El apoyo de un jugador famoso a un político determinado nunca es inocente y trasunta lo que piensa, sus valores y una mirada del mundo. El Brasil que será anfitrión de la Copa América a partir del 14 de junio le ofrece al presidente Jair Bolsonaro un blindaje futbolero de sus protagonistas como pocas veces se ha visto. Desde Neymar a Lucas Moura, el goleador del Tottenham inglés en la semifinal de la Champions League contra el Ajax holandés, respaldan al político ultraderechista. Pero no son los únicos. Hay más. El torneo será una posibilidad formidable para medir la popularidad del militar, ya no tanto por lo que opinen las figuras de la selección y sí el público en los estadios. El pentacampeón del mundo debutará el 14 de junio en el Morumbí de San Pablo contra Bolivia. Una ciudad y un escenario donde Bolsonaro puede sentirse local, aunque se confiese hincha del Palmeiras que suele jugar en su propia cancha, el nuevo Allianz Parque.
A principios de abril, el mejor futbolista brasileño aceptó completar un triángulo de saludos con su presidente y el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, de ideas afines a Bolsonaro. Aquel invitó a Neymar a conocer su propio país. Lo hizo mediante un video que el delantero del PSG francés respondió con deliberada complicidad: “Buenos días Bibi (el apodo con que se conoce a Netanyahu) y Bolsonaro. Gracias por invitarnos. ¡Israel, ya llegamos!”. El convite también fue para el surfista brasileño Gabriel Medina, que lo aceptó en el mismo tono cordial que el delantero. “Por favor, vengan acá. Están los dos invitados, ¡Neymar y Medina, traigan a todo el mundo con ustedes!”, los animó el premier israelí.
La afinidad del astro del PSG con el presidente misógino y racista no es nueva. “Yo espero que Dios utilizará a Bolsonaro para ayudar a nuestro país y que la voluntad de Dios sea hecha”, había dicho Neymar en la víspera de la elección de octubre pasado. Ese gesto y el de abril fueron tan deliberados como programados. Es curioso. Los deportistas de elite cuando en otras circunstancias son consultados sobre cuestiones de Estado declinan responder. Se amparan en el viejo y perimido principio de que no se deben mezclar la política y el deporte. Las asociaciones de fútbol nacionales o la FIFA refuerzan esa idea con la amenaza de sanciones si un futbolista, técnico o protagonista del espectáculo osara utilizarlo para hacer proselitismo.
“De conformidad con las disposiciones reglamentarias de la FIFA, los partidos y los eventos asociados deben ser neutrales en cuestiones de política y no deben utilizarse como una plataforma para declaraciones políticas”, dicen los reglamentos. Ese tipo de expresiones no suelen darse en encuentros oficiales, aunque sí ciertos gestos. El año pasado la FIFA investigó y multó con 10 mil dólares a dos jugadores de la selección suiza de origen albanokosovar, Xherdan Shaqiri y Granit Xhaka. Habían festejado los goles del 2 a 1 contra Serbia en el Mundial de Rusia haciendo con sus manos el símbolo del águila bicéfala que tiene la bandera de Albania.
En el caso de los adherentes más famosos de Bolsonaro, sus expresiones de apoyo sucedieron afuera de la cancha. El delantero Lucas Moura, autor de un hat-trick contra el Ajax en la semifinal de la Champions, adelantó su voto por el ultraderechista antes de las presidenciales del 2018. “¿No tengo derecho a tener mi opinión, a tomar posición y preocuparme por mi país?”, publicó en Twitter meses después de que el PSG lo dejara ir para hacerle un lugar a Neymar en el club francés. “Hace tiempo que estamos en crisis y los candidatos que hemos elegido no resolvieron nada. Ningún candidato es el salvador de la patria. Sólo creo que tenemos que cambiar”, había escrito y recibió muchas críticas.
En aquel momento le dio su adhesión un bolsonarista desde la primera hora, Felipe Melo, el veterano volante de Palmeiras: “¡Bien Lucas Moura, no importa lo que digan!”. El presidente se identifica con el equipo paulista, que dirige Luiz Felipe Scolari. Pero cuando tuvo que hacer proselitismo en las canchas no le importó vestirse con las camisetas de Flamengo, Botafogo, Vasco da Gama o Fluminense.
Ex integrantes de la selección brasileña también le manifestaron su apoyo al ahora presidente cuando aún no lo era. Es difícil comprobar si influyeron demasiado en el resultado de la elección, pero solo con mirar la cuenta de seguidores que tiene Ronaldinho en Instagram (44.893.641) o en Twitter (18.623.561) bastaría para tener un indicio. El fue uno de sus principales respaldos en el mundo del fútbol. También hicieron lo mismo Cafú, Kaká y Rivaldo. Este último comparó los festejos por el triunfo de Bolsonaro en la primera vuelta electoral con “la alegría de nuestro pueblo cuando ganamos la Copa del Mundo de 2002”.
Ahora en un torneo menor al Mundial como la Copa América, los futbolistas que apoyan a Bolsonaro tendrán la oportunidad de testear otra vez si su popularidad sigue intacta o está en profundo declive.