“Siempre hay prueba y error en las matemáticas. Por eso, es muy interesante experimentar”, sostuvo el matemático, divulgador y periodista Adrián Paenza durante la presentación de su nuevo libro,¡Un matemático ahí, por favor! (Sudamericana), en la 45° edición de la Feria del libro. Como ya es un clásico en este tipo de presentaciones, Paenza aprovechó la hora que tenía en la sala para desafiar con problemas matemáticos a las mujeres, hombres y niños que lo escuchaban con atención. La charla se convirtió en una clase abierta de matemática, pero totalmente descontracturada y llena de humor, con mucho ida y vuelta con el público. “Todos los años sigo publicando mis libros de matemática, algún día se van a avivar los de la editorial”, bromeó el periodista ante una sala colmada y entusiasta que contrastaba con su chiste. Al menos en la Feria del Libro, Paenza es una celebrity.
La charla comenzó con un desafío de probabilidades sobre la lotería.
“¿Cuántas posibilidades tenemos de ganar?”, preguntó y luego de algunas ecuaciones y conjeturas terminó concluyendo: “¡Hay una posibilidad en 14 millones! ¡No vuelvan a jugar!”. De ese modo, tratando de trasladar los ejercicios matemáticos a situaciones cotidianas, Paenza fue desarrollando su exposición, que por momentos se parecía más a un interesante número de stand-up o a una charla de café que a la presentación de un libro de matemáticas. Por ejemplo, contó una anécdota vivida en la casa de Manu Ginóbili, que ocurrió hace algunas semanas durante una reunión íntima con amigos y familiares después de su despedida como basquetbolista.
“Yo estaba presente y en un momento de la noche me pidió que contara un problema que figura en el libro, lo cual hizo que la fiesta derivara durante varias horas en tratar de resolver el problema. Y mucha gente estuvo mucho tiempo pensando y es lo mejor que me pudo haber pasado a mí”, contó Paenza y compartió el ejercicio para que todos pensaran juntos. El problema consistía, en resumen, en averiguar qué cantidad de bananas podía trasladar un elefante a través de un puente de 1000 metros, si tiene 3000 bananas a disposición pero no puede cargar más de 1000 por viaje y por cada metro que camina necesita comerse una. La respuesta, claro, quedó abierta para “pensar en sus casas”. “Yo podría darles la solución, pero no tiene ningún sentido”, dijo antes de despedirse de la Sala Victoria Ocampo, fiel a su estilo de incentivar el pensamiento lógico.
Luego de realizar de manera colectiva varios ejercicios en el pizarrón, como si fuera un profesor obstinado en generar más preguntas que respuestas, el periodista recordó un episodio gracioso que vivió hace un tiempo en una escuela de San Rafael, Mendoza, cuando grababa el programa Científicos, Industria Argentina para la TV Pública. “Una experiencia extraordinaria, toda la comunidad estaba ahí”, recordó. “Entonces, hice pasar a un chico para plantear un problema. Era sobre un ventilador: supongamos que yo sé que estoy por salir pero se corta la luz. Sé que estaba encendido el ventilador, pero no sé en qué posición, ¿Cuántas vueltas debo dar, de manera tal de tener la garantía que no importa en qué posición estuviera para que cuando vuelva la luz el ventilador vaya a estar apagado? Es un problema de un mínimo común múltiple. Pero el chico me mira y me dice; ‘¿No se puede desenchufar?’. ¡Me pareció extraordinario, es la respuesta correcta!”.