Entre lo mucho, y bueno, que se viene produciendo dentro de ese amplio movimiento que es el rock rosarino, Camperas y Queridas han ganando reconocimiento con propuestas que (en otro rasgo distintivo de este tiempo) tienen a la canción como horizonte... y todo un abanico de posibilidades para revestirlas. Esta noche, a las 21.30, los dos proyectos compartirán fecha en la Terraza de la Cúpula de Plataforma Lavardén (Mendoza 1085), en una suerte de anticipo de lo que podrá verse en el Festi Polvo, encuentro que el sello independiente Polvo Bureau realizará en el mes de marzo en el Galpón de la Música.
Conformada por Andrés Yeah (guitarra y voz) y Josi Mai (teclados y voz), Queridas publicó en 2013 el Ep Drama bomb (a través de Discos del Saladillo), donde dieron una primera muestra de un repertorio que se ha definido como "dream-pop" y que el año pasado encontró un sucesor en el largo Heridas, editado por Polvo Bureau. Lejos del despojo que supone esa formación de dúo, Queridas propone entramados sonoros complejos, en una clara demostración de ductilidad por parte de una dupla que también forma parte de la celebrada Mi Nave.
La densidad sonora (y emocional) planteada en el debut de Queridas se produnfiza en Heridas, donde la introspección atraviesa a las sintéticas líricas de Yeah, que propone versos desolados, oscuros, incluso en los momentos en que se permite atisbos de felicidad (por caso, en "Creyente" dispara: "Al encontrarte perdí algo de mí/ y adentro mío quedó un vacío sin fin/ Con una daga una nueva herida abrí/ dejando libre el vacío que había en mí/ Me siento lleno, radiante y feliz/ ¿Qué cosa horrible me estará por ocurrir?"). Esa búsqueda poética encuentra un marco ideal en la rica construcción sonora del dúo.
Por su parte, Camperas es el proyecto que reúne a Federico Oti en bajo y voces, Agustín Gregori en guitarra y voces, Francisco Pez en teclados, Tomás Belloso en guitarra y Martín Ra en batería. En poco menos de dos años de recorrido, el quinteto lleva publicados dos simples, Lado A y Lado B, donde evidencian una diversidad estética que incluye una sonoridad algo lo fi, pasajes stoner y momentos de psicodelia. Según explica el bajista y cantante, esa amplitud es fruto de la diversidad de influencias que atraviesan a los miembros del grupo, que se reparten la composición. "Lo que tiene de particular esta banda es que componemos todos, y además hay dos voces (la mía y la de Agustín), entonces se juntan varios matices que, a la hora de mezclarlos, sincronizan muy bien. También tiene que ver con las influencias de cada uno, venimos de lugares muy distintos. Por ahí Agustín viene más del lado de la poesía, es más spinetteano, yo vengo de otro lugar... cuando todo se junta queda una mezcla, creemos, bastante interesante".
Esa amplitud, anticipa Oti, se sostendrá en el primer larga duración de Camperas, para el que han sumado como productor a Ezequiel Fructuoso y que terminarán de grabar en Fructuoso Record Club, con el objetivo de editarlo a mediados de este año.
En su breve recorrido, Camperas ha logrado un reconocimiento que, según distingue Oti, se vio favorecido por una escena independiente en ebullición. "Nuestro primer show fue en el Galpón de la Música, en un festival que organizó Polvo Bureau. A partir de esa fecha surgieron otras que estaban buenísimas. Nosotros contamos con la ayuda del sello, y ahora en marzo vamos a tocar en el Festi Polvo. Está bueno, porque la escena que se genera la estamos aprovechando bastante. En años anteriores no ocurría que hubiera una escena tan marcada para aprovechar", analizó el cantante y bajista.