Con infinitas combinaciones posibles, el “noso-tros” y el “otro” integran los dos componentes centrales del mito populista. La clave: estructurar la narrativa alrededor de un villano y lograr plasticidad, un rasgo que la mayoría de los populismos de la llamada “ola rosa” concretaron virtuosamente, al adaptarse a los contextos políticos y modificar la identidad de ese adversario. En un gesto de “estiramiento conceptual”, el macrismo incorpora elementos centrales del mito populista: personaliza a su adversario, concentrado en el kirchnerismo y sus 12 años de “despilfarro”, y propone una orientación futura en sus promesas de campaña. Pero yerra, advierte María Esperanza Casullo, en su falta de plasticidad.
El ascenso del populismo en América Latina motivó a Casullo a auscultar sus rasgos y a incluirlo como el objeto de su tesis de doctorado en Teoría Política, en la Universidad de Georgetown, Estados Unidos. Su tenacidad frente a la resistencia de los claustros la ha convertido en la referente argentina en la materia. Después de un largo recorrido docente en la UBA, en la Universidad Torcuato Di Tella, en la Brown University y en la University of Richmond, Casullo es actualmente profesora e investigadora de la Universidad Nacional de Río Negro. Ha publicado artículos sobre populismo comparado, sistemas de partidos e innovación democrática y elecciones.