China y Estados Unidos cruzaron acusaciones ayer, después de que el presidente Donald Trump impidiera por decreto que las empresas estadounidenses utilicen tecnología de compañías que presuntamente intentan espiar a Washington. Si bien la orden ejecutiva no nombra en particular a ninguna empresa, el gigante de las telecomunicaciones chino Huawei consideró que la medida apunta a su compañía luego de que Estados Unidos la acusara de espionaje. A esta nueva escalada de tensiones entre las dos potencias, se suma el arresto por autoridades chinas de dos ciudadanos canadienses acusados de recopilar, proveer y vender secretos de Estado a fuerzas extranjeras.
“Nadie ve a este movimiento como constructivo o amistoso”, opinó por su parte el portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Lu Kang, en alusión a la última decisión de Estados Unidos. “Le pido a Estados Unidos que deje se usar estas prácticas”, lanzó Kang contra Washington. La empresa asiática Huawei también ofreció sus declaraciones. “Restringir a Huawei la posibilidad de hacer negocios en Estados Unidos no hará más seguro o más fuerte a este país; en su lugar, sólo servirá para limitar a Estados Unidos a alternativas inferiores y más costosas”, indicó la compañía subrayando que la decisión de Washington sólo afecta a los consumidores de ese país.
La disputa comercial entre las dos potencias lleva cerca de un año en el que ambas se concentraron en lanzar sanciones económicas la una a la otra. Luego de más de diez rondas negociaciones, China y Estados Unidos no lograron poner fin al conflicto y según sus últimas declaraciones no tienen previsto resolverlo en el corto plazo.
El portavoz del Ministerio de Exteriores agregó en tanto que su región se opone a los países que crean problemas usando como excusa a la seguridad nacional, al tiempo que aseguró que las empresas extranjeras no tienen que preocuparse si su situación está en regla.
Estas afirmaciones se producen después de que Trump declarase el miércoles una emergencia nacional que prohíbe a las compañías de Estados Unidos usar equipos tecnológicos de firmas que presuntamente intentan espiar al país, lo que podría restringir los negocios con compañías como Huawei. “China tomará las medidas que hagan falta para proteger los legítimos derechos e intereses de nuestras empresas”, dijo Kang. En la misma línea, el Ministerio de Comercio del gigante asiático instó ayer a Estados Unidos a frenar el decreto que apunta contra China. “Esta orden ejecutiva es un abuso de la seguridad nacional y supone sanciones unilaterales de comercio”, afirmó en rueda de prensa el portavoz del Ministerio de Comercio, Gao Feng. Asimismo, Gao instó a Estados Unidos a respetar las reglas del mercado y a proveer un entorno empresarial, transparente e imparcial para las empresas extranjeras. Si bien la orden ejecutiva de Trump se dirige contra los “adversarios extranjeros” de Estados Unidos, tampoco nombra específicamente a China.
El portavoz chino de Exteriores dijo por su parte, en tono conciliador, que para llegar a acuerdos hace falta “buena fe, respeto mutuo, igualdad y beneficios para las dos partes”. Y luego agregó que a pesar de las dificultades que significan las decisiones de Estados Unidos para su economía, China ofreció siempre una actitud positiva.
La prensa del gigante asiático sin embargo no tomó una postura conciliadora. Sino que por el contrario los principales medios locales arremetieron contra Washington al mismo tiempo que denunciaron que Estados Unidos ignora las leyes y los hechos. “EE.UU usa tácticas de acoso que no son razonables y además es arbitraria e irracional, poniendo en peligro las relaciones bilaterales y el crecimiento económico global”, denunció la editorial del matutino Diario del Pueblo.
Aún resta, sin embargo, saber de qué manera la orden ejecutiva de Trump restringe la compra de equipos de telecomunicaciones de Huawei, que está en el ojo de la tormenta luego de las acusaciones de Estados Unidos que a su vez intenta impedir que la empresa china se haga con el control de las redes móviles 5G.
En medio de las sanciones cruzadas, Pekín ordenó ayer mismo el arresto de los canadienses Michael Kovrig y Michael Spavor apuntados por espionaje. En concreto, el empresario Spavor está acusado de vender y proveer ilegalmente secretos de estado e información de inteligencia a fuerzas extranjeras, mientras que el diplomático Kovrig está acusado de recopilarlos. “China tomó medidas coercitivas contra estos individuos de acuerdo con la ley. Todo lo que se hace en China se hace de acuerdo con la ley y esperamos que Canadá no haga comentarios irresponsables sobre los procedimientos judiciales de otros países”, afirmó el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China.
Spavor, por su parte, es uno de los pocos occidentales que conoció y entabló una relación cercana con el líder norcoreano, Kim Jong-un. Kovrig, en tanto, es un diplomático que realizó su trabajo profesional en Pekín y en la ONU y que además organizó la visita del primer ministro canadiense, Justin Trudeau, a China en diciembre de 2017.
El caso parece circunscribirse, sin embargo, a la ofensiva del país asiático para conseguir la liberación de la directora financiera de la empresa tecnológica Huawei, Meng Wanzhou, detenida en Canadá el pasado 1 de diciembre a petición de Estados Unidos. Meng, liberada al poco tiempo, fue acusada por Washington de haber cometido fraude para violar las sanciones comerciales impuestas por Estados Unidos a Irán, al comerciar con el país islámico. Aunque China evita relacionar estos dos casos, las detenciones coinciden con las “graves amenazas” que lanzó entonces contra Canadá y que se vieron como una medida de presión más para que el país norteamericano pusiera a Meng en libertad.