El presidente estadounidense, Donald Trump, amenazó ayer nuevamente con cerrar la frontera con México y anunció que está enviando más soldados al límite con su país vecino. Las declaraciones del mandatario llegaron después de que se produjera un incidente en el que uniformados mexicanos desarmaran a tropas estadounidenses porque pensaban que estaban de su lado de la frontera. A pesar de los dichos encendidos del magnate neoyorquino, su homólogo de México, Andrés Manuel López Obrador, afirmó que no iba a caer en ninguna provocación.
“Recientemente, soldados mexicanos desarmaron a nuestros soldados de la Guardia Nacional, probablemente como una táctica de desviación para los traficantes de drogas en la frontera. ¡Más vale que no pase de nuevo! Ahora estamos mandando soldados armados a la frontera”, tuiteó Trump, quien también dijo que México no estaba haciendo suficiente para detener y devolver a los migrantes a sus respectivos países. En otra publicación, el mandatario escribió: “Una gran caravana de más de 20.000 personas están pasando por México. La cantidad fue reducida por México pero aún está viniendo. México debe detener a los que quedan o vamos a estar obligados a cerrar esa parte de la frontera y llamar a los militares”. Un funcionario del Pentágono, que pidió permanecer en el anonimato, indicó que actualmente hay 2.900 efectivos desplegados y 2.000 guardias nacionales y que siempre hay algunas tropas armadas para la protección del contingente.
Según un comunicado de las autoridades estadounidenses, el 13 de abril cerca de las dos de la tarde, entre cinco y seis militares mexicanos interrogaron a dos soldados estadounidenses que realizaban una operación de apoyo en la frontera en un vehículo que no llevaba la identificación de la Patrulla de Fronteriza (CBP por sus siglas en inglés). El incidente ocurrió cerca de la localidad de Clint en Texas, próxima al Río Grande, que demarca el límite entre ambos países. “Una investigación del CBP y del Departamento de Defensa reveló que los militares mexicanos pensaban que los soldados estadounidenses estaban del lado sur de la frontera”, indicaron las autoridades estadounidenses que destacaron que sus efectivos estaban en el lugar apropiado. Según el comunicado, después de una breve discusión los militares mexicanos se fueron del lugar.
Este relato fue secundado por la Secretaría de Relaciones Exteriores de México, quien sostuvo, no obstante que este tipo de incidentes es común. “Se trata de una verificación de patrullaje ordinario, sin consecuencias para ambos gobiernos, quienes mantienen una comunicación permanente y fluida”, explicó la Cancillería.
El mandatario mexicano, por su parte, no quiso entrar en una escalada verbal con su par estadounidense. “Nosotros no vamos a caer en ninguna provocación. Lo más importante es decirle (a Trump) que no vamos a pelearnos con el gobierno de Estados Unidos”, declaró en su habitual conferencia matutina. Desde octubre, miles de migrantes, mayoritariamente centroamericanos, recorren México en multitudinarias caravanas con la esperanza de llegar a Estados Unidos y escapar de la violencia y la pobreza. Trump considera este éxodo una amenaza para la seguridad nacional y exige a México que los detenga, como parte de un duro discurso contra la inmigración irregular que fue el eje de su campaña electoral para ser elegido y que ha determinado muchas decisiones de su gobierno.
Ayer, diversas ONG denunciaron en Ginebra que el gobierno mexicano tiene detenidas entre 4000 y 5000 personas en el estado sureño Chiapas, muchas de ellas en malas condiciones. Salva Lacruz, coordinador de la ONG chiapaneca Centro de Derechos Humanos Fray Matías de Córdova, destacó que las actuales presiones de la Administración estadounidense para que México detenga a estas caravanas podrían ser uno de los factores de este endurecimiento de las políticas migratorias.
Sin embargo, López Obrador afirmó en su conferencia de ayer que aunque Estados Unidos presione a su gobierno para detener la migración a la fuerza y a pesar de que ellos mismos quisieran que no haya migrantes, México mantiene como planteo de fondo la necesidad urgente de apoyar el desarrollo de Centroamérica. “No queremos pelearnos con el gobierno de Estados Unidos, no nos queremos meter tampoco en sus confrontaciones políticas partidistas (...) Y al mismo tiempo, respetuosamente, estamos pidiendo que se atienda el problema con desarrollo, con creación de empleos, lo que no se ha hecho”, afirmó.
El mandatario aseguró, asimismo, que no existen cambios en la política de su gobierno hacia la migración centroamericana, luego de que autoridades detuvieran el lunes a un grupo de 371 indocumentados, mayoritariamente hondureños, en el sureño estado de Chiapas. “No hay contradicción, hemos actuado con mucho respeto a los migrantes, y lo vamos a seguir haciendo, con respeto a sus derechos humanos”, dijo el mandatario.
Ya el martes, López Obrador había informado que no quería que los migrantes centroamericanos tengan libre acceso por el norte de su territorio, por su propia seguridad. “Desgraciadamente en el norte hemos tenido problemas de asesinatos de migrantes en otros tiempos y no queremos eso”, agregó, quien consideró que ante la violencia en el norte del país, es preferible atender a la población migrante de Centroamérica en el sur y sureste.
El norte mexicano, fronterizo con Estados Unidos, concentra una fuerte actividad de carteles del narcotráfico por ser ruta de ingreso de su mercancía ilegal a territorio estadounidense. Algunos migrantes que intentan cruzar, sobre todo por el noreste, suelen ser víctimas de sicarios que los secuestran y extorsionan.