El secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, y el ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, evidenciaron ayer en Finlandia sus diferencias sobre la crisis política de Venezuela. Moscú rechaza enfáticamente una intervención militar en ese país, mientras que Washington mantiene todas las opciones sobre la mesa.
Pompeo y Lavrov mantuvieron en Rovaniemi, capital de Laponia, la primera reunión cara a cara desde la cumbre Estados Unidos-Rusia de Helsinki del pasado julio, la primera y única que han celebrado hasta la fecha los presidentes de ambos países, Donald Trump y Vladímir Putin.
Al término de este encuentro, celebrado en el marco de una reunión ministerial del Consejo Ártico, Lavrov reiteró a la prensa que Rusia se opone totalmente a una intervención militar en Venezuela apoyada por Estados Unidos y advirtió de que una operación de esta índole sería “catastrófica e injustificada”. “Estamos categóricamente en contra de una intervención militar. El uso de la fuerza solo puede ser autorizado por el Consejo de Seguridad de la ONU o utilizada en respuesta a una agresión contra un Estado soberano. En Venezuela no se observa nada parecido a esto”, afirmó Lavrov a la prensa.
Tras esta reunión, que Lavrov calificó de “buena y constructiva”, el jefe de la diplomacia rusa señaló que no ha encontrado ningún país, incluido Estados Unidos, que realmente esté a favor de resolver la crisis venezolana mediante una intervención armada. “Partiendo de mis contactos con mis colegas estadounidenses y otros, europeos, latinoamericanos, no veo partidarios de una solución militar imprudente. Espero que todos compartamos esta visión”, dijo.
Lavrov expresó su esperanza en que esta comprensión se lleve a la práctica y “no se buscará una solución militar porque resultaría catastrófica”.
En su opinión, el encuentro con Pompeo ha supuesto “un paso adelante” respecto a la conversación telefónica que mantuvieron dos días atrás Putin y Trump, quienes acordaron reunirse de nuevo cuando tengan la posibilidad y cuando se de la ocasión sin dar posibles fechas para ese encuentro. La única cumbre bilateral entre Putin y Trump hasta la fecha tuvo lugar precisamente en la capital finlandesa el pasado julio.
Menos conciliador se había mostrado previamente el secretario de Estado estadounidense ante la prensa que lo acompañaba en el vuelo a Finlandia, donde aseguró que el presidente venezolano Nicolás Maduro todavía manda en el país, pero ya no tiene la capacidad para gobernar.
“Maduro debe ver que esto se está desmoronando. Como ya dije antes, él todavía manda, pero de ninguna manera puede gobernar”, declaró Pompeo a los periodistas, según recoge la web del Departamento de Estado de Estados Unidos. Pompeo definió la posición actual de Maduro como “endeble”, pese a haber logrado el respaldo mayoritario del Ejército venezolano en el reciente levantamiento impulsado por el líder opositor Juan Guaidó, reconocido como presidente interino de Venezuela por más de medio centenar de países.
“Esta semana, aunque Maduro logró mantener el control del Ejército en algunos aspectos, hubo muchos militares que se fueron, incluido un oficial de inteligencia de alto rango estrechamente conectado a él y con su predecesor (Hugo Chávez)”, aseveró Pompeo.
Venezuela es uno de los puntos de fricción más calientes entre Estados Unidos y Rusia, ya que Washington lidera el respaldo internacional a Guaidó, quien se proclamó presidente encargado de Venezuela en enero pasado, mientras que Moscú es un firme aliado de Maduro.
Ambos se acusan mutuamente de injerir en la política venezolana para situar al país bajo su esfera de influencia. A finales de marzo, Rusia envió a Venezuela dos aviones con un centenar de militares comandados por el mayor general Vasili Tonkoshkurov, jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra ruso. Según Lavrov, la presencia en Venezuela de estas fuerzas rusas obedece simplemente a labores de mantenimiento de los equipos técnico-militares que Moscú entregó al país sudamericano, en virtud de un acuerdo de cooperación firmado en 2001 con Chávez.
No obstante, Washington calificó el despliegue ruso de “amenaza directa” dirigida a apoyar a Maduro y defender los intereses de Moscú en Venezuela, país en con el que mantiene importantes vínculos comerciales y financieros.
Recientemente, Estados Unidos ha advertido en varias ocasiones de que no descarta ningún medio, incluida una intervención militar, para apoyar a Guaidó.