Extraño 2003 

Es una opera prima. Trata de un médico que ha dejado de serlo. El encuentro con una mujer que va a tener un hijo. Era una película que mostraba un estado de ajenidad ante el mundo. Un personaje y un sentir enrarecido frente a la realidad. Se filmó en el 2001, y se pudo terminar después. Cuando se mostró, resultaba inevitable que ese ser en desintegración no fuera una alegoría de lo que sucedía en el país durante la crisis. Fue la primera y única película en la que trabajé con actores consagrados, como Julio Chávez, Chunchuña Villafañe y Valeria Bertucelli. Se hizo con mínimos recursos y tuvo un largo recorrido por festivales. 


La invención de la carne 2009 

Fue mi cuarta película, y es un poco maldita. Se presentó la competencia del Festival de Locarno y produjo reacciones extremas, rechazo o pasión. Narra la historia de una mujer que somete su cuerpo a prácticas ginecológicas para estudiantes, y entra en contacto con un joven que transita por el borde de la desesperación. Entre ambos, ocurre un viaje. Referencias bíblicas, estados hipnóticos; los protagonistas estaban desnudos gran parte de la película. Ese despojo se traducía en desgarro, en una ternura desesperada. Ambos tenían una belleza que duele. La película fue amada por algunos y odiada por muchos más.


La paz 2013 

Ganó la competencia argentina a Mejor Película en el Bafici. La siento como una versión pop de Extraño. Ese corrimiento, no ser parte, no poder ser parte del mundo, está visto con humor por momentos, con un relato abierto y accesible. También está la presencia del extranjero, lo boliviano, la cultura. Y referentes del melodrama. Un joven de clase alta sale de una internación psiquiátrica y vuelve a la casa de sus padres. Tienen una suerte de neoinfancia, lo cuida la empleada doméstica boliviana, y con ella establecerá un vínculo real e intenso. La película termina en el Alto de la Paz, lugar que desconocía. La paz o su deseo es literal. Es una fábula de redención y también el cruce con lo documental que había incorporado en la película anterior que hice junto a Iván Fund, Los labios. La paz fue mi primera película en la Berlinale, un festival que ha sido generoso con mi cine. 


Doce casas 2016

Emitida por la Televisión Pública, la serie fue un desafío intenso. Tener esa cierta libertad en la tele, un medio que sólo había consumido como espectador, fue desconcertante. Con limitaciones de producción, hicimos un capítulo por día con una enorme libertad. Cruzamos el teleteatro con la comedia, con lo bizarro. Escribí sin parar, a borbotones, y trabajé con un co guionista, Ariel Gurevich, con un co director Eduardo Crespo, y en la edición estuvo mi colaboradora habitual, Lorena Moriconi, los cuatro nos mantuvimos como equipo de trabajo en ese vértigo. Trabajamos con actrices con quienes nunca habían trabajado y admiraba como espectador, y logramos cruzarlas con figuras del off. Fue agotador y al mismo tiempo tenía algo de juego. Nunca había trabajado en estudios, con gente de escenografía de la Televisión Pública que armaba las casitas con dedicación y detalle. Para mí tenía que ver con volver a la zona más luminosa de la infancia. La serie se asomaba de manera amorosa a la vida de las mujeres del interior, en melodramas minúsculos y estética retro. Creo que Breve historia del planeta verde no hubiera existido si antes no hubiese hecho la serie, con ese desparpajo y apuro.