Ni agua ni  libertad

El capitalismo, impone su dictadura a diario de diversos modos siempre brutales.

En efecto, las formas de organización del trabajo, su imposición, los dispositivos disuasorios y coactivos, todo forma parte de la maquinaria de destrucción de vidas.

El imperio de la mercancía y su consumo compulsivo juegan un papel central en todo esto. La represión es continua.

Veamos, además de las medidas gubernamentales antiinmigratorias ahora, el Estado pretende juzgar a un maestro solidario que proveía de agua a personas en el desierto de Arizona.

Para la sociedad del egoísmo entronizado la solidaridad es un crimen. Ejemplos sobran las y los agitadores anarquistas de Chicago 1886, protagonistas de las jornadas del primero de Mayo. Sacco y Vanzetti. Leonard Peltier activista libertario y sioux que lleva casi medio siglo en prisión. Mumia Abu Jamal, que aun permanece encarcelado por su lucha.

Hay muchas mujeres y hombres que resisten en diversas latitudes y no se resignan al escarnio. En la región Argentina, en el Nordeste Qom y Wichis, en la Patagonia Mapuches y Tehuelches, quienes se enfrentan a las empresas mineras y a los agrotóxicos del "desierto verde".

Hombres como Facundo Jones Huala, Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, mujeres como Moira Millán y tantas miles más, en ámbitos urbanos o rurales.

La única libertad vigente es la estatua erigida frente a New York o alguna calle que lleva esa denominación. Siniestra paradoja.

Resistencia, organización y lucha contra el Estado y el capital.

Carlos A. Solero