La creación más exitosa del dramaturgo y director teatral Carlos Mathus, homónima de la célebre pintura de Rembrandt, no necesita presentaciones: desde su estreno original en 1972 –causa de no pocas polémicas, gracias a una breve escena en la cual actores y actrices aparecen en escena completamente desnudos– fue representada ininterrumpidamente en la Argentina durante más de tres décadas, viajando asimismo a diversos lugares del mundo. El documental de Agustín Kazah y Pablo Arévalo, que se estrena comercialmente luego de un reciente paso por el Bafici, encuentra al propio Mathus y a su colaborador más cercano, Antonio Leiva –actor en ese mítico primer ensamble hace más de 45 años y pareja del director–, iniciando un largo proceso de audiciones para la reposición de la pieza en 2017. Con una técnica de rodaje aledaña al concepto de “mosca en la pared”, la cámara de los realizadores pasa en gran medida inadvertida durante las pruebas y ensayos, al tiempo que los micrófonos individuales captan los comentarios circunstanciales de Mathus y Leiva durante los encuentros con los aspirantes.
Una extensa escena con una joven actriz define el nivel de obsesión de la apuesta artística, aplicado a un pequeño gran detalle de la performance: los pies no deben desplazarse hacia atrás durante un falso “footing” sino hacia arriba, como en un salto. Al mismo tiempo, la letra del monólogo debe pronunciarse de manera clara, a un nivel audible en toda la sala y con la intensidad adecuada. Los candidatos son conscientes de que detrás de ellos se ubican varias generaciones de intérpretes que han formado parte de los diferentes elencos, forjadores, con el correr de infinitas funciones, del nivel de excelencia que requiere la representación. Algunos/as de ellos/as comenzaron anónimamente su carrera en La lección de anatomía y serían luego figuras del teatro, el cine y la televisión: Carlos Calvo, Esther Goris, Gustavo Garzón, Eusebio Poncela, Virginia Innocenti y Daniel Fanego, entre muchos otros nombres.
Kazah y Arévalo toman desde un primer momento una inteligente decisión formal: expulsar las entrevistas tradicionales a antiguos miembros de la troupe o a especialistas en historia teatral describiendo procesos y anécdotas, como así también la exposición de material de archivo, excepto algunas fotografías manipuladas en el plano. Todo es tiempo presente y ansiedad por el futuro. La lección de anatomía, el film, sólo registra los preparativos para el estreno de la nueva puesta y algunos momentos de la intimidad de Leiva y no pretende transformarse en una narración didáctica sobre los alcances y límites artísticos de la creación contenida en el relato.
A mitad de los ensayos Carlos Mathus enferma y muere. ¿Qué sucede cuando el sujeto central en un proyecto documental abandona el proscenio de manera definitiva? Luego de las despedidas y elegías, tanto colectivas como personales, y con el duelo a flor de piel, los realizadores continúan indagando en los preparativos de la puesta, a los cuales se suman temporalmente un par de antiguos participantes, cada uno de ellos con ideas diferentes acerca del ritmo y la vehemencia que debería marcar determinado parlamento o movimiento. Con el regreso de Leiva como nuevo director, las necesidades contractuales de llegar en tiempo y forma al reestreno se transforman también en una celebración y homenaje de la pulsión creativa del autor de la pieza. Una obra que, a pesar del tiempo transcurrido desde que vio la luz de los reflectores por primera vez, todavía parece tener un par de cosas que decir acerca de las formas en las que la familia y la sociedad en su conjunto establecen prioridades, deseos y ambiciones.