A veinte días de estrenado el sistema de Reconocimiento Facial de Prófugos, y pese a que durante su lanzamiento las autoridades aseguraron que nadie iba a quedar detenido por equivocación o sin debida justificación, algunos ciudadanos comenzaron a sufrir los errores o excesos del gran hermano porteño. Una mujer fue detenida y liberada un día después porque no era la persona buscada: sólo se parecía a una prófuga; además, varios trabajadores del subterráneo fueron demorados y debieron ser resguardados por sus compañeros tras haber sido identificados como sospechosos por el sistema. Al estrés y la humillación que significa ser detenido en la vía pública, se suma el papeleo y la pérdida de un día de trabajo. El integrante del Grupo de Litigio Estratégico Adrián Albor, que podría representar a la mujer detenida, si finalmente decide iniciar acciones legales, dijo que “un funcionario público que acepta un sistema con falencias tiene dolo eventual de la privación ilegal de la libertad”.
La detención se produjo en el subte porteño donde están activas algunas de las 300 cámaras rotativas, de las 7000 que tiene el Sistema Integral de Video Vigilancia de la Ciudad, para rastrear a las personas buscadas por el Sistema de Consulta Nacional de Rebeldías y Capturas (Conarc). Una base pública dependiente del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación.
La mujer detenida por su parecido fue esposada y trasladada a la comisaría el martes a la noche, luego de que se disparara un alerta del sistema de Reconocimiento Facial. Según contó una amiga, la policía le informó que tenía una causa por fraude habitacional en 2011, pese a que la mujer negó el hecho y mostró su DNI para acreditar su identidad.
Tras varias horas por averiguación de antecedentes y después de que le aseguraran a la amiga que tenía orden de liberación, la trasladaron a otra comisaría en la calle Suipacha, donde permaneció incomunicada, porque no tenía ni abogado, ni familiares en la ciudad, los únicos autorizados a verla. El miércoles fue liberada después de que se constatara que no tenía ninguna causa judicial: no era ella la persona buscada por la justicia.
“El avasallamiento de libertades que hace el Estado es muy grande cuando autoriza un sistema que tiene un importante margen de error y que le puede arruinar la vida a una persona metiendo gente presa por las dudas”, dijo Albor.
“Se está vulnerando el derecho a la intimidad. No puede ser que una persona camine con miedo de que una cámara lo confunda con alguien que está siendo buscado por la justicia. Se coarta la libertad de caminar libremente sin sentir que vivimos en 1984 de (George) Orwell”, dijo el letrado, quien remarcó que “el Código Procesal permite llevar preso a una persona con pedido de captura, pero no a una porque se le parece, por las dudas”.
Según informaron desde el Ministerio de Seguridad porteño, “la policía y el ministerio lo que hacen es poner a disposición de la justicia a las personas con pedidos de captura que aparecen en la base de datos, donde figura el nombre y la causa (182 personas desde que comenzó a funcionar)”.
“Hay un protocolo de actuación cuando se da el alerta, y una vez que se identifica a la persona se llama al juzgado interviniente”, dijeron, y le pasaron la pelota al Poder Judicial porque, aseguraron, “es la justicia la que decide si libera, detiene o demora”.
En ese pase de factura, son los ciudadanos los que quedan atrapados, como le pasó a una empleada doméstica detenida la semana pasada, también en el subte, tras ser identificada por el sistema de reconocimiento como una persona buscada por el, a veces, excesivo celo judicial.
La mujer fue sacada de un vagón mientras la gente le gritaba “chorra” y detenida por la policía a las 10 de la mañana en Constitución, por una causa del año 2006, según el alerta del sistema. Fue trasladada a la Alcaldía 1 e incomunicada, mientras una de sus empleadoras, que contó la situación en las redes sociales, intentaba aclarar la situación. Finalmente, fue liberada a las once de la noche. Y menos de una semana después, su causa quedó extinguida y se le dictó el sobreseimiento.