Es tan pero tan popular que, cuando cumplió los 50, ni el MoMA se perdió la chance de dedicarle una retrospectiva, ni realizadores de filmar un documental que contase su historia. De hecho, hay consenso en el mundo del diseño: la aclama como una de las mejores, legendaria en su rubro. Pues, aunque cara visible de miles de marcas corporativas, le ha llegado la hora de hacerse un pequeño retoque para seguir tan vigente como en la década del 50, cuando revolucionó el mercado de las tipografías. Hablamos de la fuente Helvetica, venerado invento de los suizos Max Miedinger y Edouard Hoffman, sello distintivo de un estilo limpio, elegante, sobrio y legible, de la simplicidad moderna de mediados de siglo. Una fuente que, en los 80, tuvo un refresh para acomodarse a los nuevos soportes digitales, que ahora –tres décadas y media más tarde– ha quedado vetusta, principalmente por problemas como el espacio desigual entre las letras y la legibilidad en pantallas más pequeñas. Razón por la cual Monotype, la compañía que tiene sus derechos, acaba de lanzar una nueva versión, y lo ha hecho –conforme cabía esperarse para semejante titán de las letras– con bombos y platillos. “Esto no es una resurrección. Esto no es una restauración. Esto es una declaración. Esto es Helvética Now”, dice el rimbombante anuncio de, sí, claro, por supuesto, Helvetica Now, tal es el nombre de la mentada actualización, que pretende reavivar el atractivo de los perennes caracteres (más de 40 mil, dicho sea de paso) y estar a tono con los tiempos que corren. Así, puesta a tono con las demandas del siglo XXI, pergeñada para ser más legible en miniatura y no desmadrarse en larga escala, Helvetica Now estará “en todos lados, para todos, para todo”, según el lanzado Charles Nix, director de Monotype, que trabajó durante dos años para este rediseño del clásico de clásicos.