A fines de la década del 90, una adolescente recibe una bala en la nuca de parte de un chico que entra armado a la escuela y ataca a sus compañerxs: así empieza Vox Lux, poniendo en escena un momento representativo de la historia norteamericana reciente y haciendo de su protagonista una sobreviviente, que eventualmente demostrará ser tan violenta como la sociedad de la que surge. Celeste (interpretada de chica por Raffey Cassidy y de adulta por Natalie Portman), nacida y criada en Staten Island -esa especie de conurbano de Nueva York- no parecía destinada a salirse de lo común, excepto quizás por su devoción religiosa, pero poco después de sobrevivir a ese ataque que le deja una bala alojada en la columna escribe una canción junto a su hermana (Stacy Martin, la joven Joe de Nymphomaniac), que se viraliza y pronto la pone en el camino de convertirse en una jovencísima estrella pop. La película de Brady Corbet, que hace poco se presentó en el Bafici, llega envuelta en un aire de importancia, quizás porque si bien su terreno es el mundo del pop, la estética de su estrella y del afiche que la promocionan remite más bien a Velvet Goldmine de Todd Haynes (y por intermedio de Haynes, a David Bowie), y por supuesto también por el atractivo de ver a Natalie Portman en escena como una ídola de masas. 

Vox Lux está dividida en tres partes prolijamente introducidas por separadores con títulos como “Genesis” y “Regenesis”, y está narrada en voice over por Willem Dafoe con un tono tan sombrío y solemne como la película misma, que hace el ejercicio de desnaturalizar al pop llevándolo a un terreno de marrones, grises y azules metalizados, y de intensidad y reviente más bien rockeros. El arco que describe la historia va desde el ascenso de Celeste como estrella, y el consecuente ingreso en un mundo nocturno de vicios y descontrol, hasta un mega recital que la lleva de regreso a Staten Island, planteado en la película como una especie de resurgimiento de su carrera. Pero esto no es A star is born -un tipo de relato basado en el éxito y el impacto que supone en la vida personal de una estrella-, y la trayectoria de la protagonista importa menos que lo que representa: de principio a fin, Brady Corbet pretende trazar relaciones entre Celeste como ídola y la sociedad que la sustenta a través de la adoración y el consumo. En un momento, un grupo de terroristas en Europa del Este realiza un ataque tomando la estética de un video de Celeste, y a ella se le pregunta al respecto en una conferencia de prensa en la que trata de desligarse, por supuesto, del tipo de hechos con los que la película insiste en vincularla. 

Sin embargo, mientras que estos episodios aparecen a la distancia y siempre mediados por pantallas, la película elige centrarse en Celeste y lo más suculento de la “verdad” que tiene para ofrecer consiste en mostrar, por un lado, su desdoblamiento (la estrella diciendo lo que se espera que diga frente a la prensa, ¡qué novedad!), y por el otro los entretelones de su vida privada. Ahí está el manager (Jude Law) con el que de vez en cuando se enfiesta, la hermana que le escribió todas las canciones y quedó a la sombra, la hija adolescente que ya es más madura que su madre. Este universo es estereotipado y es difícil percibirlo como alguna especie de revelación, pero todavía es más naif la pretensión de que esa verdad está en el backstage, y de que hay alguna posibilidad de decir algo interesante sobre un ídolo pop a partir de revelar estos secretos más oscuros que, finalmente, son siempre los mismos. A Celeste, en cambio, casi nunca la vemos en acción, y el gran número musical se guarda para el final, y por lo tanto se nos hace sentir que se nos revelará algo crucial sobre la relación de la estrella con su público, cosa que tampoco sucede. En este momento de auge de documentales y biopics sobre artistas, queda cada vez más claro que si se quiere entender algo sobre el estrellato hay que correr el foco de la estrella, pero, ¿quién lo querría hacer? Porque en definitiva lo que demuestra Vox Lux es que, mala o buena, la estrella nos encanta.