Desde Mendoza
La edición 2019 de los premios Gardel no quedará como una más. Con todas sus buenas intenciones de ofrecer un premio representativo de la música argentina, Capif ha recibido no pocos y justificados cuestionamientos a lo largo de la historia del galardón, por rubros a veces compuestos de manera extraña, omisiones importantes o la sensación de déjà vu que dejaron las estatuillas de oro en dos oportunidades a Charly García o a Abel Pintos (¡en años consecutivos!). Pero la ceremonia realizada en el Auditorio Angel Bustelo de Mendoza hizo circular otro aire. El clima de época se tradujo en una reivindicación de la mujer y del trabajo autogestivo e independiente, y el Gardel de Oro a Marilina Bertoldi por Prender un fuego fue el resumen perfecto. Tras el explosivo final de la entrega número 21, la guitarrista, cantante y compositora tuvo una charla relajada con un reducido grupo de periodistas que fue una jugosa extensión de lo dicho en el escenario.
–¿Se puede entender esta noche como una bisagra para los Gardel? Tus expresiones no fueron las únicas, se vio algo distinto.
–Es una bisagra dependiendo de lo que venga, porque podemos cumplir ahora con el cupo, pero si pasan 19 años más sin que nadie gane un premio como este, realmente no significaría un gran cambio. Lo más importante, lo que era más difícil, es que premiaron un artista nuevo. Es lo que veo más difícil de lo que venía sucediendo y lo empiezo a ver representado: mucha gente de lo llamado under que es enorme, es un ambiente inmenso e increíble que está sucediendo y que está invitando a gente joven a ver artistas nuevos.
–¿No se corre el peligro de que las reivindicaciones eclipsen lo artístico, el hecho de que el tuyo es un gran disco?
–No, porque eso sería decir que en el pasado no hubo grandes discos de mujeres. Entiendo el punto y en estos momentos yo me siento muy rara al subir a dar discursos, me molesta porque tenés poco tiempo para explicar cosas, y hay formas muy fáciles de darlo vuelta y entender otra cosa. Y a mí me cuesta hablar enfrente de mucha gente... pero definitivamente no, mi disco favorito del rock nacional es Perfume, de María Gabriela Epumer; es un discazo y no está ni en Spotify. Hay una realidad y una dificultad para llegar, si no entendemos por qué hay tan pocas mujeres y por qué se esta reclamando y solo lo basamos en el talento, estamos empezando a dejar de lado las razones por las cuales toda esta gente no llega. Por qué no es igual, por qué no se siente igual, por qué yo no me siento cómoda en algunos ambientes del rock, si soy una artista de rock. Eso habla de muchas cosas que nos empiezan a apartar y que una a una nos van sacando. Las más privilegiadas llegamos porque contamos con situaciones o una cara de piedra y unas herramientas emocionales muy fuertes.
–A Charly y a Sandro les llevó muchos años ganar un Gardel de Oro. ¿Como te sentís frente a esto?
–Sandro fue el primero y Charly lo ganó muchas veces... Creo que el año pasado estuvo de más, salieron grandes discos nacionales y eso fue una gran paliza para artistas nuevos que ni siquiera estuvieron considerados. A mí me encanta Charly, Clics modernos es un discazo y muchos más, pero ves en Wikipedia la lista de artistas y es... se lo están entregando entre ustedes: “Tomá, ahora te toca a vos, ahora a vos”. Y en esos años aparecieron muy grandes artistas, mujeres o no.
–Te sentís rara dando discursos pero dijiste cosas muy concretas. ¿Cuánto tenías preparado?
–Cuando gané el de “artista femenina de rock” lo tenía más o menos armado, pero el final no. Quería hablar sobre lo que había leído, lo de Mercedes Sosa como única mujer que ganó el premio... Lo de lesbiana no lo pensaba decir porque ya lo dije una vez y no quiero repetir cosas, pero estos espacios son muy grandes y es importante usarlos. Me faltó agradecerle a Pelo Aprile, que confió muchísimo en mí, y mencionar a María Gabriela. Así como tuve tanto a disposición a Charly, a Cerati, me hubiera gustado tenerla más a ella, me hubiese ahorrado mucho camino, muchos golpes. Hasta que no saqué mi segundo o tercer disco no entendí que podía ser una artista de rock solista. Y lo estaba haciendo, porque no lo había visto y para mí no era posible.
–¿No es políticamente correcto esto?
–Lo es. Pero siento que de esa terna lo merezco, no tengo dudas. En el año salieron muchos grandes discos con los que si hubiese competido, no sé... Pero de esos sí, me parece que para que se considere un gran disco tiene que haber generado un impacto en algún grupo de personas idealmente que sean jóvenes, porque estamos apostando a generar más cosas, o idealmente hablar sobre alguna temática de la que nadie hable. Creo que trae algo nuevo y lo nuevo –en este caso de la mano del rock– es que se empieza a dar la mano con un discurso más interesante. No es por faltarle el respeto a los artistas que estaban nominados conmigo, sí Andrés Calamaro... pero me parece importante que hagan ese punto de encuentro que es lo nuevo en el rock, y estaría bueno que otros artistas que no son del rock hagan ese refresh. Eso porque me dan un micrófono y estoy opinando: para mí hay un montón de cosas que se pueden hacer con este premio y serían geniales. Y las digo por cariño al premio, porque por alguna razón tengo algún tipo de cariño. Si no, no opinaría nada, diría gracias y me iría. Esto es constructivo.
–¿Por qué la mención a Calamaro? ¿Qué tan importante es discutirle al canon del rock argentino?
–Ser mujer en el rock y no querer ser condescendiente es chocar constantemente con esas situaciones, molestas y reales. El tema de Andrés... Tenés el privilegio de tener a disposición un montón de medios para decir cualquier cosa que quieras y elegís decir ciertas cosas. No me deja muchas opciones, prefiero no rendirle mucho respeto a una persona así, tampoco faltárselo, pero... fue distinguido como artista de rock masculino, alguien que dijo lo que dijo (N. de la R: “Un nuevo proyecto de ley propone igualdad estadística de géneros para celebrar eventos musicales, y no me consta que las prostitutas califiquen para este 50/50”), y que tiene el poder de decir otras cosas o llamarse a silencio. Son cosas que hablan de un abuso de poder y el rock está en contra de eso.
–¿Este premio puede servir como factor de presión para que salga la Ley de cupo femenino?
–No sé, ojalá cambien cosas, pero no sé si un premio tiene ese poder. Sé que es un momento que trasciende algunas cosas; hay noticias que te llegan solo por Twitter y esto llega a otra masividad, y se pueden hablar ciertas temáticas, preguntarse por qué dije la palabra “lesbiana” y por qué pareció más importante que decir “mujer”, por qué me disocio de la palabra mujer y entender algunas cuestiones, hablar... Siento que cuando tengo que dar un discurso tengo tantas cosas de las que quiero hablar que siempre termino quejándome en vez de estar agradeciendo, más allá de que empiezo con un “gracias”. Pero es lo que me toca; si me dan este premio, saben que esto es lo que viene con eso. Y como artista de rock, como alguien que tiene esa actitud como forma de vida, no puedo evitarlo.
–En tu primer discurso hablaste de las cosas que creés que debe decir el rock en el escenario y en las letras, y que en este momento quizá no está diciendo tanto.
–La gente de los inicios del rock hacía cosas que chocaban, molestaban, estaba mostrando y diciendo algo que nadie decía, y que reflejaba una juventud que no tenía voz ni voto en ningún otro lugar. Se alejaban de los lugares clásicos. Así, el rock también fue reinventándose; cada rama importante del rock fue incluso destruyendo lo anterior, quejándose y peleándose, porque ya tenía demasiados privilegios y necesitaban otro protagonismo. Creo que es un momento histórico en el cual se le ha dicho al rock que murió hace muchos años y yo siento que el rock de los hombres murió. En realidad, lo que nos tienen que dar es espacio a personas que con solo pisar el escenario generan un impacto y una llamada de atención que ningún hombre puede generar con su voz. Lo que pueden generar con su mensaje es dar ese espacio, o realmente alzándose por las causas que no veo que suceda, señalar cosas, nombrarlas. Hay mucho posteo en Instagram del corazoncito verde y Ni Una Menos y demás, pero después cuando están en un escenario no se preguntan ni hacen acusaciones con respecto a que no hay ninguna piba presente en los escenarios... cuando las hay, además. Entiendo que no hay bandas grandes de mujeres como Babasónicos, que vendan esa cantidad de tickets, pero los lugares de las bandas nuevas siempre están a disposición de pibes, y hay muchas chicas que tienen cosas zarpadas. No solo nos podemos identificar con el discurso de un hombre, con cómo el hombre ve al amor, al odio, la bronca, el rock. Podemos identificarnos con una mujer, con una lesbiana, con un gay, trans o travesti. Y eso nos va afectar muy bien en nuestras vidas, porque habremos empatizado con alguien que habló de algo que sentíamos. En el momento en que conectás con una persona que está en un escenario, empezamos a sacar del medio el tema del género. Por eso es importante, porque ya trasciende a la música, es un gran mensaje para todes.
–Hay una enorme distancia entre lo que sucede en la escena independiente y lo que reflejan los grandes medios o las radios mainstream. ¿Tu música suena ahí? ¿Qué pasa con esa falta de representación de una escena que es alucinante pero que para algunos no parece existir?
–Hay otro planteo que está bueno sacar a la luz, que es lo lindo de esta nueva revolución que trajo internet. Medios como Spotify o Youtube nos pusieron al alcance a todas las personas, tengan un sello o no, la posibilidad de subir las canciones y que no dependa de con quién estás aliado. Los medios siguen teniendo muchísimos negocios que los sostienen pero en algún punto los terminan enfermando, generando un vicio donde solo se consumen artistas que tienen sellos y tienen deals, y nunca termina de acceder gente que por ahí tienen montones de reproducciones y no aparecen en las radios. Hay algo que no está sucediendo y es importante de entender, que es que la juventud no está escuchando la radio, no está viendo la tele. Estamos optando por nuestros propios espacios de poder y de escucha, y basta. Lo mismo pasa con estos premios, que hay mucha gente que se alejó, ni quiere saber, le da risa. Y me parece una lástima porque es un espacio a disposición, claramente tratando de demostrar que se puede. Y el feminismo también está generando espacio para nosotras y nosotres, con artistas increíbles que están tratando de generar nuestro propio espacio con nuestro propio poder.
–Este premio te da exposición. ¿Eso te lleva a proyectar una carrera bien popular?
–No, no me interesa, y obvio que es una contradicción. Yo estoy siguiendo en esta por convicciones y una ideología, porque sé que estoy ocupando un lugar en un momento muy particular. Pero quien me conoce sabe que yo prefiero hablar en estos contextos: no hablo en mis shows, no me gusta hablar frente a mucha gente, soy más bien perfil bajo, me gusta estar sola. Pero me parece que la cosa es tan grande y tan importante que me excede, que creo que tengo que estar acá para que haya más. Y después sí hacer lo que quiera, irme al campito, y llorar por todo lo que tuve que vivir y todos los memes que me van a hacer y esas cuestiones que me quiero matar, pero lo voy a guardar en mi corazón porque sé que esto requirió muchísimo de mí. Es un montón, pero siento que lo merezco como artista, que luché por eso, no por “esto” (señala el premio), pero constantemente estoy tratando de ser transparente y constructiva con lo que hago. Y no estar de más en este ambiente.