“Michetti: el gobierno nacional insulta la memoria de nuestros MÁRTIRES” decía una pancarta con la imagen de monseñor Enrique Angelelli que se desplegó hoy en la misa por la beatificación del asesinado obispo de La Rioja. Un grupo de sacerdotes, varios del ellos del Movimiento de Curas en Opción por los Pobres, lo hizo ante la presencia de la vicepresidenta Gabriela Michetti, enviada del gobierno a la ceremonia en La Rioja.
La pancarta, de unos 2 metros de largo, se extendió durante unos 5 minutos y causó irritación en las huestes macristas. Karina Molina, diputada nacional de Cambiemos por La Rioja, pidió a los curas que bajaran la pancarta, cosa que recién hicieron después de la comunión. Al finalizar el acto, uno de los curas, Paco Olveira, ex párroco de la Isla Maciel, se acercó a donde estaba la vicepresidenta y le pidió un cambio de modelo económico. No pudo escuchar la respuesta: la custodia de Michetti lo sacó del lugar.
La ceremonia congregó a unas 30 mil personas en el Parque de la Ciudad, a 7 kilómetros de la capital provincial. Allí, se beatificó a Angelelli y a los sacerdotes Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville y el laico catequista Wenceslao Pedernera. Los cuatro fueron muertos por la dictadura militar en 1976 y para la Iglesia Católica son mártires. El prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos, Angelo Becciu, enviado por el Papa Francisco, fue el encargado de llevar adelante la ceremonia.
Delfor "Pocho" Brizuela, secretario de Derechos Humanos de la provincia y ex sacerdote, quien como tal oficiara la misa en Chamical donde el entonces presidente Néstor Kirchner se refirió en 2005 a la muerte de Angelelli como asesinato, contó a Página/12 que “tuvimos una jornada histórica”, vivida en la última semana “ con mucha intensidad” y que lo de hoy “va más allá de los límites de la Iglesia Católica”.
Para Brizuela “el reconocimiento del martirio es una reivindicación de la resistencia a la dictadura y la construcción de la memoria, algo en lo que estamos todos, cristianos o no”. Además, consideró que la ceremonia “nos ha hecho mucho bien en un momento de restauración conservadora en América Latina”, y que la decisión del Papa Francisco de hacer beatos a los cuatro mártires “significa un soplo de aire fresco en la causa de la liberación contra la opresión”.
Sobre la pancarta que se vio, estimó que “fue un gesto significativo” y recordó que “cuando se supo que iba a venir Michetti fue tema de conversación entre varios grupos para ver qué se podía hacer”. Brizuela vivió la jornada con particular emoción: conoció a Angelelli en su adolescencia en La Rioja, cuando integró grupos de jóvenes apadrinados por el obispo. Tras el asesinato ingresó al seminario donde se transformó en uno de los fundadores de la regional Tucumán del Servicio Paz y Justicia (Serpaj) que conduce el premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel. En 2006 abandonó los hábitos.