Alguna vez, estimado deudólar, afirmamos en una columna semejante a esta misma, que el mejor equipo contrario de los últimos 50 años tal vez no nos consideraba su electorado, su pueblo ni su gente, sino su “segunda marca”, su “país de outlet”, “lo que nadie quiso comprar y ahora está en oferta”. Así nos ven.

Sería algo así: Ellos (ellas, elles, esto atraviesa toda cuestión de género, número y especie), los mejoros de todes, en realidad estaban preparados para gobernar países de Primera: Póngale USA, Alemania, Suecia.

O les encantaría gobernar la paradisíaca (fiscalmente hablando) y ficticia isla tropical de Saint-Maurice Apocrife. Allí todos son felices y felisas, aunque nadie entienda una palabra de lo que dicen los demás (o quizás por eso mismo). Tampoco existen los pobres, ni los mapuches ni los sindicalistas. Tirás un dólar al piso y te crecen 10 Lebacs. La familia gobernante, y única habitante de la isla, vive maravillosamente bien gracias a los dividendos de la venta de reposeras destinadas al mercado interno, o al contrabando, que no es lo mismo, pero es igual.

Lamentablemente, el azar, la genética, los misteriosos caminos de la democracia, la geopolítica,  la historia, o la inexistencia no han permitido que la dinastía Mauricia gobierne esos países donde nuestro equipo se hubiera realmente lucido. Los mismos factores de poder que aquí les permiten hacer cualquier cosa y se benefician de ello, en esos sitios ¿serán parte del programa “países cuidados”? Los hubieran frenado rápidamente en el “Real Primer Mundo”

si el Sumo Maurifice hubiera sido “Mr President por USA”, antes de adjudicarle el soterramiento de Wall Street o la transformación de género de la Estatua de la Libertad a su primo, alguien lo hubiera frenado, de alguna u otra manera.

A ellos les hubiera gustado “Jugar en primera” y no los dejaron.

Entonces se tuvieron que “resignar”. Y gobiernan lo que ellos pueden considerar “país de segunda marca”. Insisto, les parecemos “lo que pudieron conseguir en el supermercado de países cuando lo mejor ya había sido comprado o estaba muy caro”. Seguro que pagaron  con su (la de usted, la mía, jamás la de ellos) tarjeta de débito.

No me malinterprete, deudólar, hermane en deuda: para todos nosotros, esta es nuestra patria, nuestra casa, nuestro lugar. Es para ellos que este es “un país de segunda marca”, descartable

Quizás el sumo Maurífice le diga a su pequeña progenitada: “Anto, mirá, esto es lo que papá pudo conseguir, pero te prometo que si te portas bien, dentro de unos años vamos a gobernar Liechtenstein.”

No lo sabemos.

Pero además el problema, no es la niña. Es él mismo, ellos mismos, que no se bancan no estar gobernando “el país que se merecen gobernar”.

  • Entonces le revienta que alguien como Trump, por ejemplo, no sólo gobierne su país, sino que amenaza con intervenir en otros, militar o económicamente. Y dice el Sumo: “Yo también voy a incidir sobre la realidad de Venezuela”. Y hace papelones (No es  que los poderosos de verdad no hagan papelones, pero bueno, tienen más recursos para obligarnos a que hagamos como que no nos dimos cuenta).
  • Tampoco se banca que éste sea un país de gente pacífica, con prejuicios, pero sin grandes conflictos ni conspiraciones: “¿¡Qué clase de paisito es este que no está metido en ningún quilombete internacional!? ¿Cómo es que que no tenemos ninguna gran conspiración ni nada? ¡Cualquier país de África tiene flor de despelote y puede salir en las noticias, y nosotros nada!” Entonces ven misiles en los cuchillos de los mapuches, o detienen al equipo de atletismo de Colombia, o sospechan de un científico chileno.
  • “¡No tenemos un James Bond, una Mata Hari, ni siquiera un Maxwell Smart!” se quejan amargamente mientras conducen el país hacia el Caos. Y  se consiguen tres o cuatro, y cien espías truchos que ni siquiera saben bien a quien tienen que investigar y terminan siendo una especie de Mercenario Joe.
  • “¡En estos tiempos de cambio, tenemos que destacar a nuestras mujeres!”, aúlla el Sumo Maurífice en una tarde de calentura. Y ahí se lanza Lilitazepam a lo que ella misma llamó “desesestabilidad emocional” mientras sus propios camaradas, la codeaban con los codos y se agarraban la cabeza con las manos. “Tenemos trebón nivel”, le aseguraba vicemauricia a un anonadado Macron que se preguntaba en francés quién lo mandó a dejar las complicadas calles de Paris para venir acá. “Quien quiera estar armando, que esté armado”, pregonaba La Patricia es el Otro, mientras su imagen positiva era despedida con dolor por sus otrora simpatizantes. Y de Mariu no decimos nada, porque como la tienen de reserva, no le dejan hacer trapisondas hasta no tener más claro “candidata a qué” va a ser.  
  • “Los países de primera no tienen pobres”, explica Maurífice luego de su gira turística por algunas de la sedes de gobierno y grandes hoteles de algunos de esos países, y  su Mejor Equipo, se pone a satisfacerlo,  porque lo ven poderoso, o al contrario, para que no se “ponga loco” y nos haga cosas terribles, como amenazó. Y hacen todo lo posible para terminar con los pobres de estas tierras. En el camino se llevan puesta también a la clase media, que seguramente, “ le quita ambiente” al país.

 

¿Entiende, queride Deudolar? ¡Nos ven como “segunda marca”, “país de oferta”! Y se quejan amargamente porque “el mundo” no los reconoce como los genios que son. El problema es que el los poderosos sí los reconocen como “los genios que son”. Por eso los sacaron de la botella y les piden tres deseos, todo el tiempo.

Hasta la que viene, siempre.

@humoristarudy