“El asunto es de orden moral. No se puede ser connivente con este aplazamiento de la designación de mi sucesor Mario Pecheny. Es un problema porque el área queda sin representación pero esto no da para más. Estoy tan inundada de militancia que ni siquiera tuve tiempo para poder preparar mi carta formal de renuncia”, señala Dora Barrancos, quien mañana presentará su renuncia, por el área de Ciencias Sociales y Humanidades al Directorio del Conicet. Tras cumplir con su primer mandato (2010-2014) y renovarlo por cuatro años más (2014-2018), deja su lugar y el área quedará sin representación.
“Había tomado la decisión de irme en enero. Ya pasó un año desde que se eligieron autoridades y mi sucesor no fue designado en su cargo. Es una manera de dejar en evidencia la negligencia del gobierno actual, al que no le interesan las reglas democráticas ni el republicanismo que pregona”, plantea. El padrón de científicos y científicas votó en mayo de 2018 a sus representantes y todavía los investigadores electos no pueden ejercer sus funciones. El candidato Mario Pecheny obtuvo el triunfo por amplia mayoría respecto de los otros postulantes en el área de Ciencias Sociales y Humanidades, mientras que Alberto Kornblihtt había hecho lo propio en Ciencias Biológicas y Salud. Lo que sucede es que para efectivizarse, los cargos deben designarse mediante un decreto del Poder Ejecutivo Nacional y ello no ha sucedido hasta el momento. Ambos deberían estar en el ejercicio de sus funciones y sustituir a la propia Dora Barrancos por un lado y a la Dra. Mirtha Flawiá por el otro. La misma suerte, de hecho, había corrido en años anteriores el nombramiento de Roberto Salvarezza, actual diputado por Nacional por la Provincia de Buenos Aires.
“Esta situación evidencia el desaguisado institucional, ¿cómo va a tardar un año en salir un decreto? Es algo que no se puede creer. Me están diciendo que el trámite está en la Secretaría de Legal y Técnica desde hace mucho tiempo ya, yo me voy. Era una cuestión casi extorsiva, desde el Conicet me pedían que me quede porque la situación ya se iba a resolver, pero la verdad es que no estoy dispuesta a tanto”, confiesa Barrancos, especialista excluyente y una de las principales referentes locales y latinoamericanas en historia del feminismo.
Esta situación, asimismo, demuestra que la ciencia está más política que nunca. En contraposición al mandato de pureza y neutralidad que, históricamente, protegió al campo científico y lo resguardó de las ideologías –al menos desde el discurso– hoy la realidad demuestra que las cosas son distintas. “Si yo me quedo en un puesto que no me pertenece me convierto automáticamente en connivente frente a un fenómeno que permite entrever un grave déficit institucional. Junto a Flawiá tenemos los mandatos muy vencidos, corresponde que demos un paso al costado”, asume.
Como resultado de la renuncia de Barrancos, el área de Ciencias Sociales y Humanidades se queda sin representación en un momento muy sensible. “Todas las ciencias están afrontando dificultades enormes pero, sobre todo, las sociales y las humanidades son las que más lo sufren y han quedado muy atrasadas respecto a otros campos. Las ciencias sociales y las humanidades no son ociosas, por el contrario, están contribuyendo críticamente a las sociedades. Sin ir tan lejos, Bolsonaro está empeñado en reducir su influencia y constituye un signo de barbarización”. Y concluye: “Existe una idea capciosa, equivocada y macabra que refiere a una cierta inutilidad de estas ciencias con respecto a impactar en la sociedad. Se ha constituido, desafortunadamente, como una cuestión cultural muy fuerte. Nos encontramos frente a una arremetida de ajuste general, ya hemos visto las declaraciones de Frigerio”.