“Vamos a tener la misma pobreza que cuando asumimos, pero distinta. Hemos atacado la pobreza estructural”, aseguró el presidente Mauricio Macri en marzo al intentar relativizar el impacto de la crisis económica sobre los sectores más vulnerables. Los datos del Indec dan por tierra con el relato presidencial: el incremento en los niveles de pobreza monetaria es acompañado por un lento deterioro en las distintas dimensiones estructurales utilizadas para medir la pobreza multidimensional. Durante el segundo semestre de 2018, la cantidad de personas que no accede a cloacas ascendió hasta 34,5 por ciento, un leve incremento de 0,2 puntos porcentuales frente al mismo período de un año antes.
“Hay un millón y medio de personas que hoy tienen cloacas y antes convivían con la mierda”, aseguró el presidente durante una entrevista reciente. Las cifras del organismo estadístico contabilizan 143 mil personas más sin acceso al servicio de cloacas en un año. A finales de 2018 había 9,6 millones de individuos que no tenían desagüe del inodoro a la red pública. En términos presidenciales, se incrementó la cantidad de personas que “conviven con la mierda”.
La última medición de pobreza elaborada por el Indec permite estimar que cerca de 2,9 millones de personas en todo el país empeoraron su posición económica y pasaron a ser pobres en términos de su ingreso monetario. En el segundo semestre del año pasado, el 32 por ciento de la población era considerada pobre. A lo largo de los últimos meses el discurso oficial intenta amortiguar el impacto de semejante deterioro señalando la existencia de mejoras en aspectos estructurales que afectan las condiciones de vida. Como publicó PáginaI12 a lo largo de las últimas semanas, la dinámica observada a lo largo los últimos cuatro años contrasta con la tendencia registrada durante el gobierno anterior.
Además del incipiente deterioro (o estancamiento) en la extensión del servicio cloacal, también se incrementó el número de individuos sin cobertura de la red de gas que alcanzó al 34,5 por ciento, una suba de 0,6 puntos porcentuales en el mismo período. Por su parte, la falta de agua por red pasó a afectar al 11,9 por ciento de las personas entre octubre y diciembre del año pasado, una leve alza de 0,2 puntos frente a fines de 2017.
El deterioro en los aspectos estructurales sobre las condiciones de vida reportado por el informe del Indec no se limita a los servicios públicos. La cantidad de individuos con cobertura médica por obras sociales, empresas de medicina prepagas y servicios de emergencia cayó de 69,5 a 68,7 por ciento entre los segundos semestres de 2017 y 2018. El correlato de ese proceso que acompaña a la destrucción de empleo y caída de los ingresos laborales es un incremento la población que se atiende de manera exclusiva en el ajustado sistema público de salud que paso de 30 a 31,2 por ciento en el mismo período.
Los datos permiten evidenciar que a medida que se profundiza la crisis económica la pobreza deja de ser una propiedad exclusiva de quienes tienen inserciones laborales precarizadas y comienza a extenderse hacia segmentos de clase media baja. El fenómeno excede a la caída en los ingresos por la devaluación y la aceleración inflacionaria para comenzar a estar acompañado por elementos estructurales vinculados a la alimentación y el endeudamiento.
Los datos del informe referidos a las condiciones de vivienda continúan la tendencia observada a lo largo de los últimos años con una leve disminución en la situación de hacinamiento aunque no se verifican modificaciones en la calidad de los materiales utilizados, a la vez que se observa una merma en el porcentaje de propietarios.