Desde Córdoba
Hay consenso entre la dirigencia acerca de que Córdoba hoy le dará el octavo disgusto del año al gobierno de Mauricio Macri, que todavía no pudo cantar victoria en ninguna elección. Son casi 3 millones los cordobeses habilitados para votar en los comicios en los que se elegirá gobernador y demás cargos locales, lo que representa el 8,8 por ciento del padrón nacional, el segundo en importancia después de la provincia de Buenos Aires. Córdoba, que fue determinante en volcar el ballottage de 2015 en favor de Macri, dará otra muestra de que muchas cosas cambiaron en este tiempo si, como marcan las encuestas, el gobernador Juan Schiaretti consigue una reelección por amplio margen y, de yapa, obtiene para el peronismo la intendencia de la capital provincial. A nivel nacional, el resultado dejará a Schiaretti como virtual jefe o cabeza de Alternativa Federal, por lo que será importante todo lo que diga luego del triunfo respecto al futuro de ese espacio. En tanto, sus rivales Mario Negri y Ramón Mestre pulsearán una interna expuesta del radicalismo entre quienes se muestran todavía alineados con el macrismo y quienes pretenden que en la Convención que se realizará en dos semanas se opte por una salida diferente, sin Macri como candidato.
Schiaretti desde el vamos partió como favorito por su buena imagen y una gestión bien valorada basada en mucha obra pública, aunque a costa de un fuerte endeudamiento. Pero, además, todas las coordenadas se alinearon a su favor. Primero, cuando Cristina Kirchner resolvió bajar la lista de su candidato, el diputado Pablo Carro, presentado como un gesto hacia la unidad del peronismo. Desde el sector de Carro estiman que la mitad de los votos que tenían previsto obtener –entre un 10 y un 14 por ciento– irán a parar a Schiaretti mientras que el resto se repartirá en listas de izquierda. Segundo, cuando quedó confirmada la división del radicalismo, de manera que la principal oposición no sólo se resignó a no pelear con chances reales por la gobernación sino que puso en peligro la intendencia capitalina.
Va por el tercero
Schiaretti comenzó su militancia en las agrupaciones de la izquierda del peronismo, incluso ocupó un cargo técnico –es contador– en la gobernación de Ricardo Obregón Cano, en 1973. Luego del golpe se exilió en Brasil. En San Pablo ingresó a la Fiat, donde llegó a cargos directivos y trabó amistad con la familia Macri, una relación que se mantiene hasta hoy. Fue viceministro de Domingo Cavallo y su suerte electoral cambió en Córdoba cuando José Manuel de la Sota lo convocó para ocupar el ministerio de la Producción. Juntos formaron una sociedad política que viene gobernando la provincia –que hasta ahí arrastraba una larga tradición radical– desde 1999. Su primer mandato como gobernador fue en 2007, repitió en 2015 y ahora, cerca de los 70 años y con algunos achaques de salud, buscará su tercer mandato.
Sin su carisma y con un perfil más técnico, Schiaretti terminó heredando de De la Sota la conducción del peronismo cordobés –o “cordobesismo” como lo llamaba De la Sota–, siempre vinculado a las líneas más conservadoras del PJ, tenazmente enfrentadas al kirchnerismo. Armó una alianza similar a la que impulsa Roberto Lavagna, con el socialismo y el Gen de Margarita Stolbizer con el nombre “Hacemos por Córdoba” en lo que algunos analistas ven como el indicio de una ambición nacional.
La campaña fue corta y nunca llegó a levantar temperatura, pese al esfuerzo de los opositores. Negri tuvo el apoyo de figuras como Elisa Carrió, María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta en un intento por nacionalizar la pelea, pero Schiaretti no entró en el juego y sólo habló de obras terminadas y en marcha. Hay dos principales: el gasoducto troncal que permitió que a muchas localidades llegue el gas natural –una obra donde está involucrada la brasileña Odebrecht– y la avenida de circunvalación a la capital cordobesa. Desde la muy mala gestión del menemista Germán Kammerath en 1999 que el peronismo no gana en la capital. Schiaretti jugó fuerte con la candidatura de quien fuera su vice Martín Llaryora en busca de ese objetivo por el que pelea mano a mano con Luis Juez, quien ya ocupó el cargo y ahora se presenta como postulante de Cambiemos.
El día después
Cuando Schiaretti ganó en 2007, el escrutinio terminó en escándalo y su contrincante, también Luis Juez, sigue diciendo que le robaron la elección. En 2015, volvió a la gobernación arañando el 40 por ciento. Según los datos que manejaban ayer tanto en el oficialismo como en la oposición, no sería raro que hoy obtenga y tal vez supere el 50 por ciento. “Porcentajes de Santiago del Estero”, ironizaba un dirigente radical. También quedaría con el manejo de los dos tercios de la legislatura unicameral –los legisladores se renuevan cada cuatro años– y la frutilla del postre sería la intendencia capitalina.
Semejante respaldo lo dejaría fortalecido como una figura de proyección nacional y quien puede poner orden dentro del embrollado Alternativa Federal. En principio, definir sobre tres temas: la posible confluencia en un frente patriótico como el que impulsan Cristina Kirchner y el PJ de José Luis Gioja, la unión a un Cambiemos ampliado como proponen radicales como Alfredo Cornejo y Martín Lousteau y, por último, en caso de no aceptar ninguna de las dos opciones anteriores, si Alternativa Federal resolverá a su candidato en una PASO como pretenden Sergio Massa y Juan Manuel Urtubey o por “consenso” como dice Roberto Lavagna, un eufemismo que significa que los demás deben bajarse y apoyarlo. Difícil que las definiciones estén esta misma noche pero habrá que buscar indicios en las palabras de Schiaretti, que desde hace semanas se mantiene lejos de la prensa.
Aquella provincia que volcó decisivamente la balanza electoral en el ballottage de hace cuatro años, sufre como en el resto del país el cierre de industrias y la pérdida de empleos. La imagen de Macri cayó muchos puntos y hoy los cordobeses reparten sus preferencias nacionales en tercios entre el Presidente, los candidatos de Alternativa Federal y Cristina Kirchner, algo impensado un par de años atrás. Una recorrida por las librerías del centro cordobés permiten corroborar que “Sinceramente” se vende aquí tanto como en el resto del país. Habrá que esperar esta noche para ver si eso tiene alguna incidencia en el pensamiento de Schiaretti, o si pesa más su antigua amistad con Macri, o el fortalecimiento del espacio de Alternativa Federal.