En informática, un ataque de denegación de servicio distribuido (DDoS), consiste en muchas peticiones para acceso a un mismo sitio para colapsarlo y lograr, en consecuencia, que un servicio o recurso sea inaccesible a los usuarios legítimos. Es una de las tantas formas para lograr visibilidad por alguna causa. En este caso, la desigualdad en el trato, el pago y el respeto a las mujeres. Por eso: ¿Qué pasaría si un día, las mujeres, tampoco estuvieran disponibles?
El próximo 23 de febrero, en el mundo real, se convoca a un ataque Denegación Distribuida de Mujeres para hacer visible y tangible la desigualdad de género laboral. Una huelga que consiste en no conectarse a Internet durante todo el día. Si es posible, quedarse en casa. Y sino, colaborar desde donde sea posible: “Reunirse en protesta por ser constantemente ignoradas, infravaloradas, mal pagadas y abiertamente atacadas por atrevernos a exigir dignidad y respeto básico”, dicen las organizadoras en distributed-denial-of-women.org, desde donde surge la convocatoria.
Según relevan las organizadoras del #DDoWomen, a las mujeres se les paga alrededor de un 28 por ciento menos que a los hombres con la misma educación, años de experiencia y edad; están empleadas a la mitad de la tasa de hombres con las mismas calificaciones y tienen un 25 por ciento más de probabilidades de ser acosadas sexualmente en el trabajo. En la cuna de los empleos STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), en Silicon Valley, sólo el 11 por ciento de las ejecutivas son mujeres. En caso de sí tener trabajo, las mujeres cuentan con el doble de probabilidad de abandonar la industria de la tecnología por problemas laborales. Si son travestis, trans o afroamericanas, están en una posición más precaria aún.
Ultimamente se habla mucho sobre la importancia de la tasa de igualdad de género y los esfuerzos que se realizan para compensarla. Sin embargo, la representación no está cambiando: se espera más y mejor trabajo por el mismo salario, so pena de castigo si se pone en cuestionamiento el status quo. El informe “When Women Thrive” de la consultora Mercer, indica que hoy las mujeres representan el 40 por ciento de la fuerza laboral promedio de las empresas a nivel mundial, porcentaje que va bajando cuando se llega a los puestos gerenciales y ejecutivos.
Por eso, esta protesta va más allá de los esfuerzos individuales y apela a la sororidad y al derecho a huelga, como el que va a encontrarnos reunidas el próximo 8 de marzo con el mismo principio y muchas más consignas. La idea de esta iniciativa es crear un robot (botnet) humano para demostrar, que sin el trabajo de las mujeres que se unan, la rueda del empleo invisible se detendrá. “Apoyamos a las mujeres en la valoración de su propia seguridad y capacidad para participar, sin juicio ni estigma. Las mujeres que no tienen la capacidad de abstenerse de trabajar el 23 de febrero, pero están interesadas en el proyecto les animamos a unirse a la huelga en los medios de comunicación social si es posible, o a prestar apoyo de cualquier otra manera en que se sientan capaces y cómodas”.