Una cátedra de Introducción a los Estudios de Género en Psicología que logró mover montañas de pensamiento. En lecturas urgentes, tantas veces clandestinas, en silencios que se fueron rompiendo para cuestionar toda norma, en el ejercicio paciente de poner cuerpo colectivo para crear una potencia de saberes y seguir perforando las doctrinas conservadoras de la trama psi. Si a esto se le suma que esa cátedra feminista, despatriarcal, descolonial y deconstructora de la heteronorma ocurre en la Universidad de Buenos Aires, es la primera de grado en América latina y esta semana celebra sus treinta y dos años, sólo resta presentarla como una de las manifestaciones desobedientes más emblemáticas de la academia.

“Nuestra cátedra se fundó en 1987 y desde entonces trabaja la perspectiva de género en la psicología, el psicoanálisis, las corrientes de los feminismos, en los últimos años las masculinidades, las diversidades sexuales, temas que tienen una perspectiva muy conservadora en las doctrinas psi de cualquier orientación.” Quien describe la llama política y conceptual que sigue encendiendo mentes en la Facultad de Psicología de la UBA es su fundadora, la doctora en Psicología Ana María Fernández, profesora titular de Introducción a los Estudios de Género desde su fundación hasta 2014, cuando pasó a ser profesora consulta. Ganadora del Premio Konex de Platino en 2016, Fernández es una de las principales referentes en la materia y una luchadora por la defensa de los derechos de las minorías.

“Permite que cualquier estudiante que a lo mejor no sabe qué es el género, sea tocada o tocado por esta perspectiva y entienda que ahí hay un campo y una mirada diferente”, agrega Débora Tajer,  a cargo de la Cátedra desde 2014 hasta hoy, licenciada y doctora en Psicología, y magister en Ciencias Sociales y Salud por Flacso. “Estamos todo el tiempo poniendo palabras, relatando, haciendo con otres, construyendo una psicología donde entren todes y donde se pueda poner a jugar el malestar para producir potencia.”

¿Qué sentido repone hoy una cátedra de género en la formación de grado de Psicología?

Ana María Fernández: –Mucho, porque en las carreras de Psicología de las universidades argentinas y diría del resto de Latinoamérica salen profesionales, académicas y académicos sin ninguna perspectiva de género. 

Introducción a los Estudios de Género se creó como herramienta urgente en la llamada “primavera de la democracia”. Ana María Fernández marca el hito en una experiencia anterior en plena dictadura, cuando con Gloria Bonder y otras colegas fundaron en 1979 el Centro de Estudios de la Mujer (CEM). “Fueron años de mucha lectura y producción conceptual, de grupos de discusión y de reflexión temáticos”, recuerda. “Cuando en 1984 volvimos a la Universidad de Buenos Aires hicimos fuerza y pudimos armar la cátedra, la primera que forma parte del plan de estudios de una carrera. Es una materia optativa en el ciclo profesional.”

La primera cátedra desobediente.

A.M.F.: –Es la primera cátedra que funda la perspectiva de género como campo de problemáticas. Estamos atravesadas por muchas desobediencias conceptuales, políticas y profesionales. 

¿Tuvieron que enfrentarse con resistencias desde la Facultad y la academia?

Débora Tajer: –Tuvimos, tenemos y tendremos. Así vivimos. Pero sabemos, aprendimos a hacer con eso. Y me parece que hace parte del feminismo y también de las desobediencias construir poder desde abajo, tener estrategias, entender que no siempre la correlación de fuerzas te da positivamente pero aun así podés hacer. 

MÁS ALLÁ DE FREUD Y LACAN

Las Jornadas 30 años, “Pasado, presente y futuro de la perspectiva de género en la formación de Psicología”, coordinadas también por Tajer, se realizan hoy y mañana en las sedes de la Facultad de Psicología. Se desarrollarán cuestiones tales como feminismos, masculinidades, psicoanálisis, contextos de encierro, nuevas tecnologías reproductivas y género, diversidades sexuales, maternidad como opción y no como destino, violencias, género y discapacidad, aborto y salud sexual y reproductiva.

¿La cátedra vino a matar a los padres del psicoanálisis?

D.T.: –Si bien no es una cátedra psicoanalítica –está en el área social comunitaria y trabaja la construcción histórica de la subjetividad–, tiene una unidad de Psicoanálisis y ahí se trabaja en la deconstrucción del paradigma patriarcal de esa disciplina, que como todas las disciplinas han debido ser deconstruidas desde esta perspectiva. Pero ya hay años de propuesta, no hace falta deconstruir a los padres y madres fundadoras. Y con mucha producción de lo que llamamos un psicoanálisis pospatriarcal, posheteronormativo y poscolonial.

A.M.F.: –Son tres líneas de deconstrucción. Por un lado la episteme de la diferencia, que históricamente en la cultura diferente significó inferior, peligroso o enfermo. Los psicoanálisis  durante muchos años no pudieron escuchar la interpelación que el feminismo lanzaba a todas las ciencias humanas ¿por qué la diferencia sexual deviene desigualdad social? Otra línea  de deconstrucción se refiere a los conceptos: muchas veces el psicoanálisis es hablado por lo histórico social, con procesos de dogmatización limitantes, donde la verdad está en el maestro fundador. Entonces eso sería aquello que el psicoanálisis “no pudo pensar”.  La tercera, de deconstrucción y reconstrucción ya claramente pospatriarcal, es revisar los sesgos patriarcales de los relatos que el psicoanálisis tiene en la clínica. 

Podemos decir que la cátedra inaugura modos de escucha y rompe silencios.

D.T.: –Rompe silencios y pone palabras. Pone palabras al dolor y nuevas significaciones y nuevos modos de relatar con otres este tipo de cuestiones. La producción de nuevos significantes validados es muy importante.

A.M.F.: –Y siempre es inteligencia colectiva.

D.T.: –Siempre. Estamos todo el tiempo relatando, viendo cuándo hay psicopatología cuando la hay, cuándo se psicopatologiza sólo lo nuevo o lo diferente porque no entra en el lecho de Procusto (n. de la r.: Mito de Procusto. Se refiere a quienes pretenden acomodar de manera arbitraria la realidad a sus intereses o visión de las cosas); cuál es el impacto del closet y sus salidas. Cuando algo que es el único canal por donde podés ir te produce malestar, y no es que sos así sino que esa manera de andar, que es el único camino que se te permite socialmente, es la que te produce el exceso para los otros y para vos. Todo esto es parte de lo que trabajamos con una adherencia muy fuerte y un impacto que nos encontró muy bien frente a la ola verde, porque pudimos dar una respuesta consistente a esta nueva demanda masiva. Además la Cátedra adhiere a la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito.

En un marco de crecimiento poderoso de los nuevos feminismos.

A.M.F.: –Claro, primero porque en términos políticos y de producción de subjetividad, es interesante pensarlos en términos del concepto de multitud. Se trata de lo político y no la política de los partidos. Este feminismo multitudinario es transnacional, transgeneracional, transclasista, transexual o transgenérico y transétnico. Se juntan allí los modos de luchar históricos, lo que han aportado las europeas y las latinoamericanas. Por otro lado desde el punto de vista conceptual hay mucho para pensar políticamente. Una de esas herramientas es la idea de multitud, la otra es la de las pasiones alegres de Spinoza, que decía que las pasiones tristes son las que necesita el tirano, y otra más, también de Spinoza: lo que puede un cuerpo. Acá podríamos decir lo que pueden los cuerpos. Esos torsos desnudos con inscripciones son cuerpos que dicen entre otros cuerpos. Pero además cambian el sentido de la desnudez. Es una desnudez política, de desujeción, de desdisciplina de los cuerpos. Hay mucho de invención y de fuerza colectiva que me parece que excede las versiones tradicionales de las políticas de los partidos. 

Pero parte del trabajo es ponerle historia a este movimiento.

D.T.: –Parte de nuestro trabajo es poder transmitir genealogía, los linajes. Esto que podés pensar es porque hubo un antes. Diferentes generaciones, diferentes historias de lo público, de la calle, de la academia, de la noche, de la noche sin miedo. Armar linaje en los colectivos es un acervo muy importante. Las chicas de los secundarios dicen que empezaron a significar cosas que estaban mal antes a partir de Ni Una Menos, porque encontraron que había toda una generación de mujeres en el feminismo que les permitió ponerles letra a los malestares que pensaron que les pasaba solo a ellas.

Y se amplificaron campos de debate y resistencia de las disidencias sexuales. 

A.M.F.: –Así como el capitalismo arma un paquete enredado de relaciones de poder junto con el patriarcado y el Estado, lxs que resisten e inventan nuevos modos de vivir también tienen que ir armando alianzas todo el tiempo con otrxs desigualadxs, manteniendo la especificidad de su lucha o su reivindicación. Me parece que suponer, por más fervor feminista que tengas, que en un capitalismo que desiguala y es cada vez más cruel va a haber un momento de igualdad política de las mujeres, es una miopía política. En esa conformación, las leyes de Identidad de género y Matrimonio igualitario también fueron otra movida de la salida del closet que fue armando el campo de problemas de la disidencia sexual, de las diversidades sexuales. Si pensás desde la diferencia, desigualás. ¿Entonces cómo pensar la categoría filosófica de diversidad? Desde el paradigma moderno es imposible. Lo estamos trabajando desde las lógicas pospatriarcales.

D.T.: –Retomo algo con lo que coincido, que dijo Judith Butler en su conferencia en la Universidad de Tres de Febrero, sobre que el neoliberalismo, como diría Ana, es la producción de soledades. En ese sentido el neoliberalismo produce desorganización, soledades y desamparos muy fuertes, y caída de muchas instituciones de amparo. Entonces las iglesias, las familias tradicionales, los discursos reaccionarios vienen a proponer un “amparo” que ellos por supuesto producen. Producen desamparos pero proponen amparos volviendo a lo conservador. Mucha gente con sus vidas muy desorganizadas tiene la tentación de ampararse en estas modalidades conservadoras. En una de las mesas de las jornadas, “Con mis hijes sí”, vamos a debatir la fuerte contraofensiva de los sectores conservadores y cómo hacen para poner a los sectores alternativos, propositivos y proderechos como si fuéramos opositores y como si fuéramos parte de las historias de opresión, mientras ellos vienen a defender las libertades individuales. 

A.M.F.: –Este feminismo multitudinario tiene un enorme desafío por delante. Porque esa modalidad del capitalismo actual que caracterizo en alianza con el patriarcado y el Estado, tiene estrategias biopolíticas muy innovadoras. Hay que estudiar cada dispositivo biopolítico, quiénes son sus agentes. Por ejemplo, ahora la iglesia católica tiene una alianza fuerte con los evangélicos. Hay que producir concepto político, teórico y estrategias de la calle. Pero sólo con las estrategias de la calle no vamos a poder, porque podrían dejarnos desgastar multitudinariamente. Es inteligente y atroz este momento neoliberal. Pocas veces en la historia se produce esta conjunción de lo cruel y atroz en el sentido político y el consenso popular. Es de una enorme inteligencia porque lo primero que hicieron cuando empezaron a llegar estos gobiernos fue resemantizar todo. La resemantización fue la condición para luego poder instalar la deuda y el ajuste. Eso es un objetivo político, no fue casualidad. La deuda es un modo sociohistórico ya estudiado de crear las condiciones de la dominación de unos países sobre otros. Y luego vienen estas cosas que hacen Trump o Bolsonaro, que parecen excéntricas pero que no son exabruptos. Tampoco son las dictaduras, por eso es muy importante la producción de inteligencia colectiva. Hay que ir al detalle; así, en poder conceptualizar cómo es la operatoria de un dispositivo, está la posibilidad de enfrentarlo. Si no, nos quedamos con consignas que nos emocionan muchísimo pero que no producen transformación. 

D.T.: –Este capitalismo es la necropolítica. Y el feminismo es doblemente subversivo ahí.

Al que también lo quieren reducir y encorsetar porque saben que vino a cambiarlo todo.

A.M.F.: –Avalan un feminismo liberal, algo así como el “Si querés, podés”, pero sin sacar los pies del plato. En esa inteligencia de la derecha salen con mucha lucidez a criticar no las cuestiones de género, sino la “ideología de género”. Es una movida que tejieron muy bien el año pasado durante el debate por la legalización del aborto en el Congreso.

MODO ESCRACHE 

Entre los ejes a debatir mañana, los abusos y escraches ocuparán un lugar central. El panel “Escraches, denuncias de abusos en adolescencia, deconstrucción. Impacto de la marea verde”, coordinado por Graciela Reid, contará con la participación de Débora Tajer, Eleonor Faur, Julieta Colomer, ex integrante de H.I.J.O.S; Julia Epstein, presidenta del Centro de Estudiantes del Colegio Nacional Buenos Aires (CNBA), y Joaquín Correa, de Varones en Deconstrucción, y egresado del CNBA. 

D.T.: –Dentro de esta idea nuestra de linajes e historización, vamos a compartir el panel con la gente de H.I.J.O.S. para que cuenten la experiencia histórica de los escraches. Qué balance pueden realizar para que los feminismos actuales entiendan cómo se tramita un escrache, por qué, dónde y cuándo. 

¿Cómo se tramitan los escraches entre adolescentes?

A.M.F.: –La psicoanalista Susana Toporossi publicó un libro sobre abuso infantil en el que diferencia el abuso de adultxs sobre niñxs o jóvenes, de aquellas situaciones abusivas en paridad de edad. Y alerta muy bien sobre la necesidad de trabajar de otro modo que con el abuso de adultxs sobre niñxs o adolescentes. Esto no quiere decir que haya que silenciar las situaciones abusivas entre pares de edad. Un abuso debe denunciarse. Pero es necesario realizar abordajes diferenciales. Si se pone todo en una misma bolsa va a haber mucho daño y poca transformación.   

D.T.: –El desafío es pensar colectivamente qué trámite se le da a eso y cómo se interviene. Cómo se aloja esta cuestión desde el mundo adulto; porque los adultos tenemos cosas para hacer, para aportar en la configuración de nuevos contratos, otro modo de relación entre masculinidades y feminidades en la adolescencia. En ese sentido es no impunidad pero no punitivismo. También nos encontramos con que cuando vamos a ver qué pasa entre los chicos, descubrimos los abusos de los adultos o ciertos avales para que los chicos tengan ese tipo de conductas. Es una cultura de la hegemonía, de la masculinidad que desiguala, y toda esta generación de pibas no quiere entrar en el corset de género.

Y además los modos en que se dirimen los mandatos entre adolescentes varones. 

A.M.F.: –Se trata de cómo se confirman en su masculinidad a la mirada de otros varones, por tanto todos los blasones abusivos que van conquistando son para ser aceptados como buenos machos por los otros varones. La piba es un mero instrumento. También las chicas tienen que empezar a leer políticamente eso. De lo contrario, si quedan atrapadas en el discurso amoroso no perciben la dimensión política del ejercicio libre de su sexualidad, del ejercicio libre de su enamoramiento. Muchas veces, el mito del amor romántico les impide detectar las situaciones de riesgo. No pueden imaginar que ése con el que salen tenga alguna conducta que las dañe. A su vez, estas crueldades son parte de la barbarización del lazo social, en estos tiempos de globalización. Las chicas deben estar advertidas de que estas cosas están circulando. Tal vez no siempre son sus madres quienes puedan ayudarlas. Es entre pares donde tienen que inventar los modos de pensar-se y pensar a este otro con una lectura política, porque como decíamos en los setenta, lo personal es político. Y yo le agregaría hoy, lo político no puede ser sino personal.

Desde hace 32 años, la Cátedra de Introducción a los Estudios de Género pone en tensión y en debate el deseo, el derecho a decidir, la maternidad como elección, los modos de vincularse, el control de los cuerpos, las deconstrucciones, subjetividades disidentes y la doble moral de las violencias de género. “Participamos denodadamente desde el principio y será hasta el final de nuestros días en las luchas políticas por el sentido”, asiente Ana María Fernández. 

Con una idea del deseo como concepto teórico y político. 

–Que me permitió pensar muchas relaciones entre deseo y política. Repensar el deseo desde otro articulador filosófico. Desde Spinoza y Deleuze se dieron las herramientas para pensarlo como potencia. Pensar el deseo desde la carencia, que es lo que tradicionalmente el psicoanálisis trae, no permite pensar la potencia colectiva. Ese es un buen articulador para pensar el deseo en la multitud. Otra cuestión importante es que en realidad para que una mujer, niña, joven se pueda apropiar de su deseo, tiene que hacer varias cosas que no son simples. En primer lugar registrar-se, por lo tanto registrar su propio cuerpo, sus zonas sensibles. No cualquiera puede registrar su deseo, porque para lograrlo tiene que estar acompañado de tener el derecho a ser un sujetx deseante. Y las mujeres históricamente hemos sido programadas, dibujadas, modeladas como objeto de deseo de los varones.

Y ésa es otra tensión política.

–¡Claro! Por ejemplo, un varón cis heterosexual no siempre puede dejarse explorar. ¿Por qué? Porque el fantasma de la homosexualidad lo acosa en el estereotipo  de las cuestiones del deseo. Ahora, el psicoanálisis tradicionalmente ha dicho que las mujeres tenemos más deseo de reconocimiento que el reconocimiento de nuestros deseos. Juego de palabras tramposo si los hay. Porque, ¿de quién habla, de la mujer? ¡No! Habla de ciertas mujeres que en un momento histórico no fueron sujeto de derecho, eran “objeto de”. Si sólo sos objeto, necesitás el reconocimiento. Si el otro no te reconoce, no existís.  Y si das una vuelta más de tuerca, mirá la operación ideologizante que se hace. Se toma un momento histórico como una condición de la femineidad, con lo cual se invisibiliza toda la operatoria biopolítica que hace que las mujeres tengamos que buscar más el reconocimiento que el registro de nuestros deseos. ¿Pero qué pasa si tenemos registro de nuestros deseos eróticos? Estalla la monogamia. Porque, a decir verdad, las mujeres fuimos las únicas que la sostuvimos. Los varones nunca fueron muy monógamos ni serán. En definitiva, en una cuestión conceptual del psicoanálisis está operando una lógica patriarcal. Allí es hablado por esa lógica que sostiene nada más ni nada menos que la familia occidental heteronormativa, base de la sociedad: otra idea liberal.