"Los testimonios son lapidarios: disparó con intención. No fue un accidente", dijo el fiscal Carlos Covani al cierre del juicio contra el policía Mario Urquiza, por el homicidio del joven Sergio Ezequiel Luján, en Pueblo Esther. En sus alegatos, el funcionario pidió 14 años de prisión contra el imputado, pese a que al inicio de las audiencias habló de prisión perpetua. "Urquiza llegó a juicio con la imputación de homicidio agravado por el uso de arma de fuego y portación de arma de uso civil, falsedad ideológica y abuso de funciones, pero no encontramos que haya existido abuso de funciones, sino que estaba haciendo su trabajo hasta que le disparó al chico", dijo sobre la figura. "No quería sacarle esa imputación en el inicio, porque sino la causa no llegaría a oral", explicó el fiscal. Es que se trata de un expediente del sistema escrito, donde apenas un puñado de delitos permite la oralidad, como pretendía el acusador. La querella pidió perpetua y la defensa, la absolución. En tanto, el Tribunal anunció que el martes se conocerá el veredicto.
"Todo esto nos duele mucho, nos hace recordar en detalle lo que pasó. Si este policía no hubiera querido matar a mi hijo, le hubiera tirado a las piernas; no tenía que ejecutarlo", dijo Ramona, apenas terminó ayer el debate. La mujer se manifestó nerviosa y ansiosa por lo que pueda decidirse sobre la pena.
Aquel 1º de diciembre de 2011, Urquiza prestaba funciones en la subcomisaría 15º de Pueblo Esther. Durante tres años, Covani y el abogado querellante Oscar Pandiani se dedicaron a reunir pruebas contra el imputado, que al principio habló de un enfrentamiento con el joven de 19 años, acusado ‑por una llamada a la seccional‑ de "apretar" a un panadero. Pero la versión de al menos nueve testigos apunta a que aquella noche, dos policías perseguían a dos pibes aunque no se pudo establecer que hubieran cometido un robo. Urquiza arrestó a Luján y lo metió dentro del patrullero, sin esposas. Tras ello, cerró la puerta de la chata y fue a darle apoyo a su compañero que estaba tras el segundo joven al que buscaban, incluso comenzó a gritarle a familiares del otro joven para que se lo entregaran. En eso, Luján aprovechó que quedó abierta la puerta de la camioneta policial, e intentó alejarse, pero antes de hacer cinco metros el policía desenfundó su arma y lo ejecutó con un balazo en la espalda, sin mediar voz de alto. Luego lo arrastró a la chata policial y lo llevó al Hospital Gamen.
Pero eso no fue todo, tras el hecho le plantó un arma calibre 22 al pibe, y así lo anotó en el acta de procedimiento. Sin embargo, no pudo sostener esa versión. "Cambió tres veces sus dichos", le reprochó el fiscal. Es que al principio dijo que hubo un enfrentamiento, luego dijo que se tropezó y que el tiro salió solo; y finalmente indicó que mientras corría la mano donde llevaba el arma chocó con su rodilla y el disparo se efectuó. Nada de eso creyó Covani, quien sostiene que le disparó intencionalmente por la espalda y "mintió" reiteradamente sobre los hechos. Incluso, recordó que un especialista en balística dijo que ese tipo de arma (la policial) no pudo dispararse sola. Además, se determinó que Urquiza incumplió la ley al llegar al lugar con el arma "montada"; es decir, lista para el disparo.
Por todo ello, fue detenido en 2015, cuando asumió como jefe de Logística de la Policía de Acción Táctica. Sin embargo, hace un año, la Cámara Penal le dio prisión domiciliaria.
Sobre la figura de abuso de funciones, el fiscal reconoció que la presencia policial en el lugar estaba "justificada", ya que una vecina llamó para hacer una denuncia. La escala penal para la calificación atribuida tiene un máximo de 43 años, pero el funcionario consideró los atenuantes: no tiene antecedentes, se arrepintió y pidió disculpas a la familia (aunque sostiene que fue un accidente) e hizo un reconocimiento parcial del hecho. Por ello, pidió 14 años de prisión.
En tanto, el querellante, en representación de los padres de la víctima, insistió con la figura de prisión perpetua, ante lo que calificó como
"otro caso de gatillo fácil".