Estupor, tristeza, respaldo y algunas quejas fue la reacción en las redes después del anuncio de Cristina. Fue el tema excluyente apenas se escuchó su voz con el tono de consternación del que explica algo que le cuesta explicar, pero de lo que está convencido de hacer.
Cristina cede el protagonismo principal, no encabeza la lista. Y quizás lo más difícil en esa decisión es mantenerse al mismo tiempo en la primera línea como candidata a vice porque es la única forma de traccionar sus votos a una fórmula que ella no encabeza.
Es un sacrificio doble. El paso al costado, forzado o decidido, siempre es para tomar distancia y sacarse ese peso aplastante de encima, refleccionar y retomar fuerza. Tiene ese beneficio. Pero el caudal principal de votos la sigue a ella. No puede darse ese lujo del paso al costado total. La situación le exige que se quede aunque más no sea en el segundo lugar de la fórmula para impulsar su triunfo.
En ese sentido es un sacrificio doble: dejar de participar en una disputa demoledora y al mismo tiempo seguir participando. No hay tanto beneficio personal, porque mantiene una cuota de sacrificio, aunque desde la política pueda producir consecuencias que faciliten el acercamiento de otras corrientes que se habían alejado del tronco principal del peronismo.
Algunos ya hacen comparaciones históricas que siempre son resbaladizas. Hablan del renunciamiento de Evita, cuando Perón era fuertemente presionado por el estamento militar, o se recuerda a la famosa consigna de “Cámpora al gobierno, Perón al poder,” cuando Perón había sido proscripto por la dictadura militar.
Esas comparaciones traen ecos y reminiscencias que difícilmente encajen en este escenario. Cuánto de renunciamiento al estilo Evita o de la consigna de campaña camporista, es difícil de evaluar porque el cuadro de situación en cada caso es muy diferente.
Otros afirman que todavía faltan varios días para la inscripción definitiva de la fórmula Fernández–Fernández y que todo puede suceder, incluso que se de vuelta su conformación, o sea que en algún momento pase a encabezarla Cristina. Suena difícil que suceda eso después de un renunciamiento tan impactante.
La mención a Alberto Fernández cuando presentó su libro en la Rural fue un preanuncio. Para algunos en su entorno, es un tema que rondó permanentemente en las reflexiones de la ex presidenta. Pero que la decisión final fue en las últimas 48 horas.
Seguramente habrá en esa decisión un fuerte contenido de factores personales: Agotamiento por la persecución judicial permanente del macrismo contra su familia, lo que le generó una situación de salud difícil para Florencia, su hija, u otras cuestiones que quizás salgan a la luz más adelante. La crueldad con que se ensañaron con ella quedará como una mancha de vergüenza en la historia de este país.
La decisión se anuncia, además cuando empezaba a mejorar muy claramente su imagen y la mayoría de las encuestas ya la presentaban como ganadora en todas las opciones. Aún cuando la gobernadora María Eugenia Vidal fuera la candidata en vez de Mauricio Macri, Cristina le hubiera ganado por más de cinco puntos, A Macri ya le había sacado siete puntos de ventaja.
Estas encuestas incluían a otros candidatos del pan peronismo, como Roberto Lavagna, Sergio Massa, y Juan Manuel Urtubey. Con todos ellos en carrera, el nombre de Cristina ya había sacado una amplia ventaja. Hubiera quedado un 25 por ciento de la sociedad derrotada y con una tremenda carga de odio contra Cristina, en el que se mezcla el gorilismo acendrado y tradicional de un sector de las capas medias y el odio de los que defienden a los represores y torturadores encarcelados.
De todos modos, este paso al costado de Cristina impacta de lleno en la estrategia del oficialismo. Sin ella, no tienen política. Todo el discurso de Cambiemos se asienta en incentivar el odio contra Cristina. Lo demostraron en la desesperación que hasta se podía oler cuando entendieron que la Corte postergaba el comienzo de las audiencias orales contra la ex presidenta. Era el gran evento de lanzamiento de la campaña de Macri y ahora pasó a segundo plano.
La otra consecuencia en la política es que esta fórmula aceita los acercamientos con Massa y Juan Schiaretti. Alberto Fernández tiene una relación fluida con ambos. No pueden exigir que desaparezca el nombre de Cristina, porque si fuera así, perderían los votos de ella. Es la aproximación que más favorece al peronismo en su totalidad. Si se produjera esta confluencia, el peronismo ganaría en primera vuelta. Y un triunfo tan contundente daría un enorme respaldo para emprender la solución de la deuda externa.
Si el nombre de Alberto Fernández pronunciado en la presentación del libro se puede visualizar ahora como una señal de posibles anuncios de este tipo, habría que prestar atención también al desempeño hiperactivo de Axel Kiciloff en el distrito bonaerense y en el ámbito de la deuda. En el ambiente político dan por descartado que a Massa no le interesaría la gobernación en caso de una negociación.
Seguramente este paso al costado de Cristina traerá aparejado también para compensar, un fuerte impulso para la incorporación en las listas de candidatos de los sectores más afines con la ex presidenta. Pero lo real es que esta decisión de Cristina ha sido sorpresiva y que todo lo que se especule en caliente tiene una cuota grande de incertidumbre. Se trata de una movida muy fuerte de la principal figura política del país. Y sus consecuencias serán importantes.