La Feria del Libro de Buenos Aires tiene una condición paradójica. Durante veinte días, ese espacio de 45.500 metros cuadrados y 500 stands se transforma en un microclima que funciona con un cronograma propio (miles de festivas presentaciones, lecturas, recitales) aunque afuera haya paros, movilizaciones o conflictos gremiales. Sin embargo, el impacto del magma social se hace sentir. Dos ejemplos: la Cámara Argentina del Libro reconoció que el primer trimestre de 2019 fue el peor de los últimos cinco años para el sector editorial mientras el macrismo insiste con más ajuste; la autobiografía Sinceramente, de Cristina Fernández de Kirchner, se transformó en un impensado hit ferial mientras la ex presidenta decide si volverá al ruedo electoral. Y claro que la Feria también se transforma en caja de resonancia de la lucha feminista. Nadie nos regala nada, simplemente vamos ocupando los espacios que históricamente nos fueron negados.
Así, durante los últimos tres años, el discurso de apertura de este mega evento estuvo a cargo de mujeres intelectuales que, aún con distintas miradas, instalaron reivindicaciones comunes. Luisa Valenzuela, en 2017; Claudia Piñeiro en 2018 y la antropóloga Rita Segato ahora, dan cuenta del cambio de paradigma. Y eso se ve también en los lugares protagónicos que ocupan los libros vinculados al feminismo en stands de editoriales mainstream e independientes. En ese mismo lapso de tiempo, Las12 recorre cada año los stands buscando gemas de fulgor singular.
A comienzos del siglo XX, la artista rusa Liubov Popova comienza a dibujar diseños textiles geométricos que se transformaron en sinónimo de lucha obrera con evidente glamour. La editorial Pixel tomó estos diseños para las portadas de sus deliciosos fanzines que recuperan ensayos feministas de todas las épocas y geografías. En el stand 626 de Bajo la Luna (pabellón azul) es posible encontrar títulos como Heterosexualidad obligatoria y existencia lesbiana, de Adrienne Rich, El marxismo y lo meramente cultural de Judith Butler o Una poética feminista disidente de Valeria Flores, a precios muy populares. También en ese stand se encuentra una hermosa novedad: la primera traducción al castellano de los poemas de June Jordan. Cosas que hago en la oscuridad es una antología con traducciones hechas por Flor Codagnone que permite recorrer la obra de esta referente estadounidense, negra, bisexual, lesbiana a la que Rich calificó como “la más personal de los poetas políticos”. El libro cuesta 420 pesos.
Ahí cerca, en el stand de La Coop (627, pabellón azul) brilla la antología La cúpula de cristal con poemas de Amy Lowell, traducidos por Daniela Camozzi y editados por Mágicas Naranjas. Amy nació en Estados Unidos a fines del siglo XIX; tras su fallecimiento, su mujer quemó varios de sus poemas aunque otros, los que se presentan ahora, sobrevivieron. Allí también se consigue Biografía en los saquitos de té, de la australiana Westonia Murray, que terminó viviendo en Santa Cruz y de la que poco se sabe y menos se ha traducido. “Se llamaba Stephanie / Fue la primera mujer / con quien tuve relaciones / Me tomó la cara / entre sus manos / y nos quedamos así un rato / Las canciones de Prince / los origamis / y su póster de Kiss / lo saben”, dicen sus versos, editados por Llantén.
Otra curiosidad de ese stand, es el Oráculo de Mujeres Autoras, inspirado en un libro del mismo nombre. Cada carta tiene retratos de dibujados de J.K. Rowling, Ada Lovelace o Janis Joplin, entre otras, con las características salientes de su obra y su carácter. Las editoras de Fera, responsables de este material, aseguran que las cartas sirven para hacer consultas sobre la energía que impera en ese momento en nuestras vidas. Cuesta 590 pesos.
Si de orgullo brujeril se trata, otra novedad es Brujas. La potencia indómita de las mujeres, el segundo texto en castellano que la editorial Hekht publica de la franco-suiza Mona Cholett, autora también de En casa. Una odisea del espacio doméstico. Siguiendo la línea investigativa de Silvia Federici en Calibán y la bruja (un clásico de la Feria, que se propagó de boca en boca), Cholett indaga la desobediencia que encarnaron las brujas del pasado, reivindicadas por los feminismos del presente. Este texto, que cuesta 520 pesos, se consigue en Todo libro es político, stand 2020, pabellón amarillo. Ahí también se encuentra la versión en castellano de un clásico semioculto de los setenta en torno al feminismo blackpower: Macho negro y el mito de la Supermujer, de Michel Wallace.
Otro nuevo ensayo recomendadísimo es Feminismo para el 99%, escrito a seis manos por tres organizadoras del Paro Internacional de Mujeres: la italiana Cintia Arruza, la india Tithi Bhattachayra y la estadounidense Nancy Fraser (Editorial Rara Avis, stand 235, pabellón azul). Otra novela recomendadísima, que también acaba de salir, es Cometierra, de la bonarense Dolores Reyes, sobre una chica que traga tierra y tiene visiones. La primera de ellas es cuando su padre mata a su padre. Editado por Sigilo, el libro se encuentra en Sólidos Platónicos, stand 1915, pabellón amarillo. Un libro inclasificable recomendadísimo: Espuma, notas de la artista gráfica rosarina María Luque, editado por Galería. Un cuadernito hermoso con ilustraciones y entradas de diario íntimo como “Soñé que una escalera estaba tapada y la Mujer Maravilla iba abriendo el camino con el taco de su zapato. No sé si era la Mujer Maravilla de verdad o una chica común disfrazada” (stand 627, pabellón azul).
Un stand que se las trae es Orgullo y Prejuicio, con programación queer curada por Gabriela Borrelli Azara, colaboradora de Soy, y una selección de libros flamígeros (stand 3038, pabellón ocre). También es recomendable visitar Fuegx feminista conquista el espacio, que reúne a editoras independientes de todo el país. Ahí está la flamante editorial Maravilla, oriunda de Villa Ventana (cerca de Sierra de la Ventana, sí) creada por Roberta Iannamico y Celeste Caporossi. Ellas recuperaron, por ejemplo, la obra de la educadora feminista y anarquista Herminia Brumana, nacida en 1897 en Pigüé, autora de Tizas de colores, un libro sobre sus memorias como maestra que publicó en una autoedición en 1932 y que había quedado en el olvidado. Con muchísima gracia, Brumana relata vivencias escolares y alienta a las maestras a luchar por la justicia y la igualdad. Este libro-objeto está impreso en cuadernos Rivadavia originales. Cuesta 450 pesos (stand 2113, pabellón amarillo).
Quien busque libros para infancias, encontrará stands donde se multiplican historias originales y desprejuiciadas. El plan es una reversión de la historia de los tres chanchitos aunque esta vez, las protagonistas son tres chanchitas que usan piercings, capas voladoras y tablas de skate y que burlan a un lobo machirulo. El libro está escrito por Ethel Batista, con ilustraciones de Eva Mastrogiulio, editado por Calibroscopio (stand 620, pabellón azul). También es recomendable el nuevo Clara y el hombre de la ventana, de la ganadora del Hans Christian Andersen, María Teresa Andruetto. Editado por Limonero y con ilustraciones de Martina Trach, el texto cuenta cómo una niña se hace lectora gracias a un vecino que vive solo, con el corazón roto, abandonado por otro hombre (stand 622, pabellón azul). En Niño (stand 2103, pabellón amarillo) hay volúmenes encantadores, como Flora, mi osito, escrito en los setenta por la checa Daisy Mrazkova, sobre un osito de peluche que deviene osa cuando su dueño decide que le quedan mejor los vestidos. O Barbie y Milo, la historia de amor de un nene que desea una muñeca aunque su padre insista con comprarle pistolas de plástico. Todos rondan los 500 pesos.