“Prime Minister, why don´t you resign? (¿Por qué no renuncia Primer Ministro?) Con ese grito desaforado recibió a Theresa May un militante conservador en un acto partidario tras el desastroso resultado de los tories en las elecciones municipales en Inglaterra e Irlanda del Norte celebradas el jueves.
No fue un grito aislado. Durante el lento conteo de votos que continuó a lo largo del viernes, diputados, concejales y activistas conservadores se sumaron al pedido de renuncia de May. A media tarde del viernes, los guarismos ya eran de tamaño catástrofe. En su peor elección local en décadas, los conservadores habían perdido más de 1100 concejales y el control de más de 40 municipios.
Es tradicional que las elecciones municipales sean una oportunidad de voto castigo contra el gobierno de turno, pero en este caso, el simbolismo tiene unas dimensión mucho más amplia. Son los primeros comicios desde que el gobierno postergó – el 29 de marzo y el 12 de abril – la partida del Reino Unido de la Unión Europea (UE), programada ahora para el 31 de octubre. El veredicto fue una derrota demoledora para los conservadores, responsables de los casi tres años de negociación con la UE. Los grandes ganadores fueron los partidos proeuropeos.
Los liberal demócratas obtuvieron más de 500 escaños municipales, los verdes cerca de 200 y los independientes superaron los 300. En contraste, el ferozmente proBrexit UKIP, perdió cerca de 100 concejales. Entre las curiosidades de la elección está que el más conspicuo representante de la derecha conservadora Pro-Brexit, Jacob Rees-Mogg, vive desde hoy en un municipio liberal-demócrata anti-Brexit.
El principal partido de oposición, el laborismo de Jeremy Corbyn, no consiguió aprovechar el desbande conservador. La posición entre equilibrada y elusiva de Corbyn, que a la vez que admite la salida británica de la UE propone mantener el máximo vínculo posible con el bloque europeo y no descarta un segundo referendo, sirvió para que no hubiera una estampida de votos en el norte industrial proBrexit o en zonas del sur pro-europeas, pero no impidió que el partido perdiera unos 100 concejales y unos 9 municipios.
Corbyn reconoció que el Brexit había sido un factor determinante en la elección. “Por supuesto que nos podría haber ido mejor. Era lo que esperábamos. En algunos casos, el voto se debió a factores locales. En otros, a un desacuerdo con la política seguida por los dos partidos respecto al Brexit. Está claro que el Parlamento tiene que resolver este tema”, dijo Corbyn. La primera ministra aprovechó el resultado laborista para meter a todos en la misma bolsa. “Creo que el mensaje es claro tanto para nosotros como para los laboristas. Solucionen el tema del Brexit (...."deliver Brexit"....)”, dijo May.
En realidad el mensaje es mucho más difuso que este simplista "deliver Brexit". Tanto conservadores como laboristas perdieron concejales a manos de partidos proeuropeos que rechazan de plano el Brexit y quieren un nuevo referendo. En localidades del norte post-industrial como Barnsley, teóricamente más pro-Brexit, hubo un “swing” (viraje) de un 17,3 por ciento de votantes laboristas que eligieron liberal demócratas mientras que en la también norteña Sunderland el “swing” fue del 13,4 por ciento. En otras localidades el cambio fue menor - entre el 2 y el 7 por ciento -, pero en la misma dirección. Más que el “deliver Brexit” (concretar la salida) de May, los votantes parecen haber dicho “get rid of Brexit” (librarse del Brexit, rechazarlo).
En una proyección a nivel nacional de estos resultados locales, la BBC encontró que los conservadores y laboristas tienen un 28 por ciento del voto, los liberal demócratas un 19 por ciento y un grupo variopinto de agrupaciones concentra un sustancioso 25 por ciento. El encuestador estrella de la BBC, uno de los pocos que en los últimos años no se ha equivocado en sus proyecciones de voto, Sir John Curtice, señaló que el Brexit estaba amenazando la alternancia conservadora-laborista de los gobiernos de la posguerra. “El bipartidismo está en su nivel más débil desde la posguerra y eso que en estas elecciones no se presentaron el Partido del Brexit o el Change UK”, dijo Curtice.
Estos dos partidos – uno rabiosamente en contra de la UE, otro rabiosamente proeuropeo - participarán en las elecciones parlamentarias europeas del 23 de mayo. Si el parlamento británico no aprueba un acuerdo con la UE antes de esta fecha, el Reino Unido tendrá que participar en estos comicios por más que los 73 eurodiputados elegidos tengan que abandonar sus bancas el 31 de octubre, fecha en que, al menos en teoría, los británicos abandonarán el barco europeo.
La única manera de evitar este contrasentido es que el parlamento de Westminster se ponga de acuerdo. Los parlamentarios bocharon tres veces el acuerdo que May alcanzó con la UE el 25 de noviembre. Ahora conservadores y laboristas vienen dialogando desde principios de abril para llegar a una propuesta consensuada que pueda obtener el respaldo de los diputados. Si las negociaciones prosperan, si el resultado de las mismas es aprobado en la Cámara de los Comunes antes del 23 de mayo, los británicos no participarán en las elecciones europeas. Si no es así, seguirá en este reino de “Alice in wonderland”.