Un fantasma recorre Mar del Plata. Se llama AFI, Agencia Federal de Inteligencia, y según informaciones recogidas por este diario busca lo mismo que el procesado Marcelo D’Alessio: torcer acciones de la Justicia mediante la amenaza o la incentivación material. Ya lo hizo con el juez de Avellaneda Luis Carzoglio. Ahora el blanco del Gobierno nacional son los camaristas que deben decidir qué hacen con la megacausa abierta por Alejo Ramos Padilla en Dolores. Si lo dejan que continúe investigando, si descuartizan la pesquisa o si envían el expediente a un territorio amistoso llamado Comodoro Py. El fiscal Juan Manuel Pettigiani ya dictaminó que Ramos Padilla no debe seguir.
Tal como informó Página/12 el viernes, los camaristas son Eduardo Jiménez y Alejandro Tazza, dos profesores que buscaron el cobijo académico de Eugenio Raúl Zaffaroni cuando publicaron su “Manual de Derecho Penal Militar”. Y si el fallo fuera controvertido se les debería sumar Bernardo Bibel, juez federal de Necochea.
Ramos Padilla abrió la causa porque el primer hecho fue la reunión del espía oficial, extraoficial, argentino, extranjero o todo al mismo tiempo Marcelo D’Alessio con el fiscal federal Carlos Stornelli en Pinamar. Así como ahora el blanco son los camaristas, en ese momento el objetivo era el empresario Pedro Etchebest. Stornelli todavía no fue a declarar a Dolores, contrariando un principio que hasta hizo público el ministro de la Corte Suprema Horacio Rosatti.
Uno de los cargos del procesamiento es el de asociación ilícita. ¿Asociación iría a parar a un juzgado e ilícita a otro? El expediente abarca hechos con ramificaciones en todo el mundo. El lavado de dinero, entonces, podría ir a un juzgado de Liechtenstein. El espionaje ilegal en Montevideo, a la Justicia uruguaya. La posible intervención de la agencia de drogas de los Estados Unidos, la DEA, en la detención de Ibar Pérez Corradi en Ciudad del Este, a la Justicia de Paraguay. El espionaje sobre la empresa estatal Petróleos de Venezuela, PDVSA, a Caracas.
Todo suena a disparate. ¿Sería un disparate dejar la causa en Dolores? Uno de los criterios en danza sería el de dejarle la causa al juez que hizo cesar el delito. Si se aplicara, Ramos Padilla podría seguir investigando como hasta ahora.
El Poder Ejecutivo siente confianza ciega en su poder de fuego. Quizás tenga razón. O quizás la imagen negativa de Mauricio Macri (superó el 60 por ciento según el CEOP) le quite a la Casa Rosada una dosis de la capacidad de persuasión, por llamarla de alguna manera, sobre todo cuando el foco nacional e internacional está puesto sobre una causa que no para de crecer.
Nadie podría impugnarle a un camarista que obre de acuerdo a Derecho. Pero si la decisión final llegase a ser jurídicamente débil o antojadiza, si la causa sufriera la suerte de Tupac Amaru o volara frágil de argumentos hasta Py, lloverán las sospechas, que en este país se consiguen más que las inversiones. En ese caso, los camaristas podrían consultar qué se siente a un fiscal paralizado y sin el fuego persecutorio de antes. Se llama Carlos Stornelli y hasta sus viejos amigos hoy lo miran como a un fantasma. Otro más.