“Me iba a volver a España el 25 de febrero, pero decidí seguir viajando por América latina”, dice el cantautor español Pablo Lesuit, quien prefirió dejarse llevar por las ganas y postergar algunos compromisos poco urgentes en su país. Pablo Perozo –según su pasaporte– lleva cuatro meses girando, disfrutando y descubriendo la música popular sudamericana: estuvo un tiempo largo por Uruguay y ahora se encuentra en Buenos Aires. Dentro de algunas semanas bajará a la Patagonia argentina y luego cruzará a Chile. “En este tiempo conocí mucha gente amiga, muchos músicos, y eso hizo que cambiaran los planes. Unos amigos de Sevilla que está recorriendo Latinoamérica me invitaron a viajar con ellos al sur. ¿Cuándo se me iba a volver a presentar esta oportunidad? ¡Es el momento de viajar! De hecho, voy a hacer mi segundo disco en la Argentina, con músicos locales y la producción de Juanito el Cantor”, adelanta Lesuit, el artista. “La idea es integrar la música de raíz folklórica de acá con mis canciones, mis influencias”, cuenta el músico de 28 años. Antes de viajar al sur, Lesuit se presentará hoy a las 21 en el bar Antidomingo (Pinto 4860) junto a Iván Salo, el viernes 17 en C’est La Vie (La Plata), el 18 en El Espiral (Rosario) y luego participará del Festival de Música Independiente en Necochea, el 27 de este mes.

Su primer disco, Tiempo (2015), se enmarca en la canción de autor –un terreno con historia en España–, pero absorbe elementos del pop y el rock. “El periodo compositivo para este disco duró como siete años, más de lo habitual. Entonces, cada canción tiene un sonido particular, una búsqueda conceptual. Y el hilo conductor es la percusión; es el elemento principal que actúa como nexo entre todas las canciones”, explica el español. “Hoy estoy en otro momento, tratando de reecontrarme con la guitarra, por fuera de los arreglos. El encuentro de la canción es el punto de partida para el próximo disco”. La perlita, tal vez, es la canción “El tiempo”, en la que colabora Jorge Drexler, una especie de padrino artístico de Lesuit. “Lo conocí hace cuatro años en un taller de composición que dictaba en la Escuela de Artes Escénicas de Madrid. Ya era un referente para mí, como también lo es para la nueva escuela de músicos españoles. Le gustaron mis canciones y empezamos a hablar mucho de música, de composición. Entonces, la relación profesor-alumno fue creciendo. Y le propuse cantar en mi disco. Es un lujo poder contar con su palabra, es una persona muy generosa”, afirma Lesuit.

–Este es su primer viaje por Latinoamérica. ¿Lo que encontró se correspondía a la imagen previa que tenía o no?

–Hace muchos años que quería venir, porque el 80 por ciento de la música que escucho viene de aquí, de la Argentina, Uruguay, Colombia y México. A España llega lo que despunta. Mi sorpresa fue llegar a Uruguay y encontrarme con músicos de Sudamérica con un talento desbordante, que están proponiendo una escena de la canción que no tenía idea que existía. Hay una escena cultural súper potente, una canción que se encuentra en un momento muy importante. Hay mucha vanguardia.

–¿Y cómo ve en la actualidad la tradición de canción de autor española?

–Creo que hay un movimiento interesante, hay una gran cantidad de cantautores escribiendo letras y componiendo. Por otra parte, creo que debería tender puentes con Latinoamérica, porque ustedes tienen la suerte de tener un continente muy amplio, con fronteras únicamente terrestres y toda la música circula muchísimo. Y la canción de autor bebe mucho de la raíz folklórica. En cambio, en España nos hace falta mirar atrás, a nuestra raíz, a nuestra manera de componer; indagar en los cancioneros tradicionales. Y reflejar lo que pasaba antes, que esté presente en la nueva canción. En España hay gente moviéndose, hay muchas salas, pero creo que es el momento clave para hermanarse con Latinoamérica. Allá se perdió un poco eso de juntarse a tocar después después de comer, algo que acá sí pasa. Está tan fuera de la costumbre que ni siquiera tiene un nombre. Acá lo llaman “guitarreadas”. Lo que le falta a la música es estar presente en las casas, que después de una comida el padre con los hijos y los amigos se pongan a cantar. Es una forma de que la música esté representada en el día a día. Mientras eso no pase, va a ser algo completamente externo a la vida cotidiana. En España, hoy está encerrada en las salas. Pero no tenemos que olvidarnos que una canción parte de la relación con un instrumento y de la necesidad de comunicar.