#Alerta spoiler: hermanes en deuda: esta nota no contiene ningún dato preciso acerca de cómo va a terminar Game Of Thrones. Ni sobre qué va a pasar en nuestro país. Desconocemos el futuro.

El texto sí formula algunas tesis sobre lo que puede llegar a ocurrir a la vez que aporta ciertos datos que quizás el deudólar prefiera desconocer, olvidar, desmentir, o enterarse recién cuando nuestros estudiantes secundarios sostengan que la frase legendaria de nuestra líder espiritual fue “Volveré y seré dragones”.

Ustedas y ustedes sabrán, pero yo les advertí.

Queridos beneficiarios de la Asignación de Deuda Universal por bisnieto: aquellos, aquellas y aquellas que siguen el discurrir de esta columna, saben que no es mi costumbre hablar de series, miniseries, miserias, ministerias o mini histerias. Cierto es.

Pero ocurre que el mismísimo día de mañana domingo 19, culmina, entrega su bastón, cierra su ciclo, un espacio que comenzó a transitar las pantallas en 2011, y que algunos no dudarán en llamar “La década ganada”.

Game of Thrones se va, y probablemente en el seno del hogar de sus millones de seguidores, se escuche, en todos los idiomas que podamos reconocer, y algunos más inventados para la ocasión, un suave, creciente y finalmente atronador “¡Oh, vamos a volver, a volver, a volver, vamos a volver”! Quién sabe.

Y la metrópoli que durante 10 años centralizó nuestros silencios de domingo a la noche arde y se desarma, y de la misma manera se desmorona la alianza que nadie sabe cómo fue posible que se constituyera, pero una vez armada, logró controlar los destinos nacionales.

Muerto el padre (¿Franco Lannister, era?), los hijos gobernantes se dejan seducir por aliados internacionales, engañan a la oposición prometiendo un acuerdo que traicionan en el mismo capítulo y finalmente se derrumban literalmente mientras intentan, desesperadamente, alguna excusa que les permita consolidarse frente al polimorfo frente opositor que los rodea.

El frente opositor tiene de todo. Y vienen en alza, ya “El señor de la noche neoliberal” ha sido derrotado por más muertos (políticos)  que intentó resucitar, los hieráticos ojos azules ya no le ganan a nadie.

Aunque todos canten “El targaryenismo unido jamás será vencido” en el frente no están demasiado de acuerdo a la hora de los liderazgos. Los principales referentes dicen que “estas son horas de ganar y recuperar el gobierno, más allá de las candidaturas”.

Se nota cierto odio, cuasi visceral, hacia “la que más suma en las encuestas”, a quienes acusan de portación de apellido, de que el verdadero líder era su difunto marido (muerto en la primera temporada), de que “se quemaron todo”, “que es del Sur, y no entiende lo que pasa en el norte” e incluso los guionistas en el anteúltimo capítulo aumentan su “imagen negativa”, mostrando su lado más destructivo, caprichoso y poco amante del diálogo.

Ella, “la Kalessi” lejos de escribir un libro, es protagonista de una serie. En vez de hablar de un contrato social sustentable, arrasa todo con el fuego de su dragón. No sé cuánto falta para que los titanes del duranbarbismo aprovechen las escenas para asimilarlas a la política argentina, y decir que “la K” (Viuda, carismática popular, cada vez más reconocida) no está capacitada para gobernar.

También dirán que los Dotrakis (guerreros salvajes) son la versión gameoftronera de “La Cámpora”.

¿Suena increíble, deudólar? Escuche, lea, vea algunos medios, y verá que no. Pareciera que la serie quiere resolverse impulsando a un candidato moderado, una especie de “Alternativa Federal”, un hombre del interior, a quien dieron por muerto y resucitó.

Mis años de telespectador me hacen sospechar de que por algo “la vuelven agresiva y caprichosa a Mme. Kalessi, y no me extrañaría que, a falta de Comodoros Pys,  la pequeña y filosa Arya la haya puesto ya en su lista negra, con dragón y todo. Mañana lo sabremos.

O que quieran que, en su afán de poder, la líder, otrora joven idealista termine eliminando a su  propio sobrino. En todo caso, no se la ve dispuesta a una PASO.

Quizás a esta altura usted, queride hermane, fratela, sorello, se estará preguntando por qué escribo sobre una serie de cable ( por más famosa que sea), y no sobre la terrible problemática que aqueja a nuestro suelo y nuestro cielo.

Quizás a esta misma altura me pregunto como hizo esta serie para simbolizar, desde tan lejos en el tiempo y el espacio, cosas que pasan en nuestro país

Y, me respondo, es posible que no fuera así. Que no sea “la ficción imitando a la realidad”, sino todo lo contrario. Es posible que, dado que son pocos los argentinos que gozan del canal de cable que emite la serie en directo, nuestro mejor Equipo Contrario haya decidido que todas y todos lus argentines conozcamos la serie, en carne propia (como si fuera en 3-D, pero más todavía).

Y paguemos por actuar.

Querido/a deudólar: es posible que usted sea de esas que dicen: ”Yo en Game of Thrones no me meto, soy peronista” En tal caso, le pedimos disculpas, no es nuestra intención dejarla afuera sino intentar , desde la ficción, entender un poco más de lo que pasa en nuestra argentina realidad.

Si usted entiende lo que pasa en nuestra realidad, ahí le pedimos, ya no disculpas, sino que por favor nos escriba y nos lo explique. Si así no lo hicieres, que la próxima temporada os lo demande.

#Último momento: cuando esta nota ya había sido escrita, comenzó a circular por las redes y los medios el rumor de que el final de GOT va a ser: “Jon Snow al gobierno, Kalessi al poder”  ¿será así? Pronto lo sabremos.

Hasta la que viene, siempre.

@humoristarudy