Quizás sea porque canta desde los tres años que los monólogos fascinan a Dennis Smith, el joven que deslumbró hace unos años en el off con Negra mientras competía en el reality La voz argentina, y que desde entonces no paró de actuar y dirigir. Hacer un monólogo, para él, se parece a cantar. “Es de una gran valentía”, define el director del ciclo “Una voz”. En el Centro Cultural San Martín, vuelve a presentar Negra –estrenada hace seis años– y dirige a dos mujeres que también hablan a público. Son monólogos actuados por sus autores. Su hermana mayor, Virginia, presenta Karma y yo, y Belén Pasqualini completa la tríada con Christiane.
En Karma y yo, Mía descubre que un cantante callejero al que había invitado a vivir con ella le robó todo. En esa casa desvalijada, metáfora de la soledad del personaje, el único interlocutor posible resulta ser un camarón. Virginia Smith desarrolló este trabajo en la Royal Academy of Dramatic Arts de Londres, donde fue becaria entre 2014 y 2016, y lo estrenó en la capital de Inglaterra. Negra, por su parte, es una suerte de biodrama, con baile, canto e intervenido por la ficción; un ejercicio catártico dictado por un chamán que sucede en Miami Beach; la despedida de un chico a su abuela. Finalmente, Christiane es un biomusical científico acerca de la vida de Christiane Dosne Pasqualini, figura fundamental a nivel internacional en la investigación de la leucemia.
“El monólogo depende del día, del momento, de la relación con el espectador. En gira me pasó con Negra de hacer doble función: a la primera vino gente mayor. Todos llorando desde el minuto cero. A la segunda, gente joven. Todos riendo. El monólogo es un diálogo con el espectador”, resume Smith. “Está todo en tus espaldas. Y eso el espectador lo re agradece, indistintamente de si el tema le llegó o no. Es un acto de amor pararse solo, querer contarte algo, dar todo para que la pases bien”, concluye el actor, también presente en la cartelera comercial, en Casados sin hijos (somos childfree). Aunque está haciendo muchas cosas, el cineasta y cantante está más tranquilo que el año pasado, cuando actuaba en cinco espectáculos al mismo tiempo.
Después del elogiado Negra, Smith construyó otros monólogos. Dos hermanos-un docudrama del futuro, escrito por él y su hermana y con actuaciones de ambos, era esencialmente un monólogo a público, con escasa interacción entre los personajes. El siguiente fue Boy scout, musical confesional sobre el bullying y el amor gay, que completó la trilogía de ficciones inspiradas en la vida misma. Después vinieron Vos y yo y 5 documentos, basada en testimonios públicos y entrevistas a sobrevivientes de los atentados a la embajada de Israel y a la Amia. “Soy solitario y reflexivo. Capaz un poquito obsesivo compulsivo. Soy cantante desde chiquito. Necesito comunicarme con la gente y el monólogo es la forma que más me ampara”, se analiza. Sus épocas como alumno de Cora Roca y de Agustín Alezzo también influyeron.
“Lo que conecta a los espectáculos de ‘Una voz’ es que hablan de un duelo. El de Virgi es el duelo de una relación. Negra es un duelo que quiso ser pasado por alto. En algún momento, tarde o temprano, el sopapo te viene. El de Belén es el duelo de la vida que ya se fue, la persona que está enfrentándose a la propia muerte”, sugiere el director. “Los tres, sin intentar ser entrañables, terminan siéndolo. Y sin hacerte llorar, evocan cosas lindas. Lo que hace Virgi es re chiquitito: es admirable. Porque el de Belén y el mío tienen más espectacularidad: te canto, corro, vengo, voy. Son musicales y tienen un poco de eso, de ‘te hago todas las gracias’”, compara. Karma y yo se presenta los viernes a las 21; Negra, los sábados a las 20; y Christiane, los domingos a las 18. Las funciones son hasta el 5 de marzo en Sarmiento 1551, donde el actor estrenó antes Boy scout y Sally, una farsa.
En la charla con PáginaI12, Smith pone el acento en el trabajo de su hermana, recientemente instalada de nuevo en Buenos Aires. Al parecer, fue lo que pudo ver en Londres lo que la inspiró: becada, trabajaba de moza, “rompiéndose el ocote”. “Se fue a los 36 años a trabajar de moza a Inglaterra, cuando trabajó toda la vida de actriz. Un valor impresionante”, elogia. Originalmente, Karma y yo está situada en Londres. “Allá es muy común que esté lleno de latinoamericanos trabajando en restaurantes, que no hablan el idioma. Mi hermana habla inglés pero vio eso: muchos compañeros de trabajo vivían una soledad tremenda”, cuenta Smith. “En la Argentina está lleno de chicos de países de Latinoamérica que vienen a estudiar. Me interesaba el desafío de que la obra conecte con este contexto. Como ella vivió muchos años en México, hicimos que hablara con acento mexicano. Su personaje vendría a ser una chica que viene y trabaja en Palermo en un restaurante, que no entiende nada. Es de una gran soledad”, resume Smith.
“Con Belén trabajamos mucho formalmente. Es un texto que recorre desde 1930 hasta 2016. La mujer, Christiane, sigue viva. Tiene 96 años. Nació después de la primera guerra. Su papá había ido a la guerra. Se enamoró de un hombre que se fue a la segunda guerra. Partió a Canadá y en 1942 vino a la Argentina becada por (Bernardo) Houssay. Era amante de los ratones. A todo esto, tuvo cinco hijos”, relata el director. En Christiane, Pasqualini toca el piano. En cuanto a la reposición de Negra, el actor cuenta que persigue el objetivo de sentir que encara la obra “de cero”. “Las imágenes emocionales de cada pasito del recorrido están, pero trato de no empujarlas. Creo que cada vez estoy actuando más afilado con la vibración del momento. Negra siempre despierta interés, por el empuje que le da la gente terminada la función”, celebra.