En los últimos días se desató una verdadera fiebre informativa sobre cloacas, mierda y temas conexos. El disparador fue Jaime Durán Barba, que puso en boca de Mauricio Macri las dos palabras. Una, “mierda”, para sacarlo aunque sea por segundos de su torre de marfil de millonario y lograr alguna empatía con el argentino medio; la otra, “cloacas”, porque serviría para mostrar en campaña que este Gobierno hizo por los pobres algo más que perjudicarlos. De ello se ocupó el domingo pasado este diario.
La aparición estelar de Macri diciendo “mierda” fue en una entrevista con Viviana Canosa. La muletilla de las cloacas empezó en su discurso anual ante el Congreso, siguió en la entrevista citada (justamente cuando habló del “millón y medio de personas que hoy tiene cloacas y antes no tenían y convivían literalmente con la mierda”), y se repitió en todas sus apariciones públicas desde entonces. La última, este domingo por las redes sociales, en un mensaje que tituló: “La disyuntiva, hacer lo fácil mal o lo difícil bien”.
“Sería muy fácil usar todos los recursos que tenemos y gastarlos en fomentar el consumo para crear un falso clima de crecimiento", asegura con aire de superioridad mientras su Gobierno hunde al país en la recesión y desploma al consumo, que no es otra cosa que la capacidad de la gente de cubrir sus gastos básicos. "¿Qué quedó de hacer las cosas así? El camino fácil después de 80 años dejó un país que no tiene ni cloacas", concluye con su caballito de batalla.
Cualquier desprevenido podría suponer, ante tanta insistencia, que su Gobierno hizo una “revolución de las cloacas”. Se equivocaría. Este diario publicó, al inicio de esta polémica, lo realizado en este campo por la gestión de Macri en comparación con lo hecho por su vilipendiada antecesora:
“Según las estimaciones de la actual Secretaría de Infraestructura y Política Hídrica del Ministerio del Interior la mejora en todo el gobierno de Macri fue de solo 1,6% en el caso de la provisión de agua y de 4,5% en el de las cloacas. Si se consultan las cifras del censo de 2010 se descubre que ese año las “viviendas particulares con desagüe cloacal” eran el 48,8% y las que disponían de agua de red el 82,6%. O sea que en lo que va de junio de 2010, al fin del segundo gobierno de Cristina Kirchner, el avance de las cloacas fue del 9,2% (más que el doble de lo logrado por Macri) y del 6% en el caso del agua (casi cuatro veces la hazaña PRO).
La sorpresa es aún mayor si los números se comparan con los del censo de 2001 (realizado con un año de atraso por el desbarajuste provocado por el gobierno de la primera Alianza radical). En él se lee que en los nueve años transcurridos entre censo y censo, habían conseguido acceso al agua corriente 4.112.042 personas, que dejan desairadas a las 817.000 de las que se vanagloria Macri. Considerando que el PRO superó largamente los tres años de gobierno, y suponiendo con generosidad que ese ritmo se mantendría a lo largo de nueve años para poder compararlos, se descubriría que los beneficiados apenas superan a la mitad de los que accedieron a cloacas entre los dos censos. Pero la realidad es aún más desfavorable para el macrismo: hay que tener en cuenta que entre 2001 y fines de 2003 la catástrofe económica impidió cualquier inversión pública, por lo que los años a tomar en cuenta son solo siete.
En este punto se pueden incorporar a la comparación las cifras brindadas por los funcionarios del anterior gobierno cuando entregaron la pesada herencia a sus sucesores. Allí se descubre que entre 2003 y 2015, o sea los doce años de kirchnerismo, 9.671.000 personas lograron acceso a cloacas y 9.060.000 al agua.
Si Macri considera que la suya es la única manera “seria” de luchar contra la pobreza, ya que mientras le quita el dinero del bolsillo a los necesitados, está cambiando sus condiciones estructurales. ¿Cómo habría que definir la de sus antecesores que, mientras les hacían creer que podían aumentar sustancialmente su consumo mejorando la distribución del ingreso, construían en el peor de los casos el doble de cañerías y cloacas que el Macrismo?”
Otro aporte a la discusión
Este domingo el dirigente social Juan Grabois incorporó más datos relevantes al debate desatado por el Presidente cuando “dijo que antes los niños convivían con la mierda, para justificar que hoy no comen”. La nota publicada en Infobae hace centro en la situación de los 4428 barrios más carenciados, ni siquiera considerados en el “Plan Nacional del Agua y Saneamiento” que había prometido en 2016 una cobertura del 100 por ciento de los hogares en agua potable.
(Sobre este punto, Página/12 publicó la semana pasada que “el 15 de febrero de 2016, el nuevo Gobierno presentó el ‘Plan Nacional de Agua Potable y Saneamiento’. En él el compromiso de Cambiemos era que en 2019 (o sea ahora, exactamente ahora) la cobertura de agua sería del 100% de las viviendas particulares y la de las cloacas alcanzaría al 75%. Pasado a números, el plan estipulaba que las personas beneficiadas con la llegada del agua serían 8.200.000, así que a 7.383.000 Macri les puede decir ‘esa te la debo’.)
Pero los datos aportados por Grabois iluminan mucho más lo ocurrido o, más precisamente, lo no ocurrido:
“Macri pretende hacernos creer que el hambre es una situación coyuntural que se irá arreglando mientras realizan trabajos de fondo. Sufran ahora que luego vendrá el paraíso. Miente Macri cuando afirma que se avanzó en la provisión de infraestructura básica a los barrios populares. No se han realizado obras significativas de cloacas, desagües, conexión eléctrica, agua potable, veredas, cordón cuneta, espacios verdes o mobiliario urbano en los 4428 barrios populares de nuestro país. (…)
En el año 2017, el Gobierno Nacional elaboró el "Plan Nacional del Agua y Saneamiento", donde se propuso como meta alcanzar una cobertura de 100% en agua potable y del 75% en cloacas. No obstante, el Plan no contemplaba a los 4428 barrios populares identificados por el RENABAP. Estas familias estaban fuera de los planes presidenciales. Son precisamente estos barrios dónde viven los pibes que no comen. Más del 97% carecen de cloacas.
A partir de la lucha de los Movimientos, AySA se comprometió a realizar obras en 168 de estos barrios en territorio bonaerense. Un miserable 3,5% del total nacional. Sin embargo, ni siquiera cumplieron esta meta mezquina. Todos los días reclamamos en vano que se inicien las obras porque no han comenzado ni la mitad. Que con esta realidad el presidente se jacte de haber sacado a alguien de la mierda lo convierte en un verdadero canalla.
Otro dato esclarecedor es el presupuesto asignado a la Secretaría de Integración Social y Urbana: ¿saben cuánto destinó Macri a esos niños que tanto le preocupan? El 0,11% de lo que se gasta en propaganda oficial. “