A lo largo de casi dos décadas de trabajo, Mariana Baggio supo hacerse un nombre y un estilo dentro de la música dirigida a niños y niñas. Con un par de claves de por medio: el delicado y minucioso trabajo que le imprime a cada tema, su conocimiento de los niños y su juego a través de su trabajo docente, su capacidad para hacer canciones bellas y redondas, de esas que da gusto escuchar más allá de la edad que se porte. Todo ese trabajo se fue volcando en lo que ahora la intérprete y compositora define como “una saga”: Barcos y mariposas, desde el primer disco hasta el que editó recientemente, el número 5. Lo presenta hoy a las 16 en Sirhan, Gorriti 5568, junto a los grandes músicos que la acompañan.
Hay una evolución, claro está, que se escucha en estos discos. Pero también hay bellas continuidades: el juego con las vocales, que arrancó con “Mañana habrá calabaza asada” y ahora cierra la saga con la U en “Lulú” (“¡Uh!, Lulú, ¡muy cool tu cuscús!”). Los juegos de palabras: “Sepecrepetepo” en este disco, “Tres títeres” y “Mezclas raras” en anteriores. O las que ella piensa como “canciones de aventuras” y son los hits de los jardines: con piratas, exploradores, brujos hechiceros y ahora con escaladores, en “La montaña más alta”, como protagonistas. “Tienen que ver, sobre todo, con el juego, con mi labor docente y con lo que surge al jugar haciendo música”, cuenta Baggio, en referencia a la condición de “hits bailables” (y saltables, rodables y rondables) de esas canciones.
“Me pasa que de golpe miro para atrás, como ahora que rescaté la canción del ‘Canguro’ para un libro, que está en el primer disco, y la veo hasta como si fuera ajena. Ahora no podría escribir una canción como esa; sin embargo, me parece divina”, observa la música. “La forma de pensar la música, de acercarte a las temáticas, van cambiando, como la vida misma: en todo este tiempo fui mamá, mis hijos crecieron, conocí gente, aprendí... Por eso este número cinco es fuerte, es un cierre de saga. No es que no vaya a hacer más canciones para chicos, pero hay una etapa que se cierra”, advierte.
La cantautora está, de hecho, componiendo algunas cosas “para grandes”. Y de manera lateral están saliendo libros de sus canciones: Pajarito, editado por Corregidor, un cuento que salió de una canción que está en este disco. O las letras de Canguro y de Ver pasar el tren, editadas con bellas ilustraciones en la colección Los duraznos de Pequeño Editor (mañana a las 17 estará firmando ejemplares en el stand, junto a la ilustradora Natalia Colombo). O la que está trabajando Calibroscopio, con las canciones de vocales ilustradas.
El trabajo delicado de arreglos y la calidad musical compartida (colegas como Martín Telechanski, Gabriel Spiller, Martín Rur y Juan Quintero, entre muchos, suenan en el disco) es otra marca que permanece. “Hacer música para niños es una gran responsabilidad. Estamos dejando una marca, una huella. Por eso debe hacerse apostando a lo mejor, siempre”, dice Mariana Baggio, y eso suena en sus canciones.