Todavía resuenan en el mundillo del fútbol dos gestos muy significativos del fin de semana: el de Marcelo Bielsa, que ordenó a sus dirigidos que se dejaran hacer un gol para compensar una injusticia, y el de Marcelo Gallardo, que retó y desairó públicamente a un pibe del equipo que dirige por tomar una decisión equivocada en el final de un partido. 

La ética e inusual actitud de Bielsa fue cuestionada desde diferentes ángulos: que perjudicó a sus jugadores para el lucimiento personal; que lo hizo porque su equipo ya no tenía chances de ascender; que es hipócrita porque no lo haría en otras circunstancias, y hasta se dijo de él que es un "romántico anacrónico fuera de la realidad".

Por suerte, no son pocos los que destacaron su mirada sobre el fair play y la ponen como ejemplo de las armas que pueden llegar a utilizarse para sostener la esencia del juego. En un fútbol absorbido por las maquinarias superprofesionales y en el que todo vale para conseguir el Dios Resultado, Bielsa dejó una muestra ética que deberá ser resaltada por los formadores de pibes de los semilleros de todo el mundo.

No se sabe si repetiría este gesto en otra circunstancias y en el fondo es un detalle menor, no importa mucho. Lo sintió así en ese momento y lo hizo. Y los que lo cuestionan a cuenta son en realidad aquellos que serían incapaces de una actitud leal o digna en cualquier circunstancia. Frente a su propio espejo buscan el modo de justificar sus propias miserias.

Lo de Gallardo llamó la atención porque normalmente actúa con mucha sensatez frente a las cámaras de la televisión, y se recuerda que alguna vez retó a un jugador porque entró en el juego periodístico de hacer declaraciones explosivas en la antesala de un superclásico para calentarlo. Pero esta vez se le escapó la tortuga, como diría Maradona. Se equivocó feo; al pibe podría haberle llamado la atención en el vestuario y no delante de todo el mundo, dejándolo con la mano colgada. Seguramente reflexionará y admitirá concienzudamente el error. No deberá escuchar voces como la de uno de sus más conocidos lamebotas de la tele que opinó que había hecho docencia con el chico. 

Docencia de verdad es la que hizo Bielsa, un verdadero maestro.