Desde Rosario
Rostros desencajados, lágrimas y bronca. El juicio por la desaparición de Paula Perassi terminó ayer con cuatro civiles y cinco policías absueltos por el beneficio de la duda. Para el tribunal que durante un mes escuchó un centenar de testimonios, “la versión de los hechos no surgió de investigaciones estatales, sino de datos y comentarios recolectados desde el dolor por la ausencia, armados por el imaginario popular que se fue alimentado con el tiempo y clamor social”, expresaron sobre la teoría de la privación ilegítima de la libertad y aborto sin consentimiento seguido de muerte. El fallo se leyó mientras afuera del Centro de Justicia Penal de Rosario organizaciones de mujeres, sociales y barriales reclamaban el fin de la justicia patriarcal. Alberto y Alicia, padres de la víctima, se desarmaron cuando escucharon la decisión unánime. Fiscalía y querellantes adelantaron que apelarán. A siete años y medio de la desaparición en democracia, la pregunta con la que comenzó el debate, el 21 de marzo pasado, sigue siendo la misma: “¿Dónde está y qué pasó con Paula Perassi?”.
“Nos falta Paula, a ver si nos entendemos, porque hace siete años que la desaparecieron”, cantaron cientos de personas, en la previa del veredicto. Una hora después, no alcanzaban los abrazos para consolar a los padres de la mujer que tenía 34 años y dos hijos cuando salió de su casa de San Lorenzo, la ciudad del cordón industrial ubicada a 29 kilómetros de Rosario, la noche del 18 de septiembre de 2011. Alicia se descompensó y debió ser asistida por el servicio de emergencias.
La teoría del caso de Fiscalía y querellantes apunta a que la mujer fue privada de su libertad para practicarle un aborto sin consentimiento ante su decisión de continuar con un embarazo, fruto de la relación extramatrimonial con el principal acusado, Gabriel Strumia, quien ayer se abrazó y lloró con su esposa, Roxana Michl –también acusada–, cuando escuchó la palabra “absolver”. Tampoco hubo condena para la mujer acusada de interrumpir el embarazo, en la localidad de Timbúes, Mirta Rusñisky, a quien le enontraron pastillas de Oxaprost; ni para los jefes policiales de San Lorenzo, Adolfo Puyol y Jorge Krenz, que estuvieron sentados en el banquillo con sus subalternos Gabriel Godoy, Aldo Gómez y María José Galtieli, acusados de encubrir, ocultar y sustraer pruebas en el inicio de la causa. Todos salieron en libertad.
“Es un caso con enorme trascendencia social, que nos conmueve y moviliza”, aseguró la jueza Griselda Strólogo, quien firmó el fallo con Alvaro Campos y Mariel Minetti, en el que no ahorraron en críticas a la Fiscalía: “Desprolija, controvertida, cuestionada e insuficiente”, tildaron a la investigación. Y argumentaron que “una condena no depende de lo que se cuenta, sino de lo que se prueba”.
“La labor del tribunal fue verificar si se habían reunido pruebas para condenar. Quien tiene que demostrarlas son los fiscales y la querella. Se tomaron más de siete años para investigar y recolectar evidencia para saber qué pasó con Paula Perassi y traer a sus responsables a juicio. Pero no lo han logrado”. Y fueron más allá: “No logró el Estado probar con la certeza necesaria que las personas acusadas son culpables”. “Si los comentarios y dichos tuvieron algún atisbo de verdad, los acusadores no lograron concatenarlos, agruparlos y apoyarlos para que se convirtieran en prueba sólida”.
Para el tribunal, “la complejidad del caso necesitaba esfuerzos mucho mayores de los investigadores ya que se partía de la enorme dificultad de no tener escena del crimen, ni el cuerpo, ni restos de la víctima”, arguyeron sobre dichos que usaron las defensas. También apuntaron a que “se deben agotar todas las líneas investigativas, descartarlas, desechándolas con argumentos sólidos”.
Y se escudaron: “No somos ajenos al sufrimiento y padecimiento de la familia de la víctima, llevando la voz de la lucha su padre junto a la comunidad que apoya su legítimo reclamo, que tiene que soportar no tener a su hija ni saber qué pasó con ella. Fuimos testigos del dolor y la carga emocional que representa la incertidumbre y la imposibilidad de hacer su duelo”, aseguraron. “Hoy termina el juicio contra los acusados, lo que no puede ni debe terminar es la búsqueda de Paula Perassi y lo que pasó con ella”, plantearon al final.
Acongojado por no lograr una respuesta para sus nietos, Alberto Perassi preguntó dónde están sus derechos, con la misma incertidumbre con la que indaga desde hace años “dónde están los huesos” de su hija; y por lo que reclamaba que se rompiera el “pacto de silencio” entre los imputados. “¿Y ahora qué? Paula sigue desaparecida en democracia y todos están absueltos. Realmente esperaba otra cosa. Quiero saber quién se va a hacer cargo de esto. ¿El juez (de San Lorenzo, Eduardo) Filocco, que dijo que Paula era una loquita y que ya iba a volver?”, cuestionó.
Para el fiscal Donato Trotta, se trató de “un acto de injusticia”.
“Fue la actividad policial de encubrir la que que hizo que todos estos años fuera difícil avanzar no solo en la localización del cuerpo, sino en investigar”, aseguró. Para el abogado querellante Adrián Ruiz, “se está dando un mensaje de que si se corrompen los investigadores, cualquier crimen puede ser perfecto”.