La fiscalía sueca reabrió ayer el caso por supuesta violación contra Julian Assange, el fundador del sitio de filtraciones WikiLeaks. La Justicia había cerrado la investigación hace dos años y ahora tiene quince meses, hasta agosto de 2020, para proceder con el caso, cuando prescriba el último de los delitos de los que se lo ha acusado. La defensa de Assange calificó como vergonzosa la decisión de las autoridades suecas.
La medida estuvo motivada por el cambio en la situación del periodista australiano, que hace un mes fue arrestado por las autoridades británicas en la embajada de Ecuador en Londres –donde se había refugiado en 2012 para evitar la extradición a Suecia–. La policía londinense pudo entrar a detenerlo a la legación cuando el gobierno ecuatoriano le retiró el asilo diplomático. Assange, retenido en una cárcel de máxima seguridad, fue condenado hace dos semanas por un tribunal británico a 50 semanas de cárcel por violar las condiciones de libertad condicional en 2012 y espera a que el Reino Unido decida sobre una petición de extradición a Estados Unidos por filtrar documentos secretos en WikiLeaks.
Que el periodista australiano permanezca detenido hace que se den las condiciones para presentar una nueva orden de detención en ausencia en los tribunales suecos y una orden de arresto europea, explicó ayer en una comparecencia la fiscal superior adjunta, Eva-Marie Persson, al frente del caso. “Hoy (por ayer) he decidido reabrir la investigación” anunció la fiscal. “Como Assange ha salido de la embajada ecuatoriana, están reunidas las circunstancias para pedir su entrega (a Suecia) en virtud de una orden europea de detención y entrega, lo cual no podía ser el caso antes del 11 de abril”, explicó. La fiscal recordó que la investigación no había sido suspendida por falta de pruebas, sino por la imposibilidad de que progresase, al tiempo que resaltó que los tribunales suecos concluyeron en varias ocasiones que las sospechas contra él tienen el mayor grado de verosimilitud. “No es posible predecir el resultado del proceso, pero considero que una investigación preliminar puede realizarse de forma paralela al caso en el Reino Unido”, señaló Persson, quien cree necesario un nuevo interrogatorio, aunque se mostró dispuesta a hacerlo por videoconferencia.
El proceso en Suecia se reactivó al pedir la abogada de una de las denunciantes, Elizabeth Massi Fritz, la reapertura del caso tras la detención en Londres de Assange, a quien Quito le retiró el asilo por supuestamente haber infringido “convenciones internacionales y el protocolo de convivencia” en la misión diplomática. Fritz se mostró satisfecha con la decisión de la fiscal y sostuvo que esto demuestra que “nadie está por encima de la ley, ni siquiera si te llamas Julian Assange”.
Uno de los abogados del periodista, el sueco Per E. Samuelsson, afirmó, sin embargo, que la decisión de Suecia era vergonzosa. “Me sorprendió mucho. Pienso que es una vergüenza para Suecia reabrir la investigación de esta forma tan sencilla. Me parece una conclusión disparatada: hablamos de unos hechos que ocurrieron hace casi diez años y de una persona que probablemente sea extraditada a Estados Unidos”.
El editor jefe de WikiLeaks, el periodista islandés Kristinn Hrafnsson, tiene, no obstante, una visión más optimista. Cree que la reapertura del caso le permitirá a Assange limpiar su nombre y negó que este haya evitado el interrogatorio de las autoridades suecas, que lo han investigado por cuatro delitos, tres ya prescritos, mientras que el de violación lo hará en agosto de 2020.
La fiscalía sueca había emitido en noviembre de 2010 una orden de arresto europea contra Assange. Un mes después, fue detenido Londres, y a partir de ahí comenzó un proceso judicial que culminó en junio de 2012, cuando el Supremo reafirmó la extradición a Suecia y el periodista se refugió en la embajada ecuatoriana.
La querellante, que tenía unos 30 años en el momento de los hechos, había conocido a Assange durante una conferencia de WikiLeaks en Estocolmo. Lo acusa de haberle impuesto una relación sexual la noche del 16 de agosto, mientras ella dormía y sin preservativo, pese a haber rechazado previamente cualquier relación no protegida. Assange siempre afirmó que la mujer consintió la relación y aceptó que no se usara preservativo. El australiano también fue interrogado por otra supuesta agresión sexual tras una querella interpuesta por otra mujer por presuntos hechos ocurridos el 13 de agosto de 2010. Pero estos hechos prescribieron en 2015.
En Estados Unidos, el periodista está acusado de Asociación de malhechores con vistas a cometer un “pirateo informático”, por haber ayudado a la exanalista de inteligencia norteamericana Chelsea Manning a obtener una contraseña para acceder a miles de documentos considerados ultrasecretos.
Assange se niega a ser extraditado a Estados Unidos donde puede ser condenado a una pena máxima de cinco años de prisión.
Aunque el análisis del procedimiento de demanda de extradición a Estados Unidos sigue su curso, la fiscalía sueca afirmó que en caso de concurrencia entre una orden de detención y entrega europea y una demanda de extradición estadounidense, son las autoridades británicas las que fijan la prioridad. Todavía falta ver, entonces, quién ganará la pulseada.