos de género. Hay contextos en los que sigo las reglas del binarismo si me conviene. Me muevo en espacios donde la gente no se plantea estos debates. Quedarnos en el ghetto queer nos lleva a pensar religiosamente en que el género es una construcción social y como tal unx puede quitársela mágicamente con de un mero enunciado o un fanzine. Las cosas son un poco distintas cruzando la General Paz.
¿Usás gas pimienta en el bolso como dice tu canción?
No. Llevaba un cuchillo con un mango verde fluor divino. Pero una noche lo perdí. Me dolió en el alma. Si alguien quiere regalarme uno, me haría muy feliz.
Sasha Sathya abre el show de Sara Hebe el sábado 27 de abril a las 19 en el Galpón de las Artes, Calle 71 900,
La Plata.