El Ministerio de Hacienda celebra el ajuste fiscal. Durante los primeros cuatro meses de 2019 se registró un superávit primario de 10.846 millones de pesos, gracias a una contracción cercana a los 20 puntos porcentuales en la capacidad de compra del gasto público, cuando entre enero y abril del año pasado se registró un rojo de 41.343 millones de pesos. La cartera encabezada por Nicolás Dujovne enfatizó que no se lograba un resultado fiscal primario positivo en el primer cuatrimestre desde 2011. El guarismo celebrado por el gobierno cambia de signo cuando se contemplan los pagos de la deuda. El déficit financiero registró un incremento del 34 por ciento. El deterioro se explica por la creciente cuenta de intereses que, corrida cambiaria mediante, escaló 104,7 por ciento en el cuatrimestre.
La celebración oficial ante el “superávit” fiscal primario equivalente al 0,1 por ciento del producto omite señalar que las cifras fueron alcanzadas mediante la implementación del programa de austeridad que acelera el deterioro en las condiciones de vida, retacea el financiamiento destinado a las jubilaciones y paraliza la inversión pública. El eufemismo elegido por el Palacio de Hacienda para referirse al ajuste es el “esfuerzo fiscal”. Los colaboradores de Dujovne apuntan que la mayor parte del esfuerzo “viene de la contención de los gastos, en términos reales, los gastos primarios caen durante 17 meses consecutivos de caída real y acumulan una reducción real del 13 por ciento en el primer cuatrimestre”. A pesar del optimismo oficial persisten dudas entre las autoridades del FMI. Ante la incertidumbre exhibida por el organismo multilateral, el gobierno implementa medidas recaudatorias como el aumento en la tasa estadística (ver página 6).
Uno de los rubros más castigados por la poda oficial son las prestaciones sociales. El ítem más importante del gasto público registra un incremento interanual del 37,8 por ciento durante el primer cuatrimestre. Las jubilaciones y pensiones aumentaron incluso por debajo de esa marca. Con el alza del 36,5 por ciento, quedaron 19,3 puntos porcentuales por debajo de la inflación. La contención de la inversión estatal en el sistema previsional responde, fundamentalmente, al cambio en el mecanismo de movilidad jubilatoria. Como tras recibir el visto bueno del FMI el gobierno implementó un incremento del 46 por ciento en el monto de la Asignación Universal por Hijo, el ítem marcó un crecimiento de 102 por ciento.
Desde el Palacio de Hacienda indicaron que la sostenida escalada en el pago de intereses se explica por el impacto de la corrida cambiaria sobre los vencimientos en dólares. Durante el primer cuatrimestre se acumularon pagos de intereses equivalentes al 1 por ciento del PIB. Los funcionarios estiman que este año se destinará al pago de las obligaciones financieras un 3,2 por ciento del producto, tres veces más que antes del recambio de gobierno.
Durante los primeros cuatro meses del año los gastos de capital ascendieron 21,8 por ciento que revela un profundo recorte. La inversión pública en infraestructura educativa fue la más castigada con una caída nominal del 32,3 por ciento entre enero y abril. Fueron apenas 3409 millones de pesos que representa una poda de 1628 millones de pesos. También registró una contracción nominal de 5,8 por ciento la inversión en vivienda. Las obras en agua y alcantarillado, por su parte, marcaron un aumento de 18,9 por ciento. “Prácticamente un cuarto del gasto de capital del mes de abril fue pagado con financiamiento externo”, expresó Hacienda.
Abrazados a las tradiciones económicas ultraortodoxas y a contramano de la evidencia histórica, los funcionarios de Hacienda sostienen que “con un fisco equilibrado, podremos reducir la deuda, facilitar la lucha contra la inflación, reducir la tasa de interés y permitir un aumento de la inversión y del crecimiento”.