La iglesia mendocina echó a Fernando Yáñez, el (ahora ex) cura que estaba acusado por el abuso de dos menores en 2013 y que justificó su accionar explicando que “uno está rodeado de varones y necesita cariño”. El obispo de la diócesis de San Rafael, Eduardo María Taussig, redujo al estado laical a Yáñez no por los abusos --de los que resultó absuelto, porque su denunciante no llegó a ratificar la denuncia-- sino porque de acuerdo con la justicia canónica fue hallado culpable de "desobediencia pertinaz (canon 1371,2º del CIC)", "ejercicio ilegítimo de una función sacerdotal (C. 1384)", "suscitar públicamente aversión y odio contra la Sede Apostólica o el Ordinario (c. 1373)". El comunicado del obispado informó que Taussig impuso "la dimisión del estado clerical, con efecto inmediato, por Decreto de fecha 29/04/2019 (Prot. 105/19)" y aclara que se trata de "la máxima pena que impone la ley penal canónica a un sacerdote, fuera de la excomunión".
A fines de la semana pasada, Yáñez resuelto absuelto por falta de pruebas en el juicio que se le siguió tras la denuncia de haber abusado de un chico menor de edad. El adolescente, que radicó la denuncia inicialmente, luego no se presentó a ratificarla. Sin embargo, en medio del proceso judicial, en 2016, trascendió un registro de audio en el que el entonces todavía cura justificaba sus manoseos a los jóvenes del hogar de Monte Comán. En la grabación, un chico del hogar le recrimina los tocamientos: "yo lo vi, padre, cuando se sacó la ropa, yo vi que le tocaba el traste, tuve que hablar porque la situación no da para más, nadie lo está juzgando, pero si le pinta eso, si le gustan los hombres, usted deje los hábitos”, le dijo al cura. Yáñez retrucó: “uno está rodeado de varones, miren a Ricky Martin si no cómo terminó. Antes del seminario me encamé mil veces. Pero ahora aquí uno los quiere y se desborda ese sentimiento. Puede ser que me haya dado vuelta, he llegado a una situación que no doy más, la tentación es más grande. Necesito cariño, yo no puedo más, necesito cariño de alguien y lo busco en un hombre".
El Obispado del Sur mendocino informó que Yáñez ya había sido suspendido en forma cautelar pero que ahora la sanción quedó firme y oficializada: "en razón de la sentencia, ya no podrá realizar ningún acto ministerial, ni usar vestimenta eclesiástica, ni reclamar para sí ningún privilegio que el derecho disponga a los clérigos". En la justicia canónica, Yáñez estaba acusado por 4 delitos, según indicó el vocero de la diócesis del Sur, José Antonio Álvarez. “Si bien se lo absolvió en uno (abuso); se lo encontró culpable en los otros 3 y por ello se decide la condena de dimisión. Es algo muy lamentable desde todo punto de vista, que se rebele contra un superior. No hay nada que festejar en esta condena, es triste y lamentable. Pero ameritaba que se tomase una decisión", opinó Álvarez.
El juicio canónico contra el sacerdote había comenzado en 2008. La acusación por “el posible delito de abuso de un menor a su guarda” que habría cometido mientras estaba al frente del hogar San Luis Gonzaga en Monte Comán, sin embargo, recién se incorporó en 2014, cuando la justicia ordinaria inició una causa en su contra a partir de una denuncia realizada por la Dirección de la Niñez de Mendoza, organismo que señaló que el sacerdote habría “manoseado” en 2013 a un chico alojado en el hogar (denuncia a la que luego se le sumó el caso de otro joven). Parte de la acusación estuvo basada en los audios que grabaron internos del hogar en los que se escuchaba al sacerdote decir: "Uno está rodeado de varones y necesita cariño. Necesito cariño, yo no puedo más, necesito cariño de alguien".
El 26 de abril de este año, como la víctima no se presentó a ratificar sus declaraciones iniciales, Yáñez recibió la absolución por parte del Tribunal de San Rafael. En consonancia con la decisión de la justicia ordinaria, el ex cura también fue absuelto de este delito en el juicio canónico: “No había prueba alguna del delito, más allá de dichos de la prensa", sintetizó el vocero del Obispado Sur sobre el cuarto delito por el que estaba siendo juzgado a nivel eclesiástico.
El año pasado, durante el debate por la legalización del aborto Yáñez había afirmado criticado a los obispos "que son todos unos cagones, unos cobardes". "Esto me hace acordar a la época de los Cristeros. Los laicos y los sacerdotes dando su sangre; los obispos como perros mudos, callados, cobardes, con el Papa a la cabeza", añadió.
Según la información suministrada por el obispado sureño, Yáñez cumplió en sus primeros años de ministerio, “una tarea como pastor de los fieles en la Parroquia de Monte Comán, atendiendo a los más necesitados y postergados”. En un momento de su ministerio, “lamentablemente tomó una actitud de abierta rebeldía a la autoridad de la Iglesia, en la que ha permanecido en forma contumaz, a pesar de los numerosísimos esfuerzos por hacerlo deponer su actitud y volver a la recta disciplina eclesial", explicó el organismo a través de un comunicado. “Esta actitud constituye un delito que se opone a su condición de sacerdote. El escándalo suscitado por sus acciones y palabras, requiere de una sanción congrua”, agregó el comunicado. "Mientras se desempeñaba en un hogar de chicos judicializados, Yáñez consideró que tenía que obrar de una manera; mientras que el obispo dispuso que debía ser de otra. Era algo mínimo y en lo que se hubiesen podido poner de acuerdo hablando, pero optó por la desobediencia. A partir de eso, surgieron varios enojos y diferencias", dijo Álvarez al diario mendocino Los Andes.
Yáñez podría volver a ser cura, según las propias declaraciones de Álvarez. “Está aún la posibilidad de una apelación, que debería realizar ante la Congregación de la Doctrina de la Santa Fe. Pero siempre hay lugar también para el arrepentimiento. En la Iglesia, las sanciones son medicinales y pretenden el arrepentimiento. Si él se arrepiente, recibirá el perdón. De hecho, en caso de hacerlo --y previo proceso específico-- hasta podría volver a ser sacerdote. Ha habido casos en el mundo en los que ha acontecido esto", concluyó el vocero.