Desde Madrid
Aunque el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, presentó sus invitaciones a los principales líderes políticos del país como la recuperación de diálogo institucional tras una de las campañas electorales más ásperas de los últimos tiempos, las reuniones revelaron más política de la que el mandatario español presuponía o le hubiese gustado, considerando que la idea es no realizar grandes movimientos hasta el domingo 26, en que se celebran comicios autonómicos en España, y al Parlamento de la Unión Europea.
Este martes por la tarde concluyó la ronda de conversaciones con la visita del secretario general de Unidas Podemos (UP), Pablo Iglesias. Antes, por la mañana, había recibido a Albert Rivera, presidente de Ciudadanos, y el lunes a Pablo Casado, máxima autoridad del Partido Popular. La reunión que más expectativa despertaba era la que Sánchez compartiría con Iglesias, dadas las especulaciones sobre un posible acuerdo de Gobierno entre el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y UP, que podría materializarse en un Ejecutivo de coalición, o en una colaboración parlamentaria para impulsar un programa de Gobierno.
La reunión entre los dos líderes de la izquierda española se extendió por más de dos horas, bastante más que los cincuenta minutos que le llevó a Sánchez el encuentro con Rivera, y la hora y media que compartió con Casado. Al término de la cita, Iglesias brindó una conferencia de prensa en la que, a pesar de la brevedad, dejó algunos indicios. “Si hay algo en que nos hemos puesto de acuerdo hoy, es en que vamos a trabajar para ponernos de acuerdo”, dijo mientras reprimía una leve sonrisa de satisfacción, y antes de señalar que era optimista respecto a cómo iban las cosas, pero que en los próximos días eran necesarias la prudencia, la discreción y la tranquilidad.
Aunque prácticamente repitió el mismo discurso del domingo de elecciones tras conocerse los resultados, y en el que quiso dejar atrás la soberbia con la que exigió la vicepresidencia de un eventual Gobierno con el PSOE después de los comicios de 2015, Iglesias había llegado a La Moncloa con el claro objetivo de consensuar un Ejecutivo de coalición que permita a miembros de UP ocupar el Consejo de Ministros. Una tarea para nada sencilla considerando que existen sectores del socialismo que no son favorables al ingreso de UP en el Gabinete, y de que figuras clave del establishment español como la presidenta del Banco Santander, Ana Botín, ya bendijo un acuerdo entre el PSOE y Cs, porque agradaría más a los sectores económicos que uno con el “populismo de Unidas Podemos”.
A pesar de esos condicionamientos, la primera reunión entre Sánchez e Iglesias se ha saldado con un principio de acuerdo terrenal. Según los comunicados emitidos por La Moncloa, y la fuerza de Iglesias, el Gobierno y UP se abocarán próximamente a la tarea de negociar la mesa del Congreso, en la que esperan hacer valer la mayoría de diputados que reúnen las dos formaciones progresistas (165) por sobre las que aúnan las fuerzas de la derecha, Vox, PP y Cs (142).
Si bien es un paso nada desdeñable de cara una negociación que Iglesias precisó que será larga, el líder de UP está sometido a una enorme presión de las bases populares de su fuerza. Este lunes, el Consejo Ciudadano del partido, la máxima instancia institucional a nivel interno, reflejó que la gran mayoría de los líderes territoriales de la fuerza apuestan por un Gobierno de coalición y, ante ese objetivo, no se dejarán torcer el brazo fácilmente por el PSOE.
“No es suficiente un apoyo externo o puestos sin capacidad ejecutiva real. Queremos cogobernar con capacidad de decidir y gestionar las políticas acordadas. Dejar solo al PSOE es sinónimo de incumplimiento”, afirmó José G. Molina, Vicepresidente de la Junta de Comunidades de Castilla La Mancha, a PáginaI12 el día siguiente al cónclave de UP.
La expresión de Molina no exclusivamente un análisis que remite al reproche generalizado que ha realizado su fuerza al socialismo por los diez meses de Gobierno en que han colaborado legislativamente. El secretario General de Unidas Podemos en Castilla La Mancha (CLM), conforma en su región el único Gobierno de coalición entre el PSOE y su partido, en todo el territorio español. “Somos dos fuerzas distintas capaces de ponerse de acuerdo en algunas cosas y que han tenido que renunciar a otras. Pero en esencial, la coalición ha funcionado y los datos de CLM en cuanto al crecimiento del Producto Bruto Interno, de mejora de empleo, de recuperación de derechos y servicios, así lo avalan”, señaló Molina.
El Gobierno de Castilla La Mancha puede ser uno de los ejemplos que Iglesias esgrima en las próximas negociaciones frente a Pedro Sánchez. Otro, con una dinámica diferente pero cercana a los intereses de UP, es la que existe en la región autonómica de Valencia y que preside el socialista Ximo Puig. Allí se configuró un Gabinete en el que las carteras son ocupadas por mandos de las dos fuerzas que integran la coalición (el PSOE, y Compromís, una alianza local compuesta por formaciones de izquierda). Por último, existen otras corrientes del partido, como Adelante Andalucía, que prefieren mantenerse afuera del Ejecutivo e influir desde el órgano legislativo.
En cualquier caso, Iglesias ya comunicó al Consejo Ciudadano que las negociaciones reales comenzarán el día después del 26 de mayo. Hasta entonces habrá que avanzar muy lentamente, y prestando atención a los movimientos que realicen las demás fuerzas políticas. En este sentido, la ronda de reuniones del presidente del Gobierno español con los líderes del PP y Cs, le ha dejado en claro que la derecha no piensa allanarle el camino a La Moncloa. Mientras que Rivera volvió a defender la idea de intervenir la autonomía de Cataluña (una idea que rechaza el socialismo), Casado ya advirtió que no se abstendría en una votación para investir al mandatario socialista. Las dos posturas de la derecha acercan inevitablemente un acuerdo entre PSOE y UP.