La ministra Patricia Bullrich se apuró este viernes a bajarse de la politización del caso del tiroteo en la Plaza Congreso, maniobra impulsada por ella misma el día anterior. Fue la ministra la que había hablado de “sicarios”, “mafias” o “crimen organizado”, cuando en realidad se trató de un caso de una supuesta vendetta vinculada con cuestiones personales, como ahora reconocen oficialmente. Sin embargo, para escapar de su propia jugarreta, Bullrich trató de magnificar el logro de las fuerzas de seguridad, sugiriendo que el asesinato y tiroteo fueron una operación sofisticada. La realidad es que el protagonismo lo tuvieron dos personas en estado de ebriedad que usaron un auto registrado a su nombre, vivían en los domicilios que figuran en su documento y estacionaron el auto en el parking donde lo dejaban siempre. Bastó seguir el rastro del dueño del Vento, Juan Jesús Fernández, para llegar al menos hasta los autores del disparo. El globo de la politización, las mafias y los sicarios se pinchó de manera definitiva y, para colmo, ni siquiera está del todo clara la historia de la supuesta venganza.
La trama
Por ahora, la versión de lo ocurrido sale de las fuentes policiales ya que ninguno de los imputados declaró en sede judicial.
* El centro de la historia parece ser la hija de Fernández, El Gitano, de nombre Stefanía, una joven de 24 años, casada con un guitarrista de flamenco. El matrimonio tiene dos hijos.
* El padre supuestamente creyó que la chica tuvo un amorío con Miguel Yadón, el asesor asesinado en la mañana del jueves. No está claro si el affaire existió o es una imaginación de El Gitano. Incluso se menciona un embarazo.
* La chica le dijo a los policías de Homicidios que no existió tal relación y que no conoce a Yadón. Esto fue reafirmado por el abogado de la familia, Ramiro Rúa.
* Nada de la relación Yadón-Stefanía está probado aún en sede judicial ni surge de un análisis de los celulares. El de Yadón es un Iphone que no se puede desbloquear y el de Stefanía no se sometió todavía a pericias.
* En la hipótesis oficial, la “relación prohibida”, derivó en lo que consideraron una ruptura del código de honor y por eso se habrían desencadenado los hechos. Los dos que estuvieron en el auto del que salieron los disparos fueron Juan Jesús Fernández y un joven de 26 años, Juan José Navarro Cádiz. El vínculo familiar no está esclarecido, pero en la comunidad todos se consideran primos aunque no lo sean.
* Según el abogado Ramiro Rúa, tampoco El Gitano conocía a Yadón. Su versión es que fue llevado borracho y engañado a la Plaza Congreso y que el autor de todo fue Navarro Cádiz. En las imágenes el joven aparece bajándose del auto, cruzando la calle para arrojar en dos tachos de basura cuatro proyectiles intactos. Nadie entiende para qué lo hizo.
* De manera bastante asombrosa, la ministra Bullrich, en conferencia de prensa, dio por seguro que Navarro Cádiz será imputado por haber disparado, pasando por encima de la fiscal Estela Andrades de Segura y del juez Mariano Iturralde, los que tienen la última palabra. Y, además, todavía están por realizarse las pericias.
La mafia
Después de hablar de “sicarios”, “mafia” y “crimen organizado”, ayer Bullrich trató de escapar de sus propias palabras llamando igualmente “mafia” al clan de origen gitano. La base de su acusación es que un grupo de hombres de esa comunidad estuvieron juntos, bebiendo hasta las cinco de la mañana, en un bar de la avenida de Mayo. Allí se habría pergeñado el complot. Desde el bar salieron Fernández y Navarro Cádiz en el Vento, lo estacionaron frente a la plaza a las 6.20 y esperaron el paso de Yadón y el diputado Héctor Olivares a las 6.50. Bullrich afirma que otros integrantes de la comunidad abordaron un auto blanco y que ese vehículo pasó por la escena enseguida después de los disparos. Nada de esto está probado. No hay evidencia alguna de que los reunidos en el bar hayan hablado del homicidio o de algo relacionado con lo que ocurrió después. Tampoco hay evidencia de que el auto blanco sea el que se ve en el video.
Por lo tanto, sin pruebas se sigue hablando de una mafia, cuando se trata de dos personas, en estado de ebriedad, moviéndose en su propio auto, sin siquiera tapar las patentes, a cara descubierta y con desplazamientos parsimoniosos. Las hipótesis, además, tienen que ver con cuestiones personales, no con planes de envergadura, al punto que se oscila entre si hubo o no relación entre Yadón y Stefanía o incluso si El Gitano y Navarro Cádiz, en su borrachera, le dispararon a la persona equivocada.
La fuga
Para tapar el blooper del jueves, la ministra presentó las detenciones como si hubieran sido producto de una investigación súper sofisticada. El crimen se produjo a las 6.50 del jueves. Dos horas más tarde, por las cámaras, ya tenían la patente del Vento y a las 9.30 contaban con el nombre del propietario del vehículo. Como el hombre vivía en el domicilio que tiene registrado, en la avenida Belgrano, llegaron a esa dirección poco más tarde. Hablar con el encargado les resultó suficiente para determinar donde El Gitano guardaba habitualmente el Vento, lo que los llevó al estacionamiento. En minutos tuvieron el testimonio de los empleados que contaron que los protagonistas llegaron en el auto seis minutos después de haber disparado, con una visible borrachera encima. No parece una investigación de una mafia compleja.
El Gitano salió para Entre Ríos y se alojó en unos bungalows. Todo indica que a los dueños del complejo les llamó la atención y les pareció que podía ser el hombre voluminoso del ataque de Congreso. Esperaron que emprendiera la retirada y llamaron al 911. Eso permitió su detención.
En la tarde del mismo jueves la policía detuvo a buena parte de los familiares de la rama Fernández y de la rama Cano del clan. Eso les permitió apuntar a Navarro Cádiz. El nombre saltó en Migraciones, o sea que el prófugo ya había logrado escapar a Uruguay a la 1.40 del viernes. Un diálogo entre el titular de la Federal, Néstor Roncaglia, y su par del país vecino, puso las cosas en movimiento y al mediodía ya habían capturado al prófugo. Como se ve, tampoco es que tuvo una gran logística en el escape.
El show
Los dramáticos hechos de Congreso motivaron un gran show que se pretendió usar contra el peronismo. De entrada hablaron “de los sicarios en la política”, lo vincularon con la ley sobre barras bravas y finalmente derivaron en el cuento de la lucha contra las mafias. Los hechos los obligaron a bajarse de la politización, pero como quedó al desnudo la maniobra, se refugiaron en tildar de mafia a un clan de 10 personas de origen gitano, al que quisieron igualar a Al Capone o Don Corleone. La historia recién empieza: habrá que ver si a lo largo del fin de semana se confirma la hipótesis oficial, que al menos hasta el momento está agarrada con alfileres.