La inversión se desplomó en marzo un 24,1 por ciento anual. Arrasado por la caída en la demanda interna, el incremento en las tasas de interés y la suba del dólar, los registros del Indicador Mensual de la Inversión (IMI) acumulan una contracción del 21 por ciento durante el primer trimestre de 2019. La medición elaborada por el Instituto de Trabajo y Economía (ITE) de la Fundación Germán Abdala arrastra así su onceava caída consecutiva interanual. De la mano del programa de austeridad implementado por el Gobierno para acceder al financiamiento del FMI, el indicador volvió a ubicarse en niveles similares a los observados diez años atrás durante la crisis financiera internacional. La comparación mensual, por su parte, presentó una merma de 9,7 por ciento. El deterioro en la inversión no solo expresa el impacto del ajuste recesivo sino que enciende señales de alarma sobre el atraso tecnológico al que quedan expuestos distintos sectores industriales.
“Los datos de actividad de marzo sugieren que la economía sigue en recesión. La nueva aceleración de la inflación volvió a golpear los ingresos reales de la población y el consumo de los hogares sigue sin encontrar piso”, advierte el ITE en su último informe. Ni siquiera el Fondo, que mejoró en abril sus estimaciones para la economía Argentina -recortó la caída proyectada en el nivel de actividad-, espera una recuperación de la inversión. El principal acreedor del país prevé una caída del 14,9 por ciento en el indicador al finalizar 2019. El guarismo representa una contracción 51 por ciento más pronunciada que la prevista por los técnicos del organismo multilateral hace apenas cinco meses.
“Una recuperación de la inversión es improbable. Muchas empresas que realizaron importantes desembolsos tienen hoy sus plantas o fábricas paradas. Esto genera un círculo vicioso: los sectores que se dedican a la producción de bienes de capital y equipo durable no tienen demanda, a la vez que la depresión del consumo frena el resto de las cadenas productivas dirigidas al público en general”, explicó a este diario la economista de la UBA Agustina Gallardo. Desde la Unión Industrial Argentina, su economista Diego Coatz señaló que “Argentina perdió en los últimos ocho años volumen de mercado acá y en Brasil. En 2017 había comenzado a recuperar pero desde el año pasado se volvió a niveles que no se veían desde la crisis internacional, con niveles de capacidad ociosa muy altos”.
“La complejidad macroeconómica y la inestabilidad cambiaria hacen muy difícil pensar en proyectos de inversión, a lo que se suma una serie de políticas del gobierno que envían mensajes muy desalentadores a los sectores productivos”, sostiene la experta en desarrollo al referirse a medidas recientes como el incremento de la tasa estadística a la importación y la quita de subsidios de tasas de interés, entre otras. “Incrementa la presión tributaria y profundiza la tensión financiera, lo cual no ofrece un escenario que impulse la inversión en un panorama de por sí bastante complejo en términos de demanda”, indicó Gallardo. La caída en el indicador de inversión del ITE está explicada en marzo por la contracción del 12,2 por ciento interanual en la construcción. La incertidumbre financiera y la parálisis industrial impactan de frente sobre la obra privada que registra un proceso de ajuste desde mediados de 2018. En tanto, el informe sostiene que si bien la obra pública moderó su caída, los proyectos viales continúan mostrando un fuerte retroceso. El programa de austeridad arrasó con el gasto de capital. Los desembolsos estatales para obras de infraestructura acumularon un incremento del 5,9 por ciento, un alza nominal que se encuentra significativamente por debajo de los aumentos de precios de 11,8 por ciento observados entre enero y marzo (ver aparte). En tanto, los desembolsos en equipo durable de producción (EDP), mostraron un descenso del 37,3 anual. La inversión en EDP Nacional se redujo 21,8 por ciento anual, exhibiendo diecisiete meses de caída, donde los sectores más afectados son siderurgia, químicos, plásticos y metalmecánica. Por su parte, el EDP Importado mostró en marzo una pérdida de 46,1 por ciento anual. El fuerte ajuste que se observa en este sector se explica en gran medida por la depreciación del tipo de cambio.
A pesar del impacto experimentado a lo largo del último año, Coatz destaca que “la industria es la actividad que mayor compromiso tuvo con la inversión junto con el sector de alimentación y los desembolsos vinculados a Vaca Muerta. Sobre el total de anuncios realizados, el sector representa el 30 por ciento del total y es el único que cumplió a lo largo de los últimos tres años. No son inversiones para ampliar capacidad productiva sino para no depreciar el capital y mantener niveles tecnológicos, porque si no invierten pierden más mercado”.