Desde Valencia

Los integrantes de Babasónicos están sentados en un sillón negro y en un par de sillas en una habitación que sirve de camarín en Peter Rock Club, una pequeña sala de conciertos en el centro de Valencia. En pocos minutos saldrán al escenario para dar el último show de una gira europea por el lanzamiento de Discutible, disco con el que revalidaron –una vez más– la vigencia de su permanente búsqueda creativa y la composición de un discurso que no naufraga en el conformismo que puede acarrear ser una de las bandas más destacadas de América latina. “Es un milagro que cada tanto hagamos una gira acá sin que nos editen aquí, sin estructura ni lobby. La última vez vinimos en el 2014”, dice Adrián Dárgelos recordando el tour europeo para presentar Romantisísmico. “Esta vez hicimos sold out en Madrid y Barcelona, nos fue muy bien en Ibiza, llenamos una sala en París, y en Berlín tocamos en un antro punk bastante famoso”, señala sin darse aires, más bien con tono de sobria satisfacción.

El antro punk al que se refiere Dargelos es Bi Nuu, en el que suele tocar Phil Cambell (ex guitarrista de Motorhead), pero también el grupo uruguayo El Cuarteto de Nos, lo que no resulta una excepción para el sitio. Dárgelos cuenta que el público que asiste a sus conciertos en Europa está compuesto por latinoamericanos que viven o estudian en las ciudades donde ellos tocan. El que se encuentra en la sala de Peter Rock en Valencia no difiere. La mayoría son argentinos y entre ellos se escucha el acento de algún mexicano, y un par de grupitos de españoles. Las edades son variadas, pero el núcleo está en torno a los 35.

Las luces de la sala se apagan repentinamente entre un barullo que crece, y el escenario se cubre de humo. Un joven que consiguió que Dárgelos le firmara un libro con imágenes de Babasónicos se entusiasma mientras le dice a un amigo que en la Argentina ya no se puede ver a la banda en un espacio tan íntimo. De hecho, la próxima presentación de la banda en Buenos Aires será en el Hipódromo de Palermo (el sábado 1º de junio). Los músicos salen a escena, se calzan rápidamente los instrumentos y suena el primer acorde de “Ingrediente”. Tras esa primera canción, el sonido se revela como una versión nada envidiable de la que se produce en el estudio. Una joven española lo dice apenas termina la primera entrega: se oye igual que el disco. La actitud de los músicos es tan fresca como natural, y lo confirma  el vocalista de Babasónicos antes de salir a tocar: “Las bandas tocan para vivir, y a nosotros nos interesa venir, y hacer giras”.

Otra cosa (aparte del deseo) es la precisión con que despachan “En privado”, “Bestia pequeña”, “Vampi”, “El loco”, “Y qué” y “La lanza”, entre otros temas de una lista que repasa casi treinta años de carrera. Pero esa redondez musical no es fortuita. “Babasónicos y yo tenemos una mejor arquitectura de las canciones, y con el tiempo hemos dominado más la disciplina”, explicaba Dárgelos en el camarín, y tras ello rechazaba una comparación propuesta por este cronista sobre la disciplina que se le exige a los buenos escritores. “Los escritores tienen una curva que pueden dominar en el tiempo; en cuanto a los músicos, son muy pocos los compositores de música popular que cuando van perdiendo el hambre y la conciencia de inmortalidad que tenían durante la juventud escriben algo trascendental. La música exige una vitalidad y es hasta que puedas sentirla, no tiene que ver con una edad”, argumentaba el vocalista.

En el caso de Babasónicos, parece que aún la sienten, desde las bromas que se escuchaban en el camarín minutos antes de salir a tocar hasta la energía que se percibe en el escenario. Diego Rodríguez no deja de arengar al público y cuando lanza un beat de música electrónica, el impulso de bailar lo atrapa de inmediato. Dárgelos recorre cada esquina de su cuadrilátero repartiendo miradas cómplices. Mariano Roger parece preocupado por coincidir en el corte con la batería de Diego Castellano.

La lista de temas avanza rápido y ahora se detiene en “Risa”, entonces un joven muy serio, que llegó solo y está apoyado sobre una columna, canta para sí mismo: “Me gustas tanto, quisiera aprenderme tu nombre...”. Su actitud refleja una frase de Dárgelos de unos minutos atrás: “La obra debe ser asimilada, no se trata de un acto de distracción”. Resulta arriesgado establecer si el caso de este joven aplica para el total del público babasónico, pero su actitud parece encarnar esa asimilación de la que hablaba el cantante. Conoce las letras, las canta como si guardaran un significado para él y sin necesidad de gritárselas a nadie. Un comportamiento que puede oponerse a ese “conjunto de orangutanes” capaz de repetir “el estribillo pop” que evoca Dárgelos en la letra de “La pregunta”, el primer corte de Discutible.

Para evitar confusiones, mejor ceñirse a lo que decía el vocalista sobre el disco en el camarín: “Discutible sale a pelear por un discurso y un lugar, y a plantear cómo debería hacer la música popular en Latinoamérica para defenderse de la producción endógena de computadora y la extrapromoción”. La dictadura del streaming, de las melodías compuestas por máquinas para generarle ganancias a las discográficas, es una de las preocupaciones del vocalista. Tanto, que lo alejan de la política partidista. “Es tan problemática la política en la música... ¿Cómo querés que me ocupe de la política en general?”, decía antes de salir a tocar. Igualmente, la política siempre encuentra la grieta por donde filtrarse: “A lo que Discutible le pelea, en cierta forma, es al colonialismo cultural, que empezó a bajar ahora no por la temática de la canción misma, sino por el uso y el formato, el streaming”, agregaba en otro pasaje de la entrevista.

En los bises del concierto en Valencia, Babasónicos interpreta “Desfachatado” y “Pendejo”, y Dárgelos repite aquella estrofa curiosa que reza “mi nombre no es importante, lo importante es olvidar”. Son los segundos finales del show y el joven que descansa su espalda sobre la columna ya no canta discretamente, solo escucha con la vista sobre el escenario, como si la prioridad fuera fijar en la memoria los últimos acordes del concierto que cierra esta gira. Quizás advirtiendo que solo el dios streaming sabe cuándo volverá a ver la banda por estos pagos.