Desde agosto de 2018 los trabajadores del Centro de Salud 14 de Villa Cildáñez atienden en trailers. Los consultorios-containers fueron instalados por el Gobierno de la Ciudad como una solución de emergencia por el incendio de la sede del Cesac, y debían funcionar por sólo tres meses, mientras se terminaba un nuevo edificio. Sin embargo, el plazo se cumplió y el tiempo pasa sin que la construcción sea terminada. Las condiciones de trabajo de los médicos y de atención de los pacientes, mientras tanto, son de precariedad; los consultorios tienen luz sólo una parte del día. Los vecinos esperan en la calle, ya que después de una serie de reclamos les destinaron como sala de espera un container aparte, al que la mayoría no quiere entrar por temor a que los médicos no los vean. La farmacia no está abastecida porque no hay cadena de frío. La atención odontológica permanece suspendida. A pesar de esfuerzo del equipo de profesionales, las prestaciones están afectadas. El Cesac 14 debe atender a más de 20 mil porteños de Villa Cildáñez, una demanda en crecimiento por los pacientes que vuelven al sistema de atención pública por no poder seguir pagando una prepaga.
Organizados en la Mesa de Salud, vecinos y trabajadores reclaman que las obras del nuevo Cesac se completen. “Pedimos que la ministra de Salud venga a ver la situación y nos de una respuesta”, señaló a PáginaI12 Fabio Oliva, de la Mesa de Salud de Cildáñez.
La Mesa es un espacio que reúne a vecinos, trabajadores de la salud, organizaciones sociales y representantes del gobierno. Fue creada por presión de los vecinos para hacer un seguimiento de la construcción. Hacen visitas periódicas a la obra junto a los funcionarios porteños. Así obtuvieron, el año pasado, la promesa inicial de que el centro de Salud sería abierto en diciembre.
El edificio ya era una obra avanzada –aunque paralizada– cuando ocurrió el incendio, en agosto de 2018, y el plan para ponerlo en condiciones fue inicialmente de tres meses. Sin embargo, los trabajos quedaron interrumpidos por el quiebre de la empresa a la que se encomendaron los trabajos. “En enero retomaron las obras. En los carteles figura la misma compañía, aunque los funcionarios nos dijeron que una nueva firma compró la empresa quebrada y se trataba de otra gente. Nos dieron nueva fecha para marzo, después para junio. Sin embargo el mes pasado la obra fue nuevamente paralizada porque faltaban una serie de seguros para los obreros”, señaló a este diario una de las trabajadoras del Cesac, que pidió reserva de su nombre por temor a represalias.
Agregó que las condiciones de atención son “muy complejas, porque los espacios son reducidos y cada día hay que armar y desarmar todo. No hay lugar donde guardar nuestras cosas, ni dónde calentar un almuerzo. Estamos abastecidos por un generador ambulante, de emergencia, manejado por trabajadores que terminan su turno a las 15 y al retirarse deben apagar el suministro. Ante los reclamos, la Ciudad nos dijo que iba a poner un poste de la luz. Lo pusieron cinco veces porque no se ajustaba a la normativa”.
Oliva completó el cuadro: “como espacio de diálogo y planificación conjunta con el Gobierno de la Ciudad, en la Mesa de Salud sentimos que se desprecia la participación responsable de los ciudadanos. Y que hay inoperancia. Por ejemplo, a los planos de la obra los hicieron sin venir a ver el lugar, y por eso todo el lateral del edificio era ciego, no tenía ventanas. Por nuestra intervención corrigieron los planos. Tampoco habían previsto una rampa de acceso al primer piso para discapacitados”. Lo que más preocupa es la nueva interrupción de los trabajos, que pone en dudas el nuevo plazo.
Hoy está agendada una nueva visita a la obra con la presencia de funcionarios de la Ciudad. Los vecinos se convocaron a las 11, en el cruce de Casco y Saravia, para seguir su resultado.
“Los funcionarios, si bien discursivamente se muestran dispuestos a trabajar con la comunidad, en la práctica dilatan los plazos e incumplen los compromisos”, advirtieron los trabajadores.