Una ordenanza irrumpe con fuerza en el debate por el Estado de vigilancia, en tiempos en que los países se pelean por anunciar sistemas de reconocimiento facial para garantizar supuestas mejoras en la seguridad. En el corazón de la industria tecnológica, San Francisco, prohibieron este tipo de software en defensa de la privacidad y las libertades civiles. La ciudad se convirtió en la primera en poner un freno a este programa de identificación por imágenes o videos, que comenzó a ser utilizado en China y que ya es probado en todas partes del mundo, incluida Buenos Aires.
Las agencias de gobierno ya no podrán escanear el rostro de las personas con cámaras de seguridad, luego de que el ayuntamiento considerara que su uso abre la puerta hacia una mayor represión a nivel estatal, como se verificó en algunos de los países que ya lo pusieron en funcionamiento. Hace apenas unas semanas, el Gobierno porteño anunció con bombos y platillos un programa de Reconocimiento Facial de Prófugos, que tendrá 300 cámaras rotativas para identificar a los ciudadanos. Es la misma tecnología que ahora cuestionó la Justicia de San Francisco.
“Con este voto, San Francisco declaró que la tecnología de vigilancia es incompatible con una democracia saludable y que las personas merecen una voz en las decisiones sobre la vigilancia de alta tecnología”, celebró el activista de la American Civil Liberties Union Matt Cagle en una entrevista del Financial Times. Si bien la ordenanza no tiene efecto en todo el territorio estadounidense, la prohibición en esta ciudad resuena por ser precisamente donde nacieron las empresas de tecnología más poderosas del mundo, como Google y Facebook, cuyos ingenieros fueron los pioneros en diseñar sistemas para detectar y reconocer rostros para uso comercial y de consumo. Por eso, muchos especialistas aseguran que éste es un gran llamado de alerta para todo el mundo. “Que una comunidad en la que están creando los sistemas sean los primeros en prohibirlo demuestra los graves daños de este tipo de tecnología”, afirman.
La ordenanza también requerirá que todos los equipos de vigilancia nuevos sean aprobados por los líderes de la ciudad, que podrían buscar medidas “para verificar que los derechos civiles obligatorios y las salvaguardias de las libertades civiles se han respetado estrictamente”.
“Podemos tener seguridad sin ser un Estado de seguridad. Podemos tener una buena vigilancia sin ser un Estado policial”, resaltó el supervisor Aaron Peskin, quien redactó la legislación. El abogado ponderó la importancia de crear confianza con la comunidad basada en una buena información y “no en la tecnología de Big Brother”. Los estudios demostraron que los sistemas fallan y que funcionan con menos precisión a la hora de reconocer afroamericanos, lo que aumenta los riesgos de identificación errónea.